Pedro MATÍAS/ Paulina RÍOS
OAXACA, Oax. (pagina3.mx).- Sin estridencias ni actitudes de “Príncipe” de la Iglesia Católica, el purpurado Pedro Vázquez Villalobos se convirtió en VIII Arzobispo de Antequera Oaxaca.
Las campanas de la Catedral anuncian su llegada. Son las 10:34 de este miércoles 25 de abril cuando el Nuncio Apostólico, Franco Coppola, da posesión al nuevo arzobispo de la sede episcopal de Antequera Oaxaca.
El nuevo arzobispo metropolitano respira hondo y exhala con vehemencia antes de sentarse en la sede episcopal de la Catedral y reafirmar su humildad y compromiso social ante una iglesia “dolida, que sufre tanto” y visiblemente fracturada, misma a la que le pidió ayuda:
“Ayúdenme a crecer en mi fe, esperanza y caridad; ayúdenme a ser un hombre de Dios con su oración; ayúdenme a ser el pastor de esta Iglesia de Oaxaca viviendo el gozo la presencia de Dios y sirviéndoles a ustedes, amén”.
Es día de fiesta en Oaxaca. Con un repique de campanas en todas las iglesias del Centro Histórico y las tradicionales Mañanitas se inició la celebración del 486 aniversario de la Ciudad de Oaxaca como en aquel 25 de abril de 1532, cuando el Rey Carlos I de España y V de Alemania, le otorgó el título de “muy noble y leal Ciudad de Antequera”.
La Iglesia también está de fiesta con la llegada del nuevo arzobispo. El mitrado inició, a las 09:00 horas, sus actividades en la Basílica Menor de la Virgen de la Soledad, la patrona de Oaxaca, a quien, de rodillas, encomendó su ministerio apostólico. La miró, se hincó, oró y se encomendó a ella.
Al mismo tiempo, en las afueras de la Basílica, unas 85 cocineras tradicionales preparan un humeante chocolate y la espuma, el mole negro, las enchiladas, el estofado y otros guisos típicos en la Plaza de la Danza, para mostrar la gastronomía más representativa de la entidad, la cual es considerada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
El nuevo arzobispo y su comitiva no lograron saborear el arte culinario de Oaxaca porque encabezó la tradicional calenda (anuncio de la fiesta) con marmotas, canastas de flores, banda de música, chirimía (tambor y flauta de carrizo) para enfilarse a la Catedral.
El repique de campanas, los cohetones y las porras fueron el preludio de su llegada.
En la puerta principal de la Catedral lo esperaba el presbítero Alejandro Rodríguez, junto con el Colegio de Consultores, para ofrecerle la imagen de Jesús crucificado a monseñor Pedro Vásquez, quien hace un alto en el camino. Besa la imagen y luego le presentan el aspersorio con agua bendita. El Arzobispo electo se rocía de agua bendita y hace lo propio con la feligresía.
Después, el Obispo y sus acompañantes pasan a la capilla del Santísimo Sacramento, lo adora brevemente y terminada la oración, es conducido a la sacristía, donde él, el Nuncio Apostólico y otros obispos se revisten con estola para el rito de Profesión de Fe y Juramento de Fidelidad.
Enseguida, salen en procesión rumbo al altar mayor. El Nuncio da la orden al Obispo de que presente las Letras Apostólicas al Colegio de Consultores. Mientras sostenía en su manos la Bula (el documento papal) recorrió el área donde se encontraban los ministros, el presbiterio y la feligresía.
Luego, el Secretario Canciller del Arzobispado da lectura al nombramiento del Arzobispo, firmado por el Papa Francisco.
Hincado, con su alba, casulla y solido en color púrpura, así como el simar y el palio blanco, el nuevo arzobispo hizo su profesión de fe y su juramento de fidelidad.
Acto seguido, el Nuncio invitó al nuevo Arzobispo a sentarse en la Cátedra episcopal desde la que ejercerá su ministerio como pastor de este pueblo de Oaxaca.
CELEBRACIÓN EUCARISTICA EN LA GUELAGUETZA
Al mediodía, en el auditorio Guelaguetza se realizó la celebración eucarística con la asistencia del Nuncio Apostólico (representante del Papa en México), Franco Coppola, el cardenal Juan Sandoval Íñiguez y unos 48 obispos, entre los que sobresalieron Héctor González Martínez y Miguel Ángel Alba Díaz, quienes vivieron en Oaxaca.
Después de la despedida del arzobispo José Luis Chávez Botello y de mostrar el documento a los miles de fieles que se congregaron, se leyó el nombramiento papal.
Terminada la lectura de las letras apostólicas, el nuevo Arzobispo se sentó en la sede con mitra y se le entregó el báculo de pastor e inmediatamente después los obispos que los acompañaron lo felicitaban y aconsejaban.
Llegó el momento del ofertorio y sucedió algo inusual cuando de las escalinatas bajaron los danzantes de la Pluma, seguidos de indígenas y mestizos, algunos descalzos y vestidos con ropa sencilla.
Por unos minutos se bailó la Danza de la Pluma, mientras el purpurado recibía tortillas tlayudas, pan, fruta, dulces regionales y otras ofrendas típicas de Oaxaca.
La primera lectura la realizó una jovencita invidente que leyó en el sistema Braille. Al final, no pudo contener las lágrimas por la emoción.
En su homilía, el purpurado pidió a los servidores públicos –el gobernador Alejandro Murat, su esposa Ivette Morán y el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Raúl Bolaños Cacho Guzmán, ahí presentes- a ser “buenos administradores de lo que Dios ha puesto en sus manos porque la honesta distribución de los bienes hace posible que se viva mejor en nuestros pueblos”.
“¿Cómo han vivido, han hecho a un lado la bondad que Dios ha puesto en sus corazones y ha entrado a vivir en ustedes la maldad?”, cuestionó.
Y se pronunció por cambiar “el rostro triste de los que sufren pobreza y miseria, por un rostro alegre al tener trabajo y recursos para vivir dignamente.
“Al pensar en nuestros pueblos, se piensa también en las autoridades, ¿qué hacen, cómo ejercen su autoridad?, encontramos que hay buenas y malas, al mirar el sufrimiento, la pobreza y el desencanto de nuestro pueblo”, insistió.
Mientras que a los sacerdotes les pidió “mirarse y tratarse con misericordia, para tenderse la mano y así superar sus debilidades, a fin de seguir siendo luz en este mundo de tinieblas (…) para que terminen conflictos y lucha de hermanos, que viven en la misma tierra y tienen los mismos derechos y obligaciones.
“Trabajemos por la reconciliación y la paz, solamente debemos de pensar en el bien de nuestro pueblos, para que vueltos al Señor transformemos estas realidades de muerte y de pecado”, puntualizó.
También pidió al pueblo que le ayude con su oración “para que no me deje llevar por los halagos y vivir la fe con sencillez de corazón”, frente a sus “limitaciones, debilidades y miserias”.
“Encomiéndenme a Dios para que viva como un verdadero pastor, sirviendo a la Iglesia que se me ha confiado y me mantenga siempre alerta para que el enemigo, el diablo, no me devore”, suplicó con humildad.
Antes de la bendición final, convocó nuevamente a los sacerdotes a redoblar el compromiso de servir al Señor, “siendo sacerdotes la vida completa” y con el único interés de la causa del Evangelio, de fidelidad al Señor y a la madre Iglesia:
“Sean entregados a la causa del reino, en medio de este pueblo pobre que espera mucho de nosotros, no matemos su esperanza y juntos seamos mejores hombres consagrados a Dios, para transformar estas realidades de muerte y de pecado, por realidades de vida”.
“Que Dios me ayude a estar siempre con nuestro pueblo, y como dice el papa Francisco, con olor a oveja, sin sentirnos ni vivir como príncipes”, remató.
La misa terminó con la bendición, pero la feligresía continuó porque se les ofreció la Guelaguetza con sus tradicionales bailes y jarabes, mientras que degustaban de tortas, fruta y agua que sus parroquias les prepararon.
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