Adrián LOBO
OAXACA.- Irónicamente existe una gran posibilidad de enfermarse justamente en el lugar donde las personas acuden a curarse. De hecho es común que los gérmenes más resistentes se encuentren en los hospitales. No solamente es un riesgo para los propios pacientes sino que también para el personal que los atiende.
A las infecciones que se contraen en estos lugares se les conoce como infecciones nosocomiales y son entre l.as y los pacientes la complicación o evento secundario de mayor incidencia durante su estancia en el hospital y pueden no solamente extenderla hasta en cuatro días en promedio y cuadruplicar el costo sino que incluso una importante cifra de mortalidad se debe a ellas.
¿Y a qué se deben?
Pues como ya sabemos en el ambiente puede haber toda una gama de microorganismos. Los hay que se propagan por el aire o por contacto directo y prácticamente en todo lugar y en todo momento estamos expuestos a ellos.
Contra la mayoría nuestras defensas ya se han desarrollado y nos protegen así de alguna enfermedad que nos puedan ocasionar, pero cuando el sistema inmunológico se encuentra deprimido o se topa uno con algún agente patógeno que ha desarrollado o naturalmente tiene resistencia a los antibióticos entonces puede haber problemas.
Además de existir en un huésped, en condiciones favorable virus, bacterias y hongos pueden sobrevivir en el ambiente o en superficies inanimadas, desde unos minutos, hasta horas o varios días, incluso meses enteros.
Por ejemplo, la famosa bacteria E. Coli puede vivir desde una hora y media hasta 16 meses, el famoso estafilococo dorado desde siete días hasta siete meses, la Vibrio Cholerae (que es la causa del cólera en humanos) puede resistir de uno a siete días.
Entre los hongos el conocido como cándida puede permanecer de uno a 120 días. Y entre los virus, el de la hepatitis “A” vive desde dos horas hasta 60 días, el de la hepatitis “B” en promedio siete días y el de la influenza de uno a dos.
Debido a esta exposición reiterada a peligros potenciales al personal que está en contacto directo con pacientes se le otorga un periodo vacacional conocido como “de mediano riesgo”, para mí sería más provechoso un bono en efectivo, pero yo no hago los reglamentos.
Afortunadamente existen medidas de carácter preventivo que resultan extremadamente útiles en el combate a estos patógenos y que afortunadamente son muy sencillos de aplicar.
La primera, la más efectiva y barata es el lavado de manos. En la vida cotidiana con jabón común es suficiente, en el medio hospitalario se recomienda que tenga propiedades bactericidas y se prefiere en forma líquida.
Ahora ya es muy común el uso de bactericidas líquidos o en gel que son igualmente grandes aliados en esta guerra contra los gérmenes. Aunque podría llegar a resultar contraproducente según estudios recientes.
También, para mayor efectividad, esto debería realizarse utilizando la técnica adecuada. No toma más de cuarenta segundos y se compone de una secuencia de pasos desde que se abre la llave del agua hasta que se cierra y se secan las manos. Según la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) el procedimiento es el siguiente:
- Abrir la llave y mojarse las manos.
- Aplicar suficiente jabón.
- Frotar vigorosamente las palmas entre sí.
- Frotar la palma de una mano contra el dorso de la otra entrelazando los dedos, y viceversa.
- Frotar las palmas de las manos entre sí, con los dedos entrelazados.
- Frotar el dorso de los dedos de una mano contra la palma de la mano opuesta, manteniendo unidos los dedos.
- Rodear uno de los pulgares con la palma de la mano opuesta y frotarlo con un movimiento de rotación y viceversa.
- Frotar la punta de los dedos de una mano contra la palma de la opuesta haciendo un movimiento de rotación y viceversa.
- Enjuagar las manos.
- Secarlos con una toalla de papel.
- Tomar otra toalla de papel y usarla para cerrar la llave.
Ahora bien, todo esto no se trata de lavarse una vez y ya. No, es todo un sistema de higiene hospitalaria de manos donde su aseo debe realizarse especialmente en cinco momentos que resultan críticos y que son los siguientes:
- Antes de tocar al paciente.
- Antes de realizar una tarea limpia / aséptica.
- Después de estar expuestos a líquidos corporales.
- Después de tocar al paciente.
- Después de estar en contacto con el entorno del paciente.
En el hospital donde yo trabajo el 99 % del personal no utiliza la técnica recomendada ni cumple con la recomendación de los cinco momentos, desafortunadamente.
En el cuidado diario de la salud también es muy importante este aseo, principalmente al manipular alimentos y después de ir al baño pero es aconsejable también hacerlo al volver al hogar, después de estar en contacto con una persona enferma, después de haber manipulado billetes o monedas, antes de amamantar, después de tocar a las mascotas, etc.
Es tanta la trascendencia de este acto en apariencia tan simple que se han declarado dos conmemoraciones al año en todo el mundo: El Día Mundial del Lavado de Manos, que es cada 15 de octubre, y el Día Mundial de la Higiene de manos, cada 5 de mayo.
