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La verdadera Guelaguetza es compartir en comunidad; ‘la minería nos roba la identidad’

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Antier fue el Día Estatal de la Rebeldía contra la Minería en Oaxaca y, coincidentemente, fue también el primer Lunes del Cerro de este año y la celebración de la Guelaguetza “mayor” en el Cerro del Fortín; patrocinada, por cierto, por Cuzcatlán, empresa minera filial de la canadiense Fortuna Silver Mines, a tres kilómetros de San José del Progreso, un pueblo rebelde que insta fuerte el «No a la Minería«.

Fue en San Martín de los Cansecos que, al unísono de la popular, se vivió otra Guelaguetza: la real.

Apenas a las 9 de la mañana, frente al Templo de San Martín ya se veían vaciados todos los invitados, o sea todo el mundo, sentados en mesas comunitarias comiendo pozole, pan dulce y tamales de frijol y de rajas con pollo.

Alguien dijo, esta es la verdadera Guelaguetza, mientras saboreaba la rica espesura de su bebida local.

Colgado, detrás de un comedor lleno de niños y niñas vestidas para la Danza de la Pluma, se lee en una lona colorida “Guelaguetza de los Pueblos de Oaxaca Contra la Minería en el Marco del día de la Rebeldía contra la Minería«.

IMG_5451Guelaguetza significa compartir en comunidad: 'la minería nos roba la identidad' pagina 3

Enseguida del desayuno, suena el micrófono con el aviso de que pronto saldrían quienes asistirían al lago Yuguvene, a un kilómetro tan sólo de donde se desayunaba; las camionetas, las combis y un camión de ruta que fallaría esa mañana esperaban en la calle contigua para llevar a la gente al ritual de agradecimiento a la Madre Tierra.

Bienvenidos y bienvenidas a este lugar. A este lugar que no nos habla de otra cosa más que de la vida. Por donde quiera que vemos estamos mirando la vida”, inaugura Carmen Santiago Alonso, directora de la Asociación Civil Flor y Canto, frente a un círculo de pobladores que converge en el rotundo “No a la minería”.

Frente a Carmen Santiago hay acomodado, enseguida de un pozo rectangular de metro y medio o dos metros y de un montón de tierra, cuatro rebozos que hacen una equis, cada uno lleva encima maíz, frijol, tortillas, cebollas, zanahorias, totopos, calabacitas, tomates, pan, chocolate y mezcal, las ofrendas que se sepultarán para la Madre.

cruz de ofrendas para el ritual de la madre tierra pagina 3

Luego del discurso inaugural, la activista pide a los presentes que enciendan la vela que las han repartido; dice que aquélla significa la luz que cada quien aporta, un compromiso con la tierra, el aire, el fuego, el agua, para cuidarlos, porque traen vida a los pueblos, a la siembra.

Ya con todo mundo llevando fuego en manos, prosigue Carmen a la limpia de copal y recorre la rueda de gente que presencia el ritual para llenar a todos de su humo.

Momentos después, la gente en el lugar se dirige hacia los cuatro puntos cardinales; se reparten turnos para agradecer a la naturaleza y tomar energía del Sol alzando las manos.

todo mundo alza las manos en el ritual de la guelaguetza contra la minería pagina 3

Al terminar, Santiago Alonso pide que pasen a tomar las ofrendas que yacen en el pasto, que las echen bajo la tierra para nutrirla, para pedirle fuerza para una lucha difícil, ardua, contra las mineras; una de ellas, la canadiense Fortuna Silver Mines, incluso se ve a unos kilómetros.

Piden que su contaminación industrial no alcance el lago Yuguvene, ni el árbol que da sombra a este suceso.

Suena un cuete en el cielo que combina con las nubes al deshacerse; han venido reventando desde el principio del ritual, es para ahuyentar los malos espíritus.

La gente pasa, algunas personas toman totopos y los rompen con sus manos para echarlos en el sepulcro o el canal para dar ofrenda.

Al cabo de un rato, el pozo se llena de comida y alguien ya reparte mezcal para celebrar.

El ritual cierra con la participación de dirigentes comunitarios de San Martín de los Cansecos, de Monte del Toro, de El Vergel, Los Ocotes, Santa Catarina Minas, Magdalena Ocotlán, San Nicolás Yaxe, San Dionisio Ocotepec y Magdalenta Teitipac; representantes de cada localidad toman la pala y toman tierra y vacían sus pensamientos, sus deseos de respeto y vida bajo el estandarte de “No a la Minería”.

El hoyo se va tapando, pasan mujeres, hombres, niñas y niños, quienes engarran el instrumento como empuñarían la laya en el campo y arrastran su porción para sepultar las ofrendas.

De vuelta en la explanada municipal de San Martín de los Cansecos, en el kilómetro 53 de la carretera 175 Oaxaca-Puerto Ángel, al terminar el ritual comienza la fiesta al ritmo de la banda Dinastía de San Pedro Apóstol que retumba sus trompetas hasta que suena en el micrófono y se da palabra para aterrizar la razón de esta alternativa Guelaguetza.

Hoy, San Martín de los Cansecos se viste de gala, está de fiesta, es una fecha muy especial. A lo mejor alguien que no haya participado en estas reuniones, pues no sabe el significativo: hoy se festeja una de las formas de esta lucha, de estas jornadas que encabezan autoridades ejidales, comunales y municipales”, discursa el Secretario de Bienes Comunales de San Martín de los Cansecos, Isaac Pérez.

Y es que en el estado de Oaxaca, hay 322 concesiones mineras que ocupan 5% del territorio estatal. Son 41 proyectos mineros que explotan oro, plata, cobre, zinc y hierro.

En etapa de explotación comercial están San José, del municipio de San José del Progreso y “El Águila” en San Pedro Totolapan; dos proyectos están en etapa de desarrollo y 36 en etapa de exploración. Uno está en postergación, según datos del trabajo Minería y Privilegios” de Oxfam México.

Además de estos proyectos, en territorio oaxaqueño, se plantean 68 proyectos hidroeléctricos, de 9 a 14 presas y 24 parques eólicos. Además de que se encuentra la Zona Económica Especial en el Istmo de Tehuatepec, rechazada por 50 organizaciones.

Al aceptar la minería, acaban con lugares sagrados donde pedimos lluvia”, dice el representante de Santa Catarina Minas.

La resistencia declara que el progreso de los proyectos mineros y otros megaproyectos, implica la pérdida de tierras, de tejido social, de cultura y tradiciones.

La minería divide, destruye y lucra a los pueblos donde se asienta.

10 años de estar trabajando en esta región. Hace 2 años se juntaron las comunidades. 10 años de venir construyendo la esperanza. Nos roban la identidad”, dice Marcos Leyva Madrid, de Servicios para una Educación Alternativa (EDUCA).

Marcos insiste en continuar con el pie al frente contra los proyectos que pretenden acabar con sus territorios con base en falacias comerciales y falsas esperanzas de progreso comunitario.

Por eso resalta esta Guelaguetza, la otra, porque hablar del verdadero sentido de comunidad y de la representación pura de lo que implica la fiesta, es prioritario; la tradición es prioritaria para rebelarse ante el desvanecimiento.

Me muero”, grita Centéotl, “adiós, adiós, Madre Maíz, Padre Jaguar, si muero seré alimento de tu raíz”.

La diosa Centéotl es Irazema Jiménez, de Teatro Tetric; con ella, apareció también Ernesto Diez. Son de San Nicolás Yaxe y presentaron la obra de teatro “Ecos de una América Libre” en medio de la multitud celebrante de esta Guelaguetza.

En la historia, Irazema y Ernesto representan con marionetas, máscaras y actuación la historia del México tradicional, rural, plasmada con campesinos hechos en marioneta que alababan la naturaleza y respetaban las costumbres.

A ellos se adhiere la presencia de dioses con máscaras y símbolos espirituales -como el perro- que influían en las decisiones del humano antiguo, quizá, impoluto.

La Diosa del Maíz aparece casi al final de la representación, Ernesto la asesina con una máscara españolizada tipo el don Quijote de la Mancha. Es así que muere una era y comienza el distanciamiento del ser y la tierra.

La obra termina pero la fiesta sigue, se sirven los mezcales y abunda la fruta. En el escenario aparecen músicos talentosos y la gran Danza de la Pluma que, al fin, después de toda la mañana, han podido representar las y los jovencitos en ciernes.

Y la Guelaguetza corre, la verdadera. Mientras en la capital de Oaxaca las calles se inundan  de turismo y los ingresos estatales crecen. En un pueblo a un par de horas la convivencia apremia al verdadero mensaje del festejo.

Guelaguetza es compartir”, explicaron en la primera mañana, mientras enseñaban la canasta de pan dulce y llegaba el atole. “Guelaguetza es esto, la comunidad” o esto de aquí, como en la foto, las personas compartiéndose comida, sonrisas y amor.

señor repartiendo pan en el compartir de la verdadera Guelaguetza contra la minería pagina 3

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