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Del Juguete Rabioso al Diario negro de Buenos Aires: una plática con Federico Bonasso

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Texto: Gerardo Pineda Arciniega.

Federico Bonasso nació en Argentina, se vino para México a sus doce años en 1980, fueron sus padres exiliados políticos de su país de origen en la dictadura de Jorge Rafael Videla; aquél pequeño adolescente fue traído a Ciudad de México donde se criaría como argenmex, es decir, un híbrido de dos latinoaméricas que hacen una brillante cosmopolita facundo cabraliana porque el escritor y músico no es de aquí, ni de ashá.

Bajo un rostro amigable, ojo azulado, güerito con vellos ya blancos porque me dijo que ha pasado el quinto piso, se muestra un hombre sincero, ávido de contarte su historia, apasionado de dos o tres cosas, o de todo, porque más bien noté que le encanta esmerarse cuando habla, contar y contar, como si al hablar escribiera.

Es en la sala de prensa de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca que alcancé a entrevistar a Federico antes de que presentara su libro Diario Negro de Buenos Aires, una novela de re-migración, la vuelta a sus orígenes en la capital argentina.

La voz del autor tampoco es de aquí ni de allá, a veces se le tuerce el musical tono bonaerense pero las palabras que usa son de México y, cuando las usa, aparece una indiscutible presencia chilanga.

«Cuando el Juguete Rabioso se desarmó allá a finales del 99… Yo, como todo hijo del exilio, yo vine a México siendo muy chavito, fui de los que se benefició con la generosidad milenaria de esta tierra, sobre todo de la gente, del pueblo mexicano que recibió a sin fin de exiliados políticos que pudieron rehacer su vida.

«Cuando se desarma mi banda chilanga de rock, yo, en un estado de mucha tristeza, decido ir a Buenos Aires a ver qué me estaba esperando allí«.

Por eso Diario Negro de Buenos Aires, una composición literaria que cincela Federico Bonasso desde sus memorias en ese viaje y desde su talento como creador de hechos fantasiosos. El escritor insiste en que aunque este texto toma relatos de su vida, la mayoría son invenciones que, dice luego en la presentación del libro, no tiene el valor de hacer realmente.

«Fue un viaje que por muchas razones fracasó. Producto de ese viaje, yo he hecho un libro«, me platica Federico.

Como juguete rabioso federico bonasso
Federico Bonasso fue cantante y baterista en el grupo de rock Juguete Rabioso.

De músico a escritor

«Me rompieron el corazón a los quince años, una de las innumerables veces que me han roto el corazón. Una chava muy linda que me tenía enloquecido me dijo: no. Entonces había, no sé si ustedes se acuerdan, unos cuadernos Scribe de 500 hojas, yo lo atiborré de poemas para curarme. Hice quinientas hojas de poemas.

Y ahí atrás (en su casa de entonces) estaba mi abuelo que es un personaje sensacional: este bonazo Ernesto, que había sido amigo de los poetas surrealistas, había vivido en París de la preguerra. Un loco que sale en los libros de Sábato como personaje. Amigo de León Felipe; no bueno, mi abuelo era una leyenda sensacional.

Entonces me dice: hombre y qué hacés. Le digo: abuelo, estoy escribiendo unos poemas. ¿Poemas? A ver. Y se sentó y pidió un café a mi madre: ‘¿Silvia me preparas un café? Sí, Ernesto, te preparo uno’ y se chutó mi cuaderno Scribe de 500 hojas en una hora. Luego me dijo ‘ven, Fede, siéntate, ven’ y me empezó a ponderar las virtudes del fuego, ‘el fuego es un instrumento maravilloso’. Yo dije entonces qué, ¿los ves luminosos (los poemas)? No, no, no: los tienes que quemar todos, son una porquería, no se salva ni uno solo«.

Federico Bonasso fue primero escritor que músico, él lo reitera, incluso desde antes de sus quince cuando se intento por la poesía adolescente, pero falló, según el abuelo Ernesto Bonasso, quien a su vez también fue escritor y periodista bien conocido, él luego tendría a Miguel Bonasso, otro escritor y periodista; padre de Federico, cuyo turno llegó de lucir su propia prosa.

Quizá por su herencia Federico fue escritor incluso antes de que naciera, pero se forzó en el rock argenmex, inspirado en Paez y en Charlie García por puro capricho. Los genes le alcanzarían y de ahí sus poemas catárticos de chavito se transformarían en una catársis más madura, una de negro humor y sencillez narrativa contenedora de tremenda crítica sociopolítica derivada de una migración latinoamericana no necesariamente forzada, pero sí inevitable.

Diario Negro de Buenos Aires

«El personaje es un tipo que tiene una vieja herida en el centro del corazón a la que él llama Buenos Aires. Buenos Aires no es tanto la capital, es un país con una región del tiempo, con un espacio en su corazón, a donde él quiere volver desesperadamente. Y lo que vamos a encontrar en el libro es el intento de regresar a ese lugar«, es lo que cita Federico cuando le pregunto cómo es su personaje, un ente que, por cierto, no lleva nombre en su novela.

«Espero que los lectores se suban a ese barco y entren por los laberintos del personaje y lo que le va ocurriendo y resuelvan el problema de si él logra resolver o no, encontrar o no, aquello que fue a buscar«.

El hecho de que no lleve nombre la ficticia personalidad literaria de Federico tiene que ver con aquello que él me platicó debe de ser el centro de Diario Negro de Buenos Aires: el desconcierto, la búsqueda del protagonista por encontrar una identidad que durante toda su narración permanece a la deriva, suelto en una Argentina que no es la que pensaba y lejos de un México que le destanteó la vida y lo aventó a un mar reflexivo sin mapa.

La entrevista evoca instintivamente a Juan Rulfo, por la similitud que vibra con la estructura literaria de Pedro Páramo y Diario Negro de Buenos Aires. Una distancia holgada, opina Federico, que hablemos de Rulfo y Bonasso como dos gotas del mismo vaso, pero acepta el halago cuando se lo proponen.

El parecido entre ambos escritores radica en la muerte, un tema presente en el libro que se ha estrenado, el personaje sin nombre llega a Buenos Aires, compuesto de tantos simbolismos, y crea en la fantasía una conversación con espíritus o invenciones de éstos, tal como si fuera Comala.

Por otro lado, por ser Argentina, aparece en nuestra conversación Jorge Luis Borges, una inspiración para cualquier latinoamericano. Asegura el autor que en su libro alude indirectamente al poeta y también narrador de Buenos Aires.

Que surgieran Borges y Rulfo no fue la sorpresa para mí, teniendo en cuenta que Federico es mitad Argentina mitad México, uno supondría que la fusión de aquéllos dos serían las obvias metas narrativas. La sorpresa en realidad fue un tercer autor, fundamental en la literatura, pero un tanto lejano de la narrativa latina.

«Para mí hay un checoslovaco allí atrás que es el que manda: Kafka. Porque Kafka es el genio de la autocompasión, la disfraza muy bien. Basta recordar la primera línea de la metamorfosis para entender que en la metamorfosis él está hablando de sí mismo, no de Gregorio Samsa y por lo tanto, darse cuenta que es un maestro de la autocompasión. Ha hecho de la autocompasión una red finísima de propuestas psicológicas y universos literarios. Yo creo que es el principal papá de las sensaciones del Diario Negro«.

Así es como con voz inspirada mostró la presente influencia kafkaesque en su obra.

Además, quizá sólo porque es su favorito, ha de aparecer también el estadounidense Ray Bradbury, a quien menciona sin chistar como el escritor que «le abrió la cabeza» y le «invitó a mundos tremendos» pero que, por ser ajeno a la estructura que buscó el autor, no curtió junto con los demás inspiradores (en una manera importante) al Diario Negro de Bonasso.

Más que un libro

Veo a Federico con tanta pasión por escribir, por la literatura, por autores y autoras y me surge una cuestión que no pude detener, aunque fuera una grosería, que si su edad era una presión para él, un autor relativamente tardío en una realidad literaria latinamericana con tanta competitividad.

Buena pregunta, me dice él, claro, con su temple amistoso, y responde: Sí, sí la hay.

«Publiqué una novela tardíamente porque no me quise apurar nunca a publicar. Yo autoedité mi primera novela, una novela juvenil que adoro y que está llena de todos los defectos de las novelas juveniles. Yo creo que está es una novela más madura.

«Tengo mucha literatura que estoy generando en ciernes, tengo 5 proyectos literarios en la cabeza. No sé por cuál me voy a decidir pero tengo una novela río, tremenda, brutal; tengo dos novelas cortitas, basadas también en memorias autobiográficas, sensaciones de mi infancia que me gustaría convertir en historias; tengo un libro de cuentos y una obra de teatro y escribo poesía.

«O sea, no he parado ni pararé de escribir. Pero ahora que soy un autor publicado sí siento cierta presión de qué viene después«.

federico bonasso

Finalmente, las migajas que Federico Bonasso deja tendidas en el suelo, para quien me haya alcanzado hasta acá en esta redactada plática con este fascinante músico y escritor, tienen que ver con amor romántico, para lo cual este argenmex es brillante cuando lo platica, un amor que encontraremos en la obra al leerla.

Aquellas migajas también tienen que ver con el descubrimiento de una influencia misteriosa, un autor escondido entre sus párrafos novelescos y que al parecer ni sus más cercanos han sido capaces de revelarlo. Por ello se detiene, no me dice, pero sí me da pistas: «Hay un recurso en el libro del sarcasmo y de la burla y de la ironía a todo, empezando por mí mismo, y (eso) lo tienen algunos escritores, uno de ellos escribió Viaje al Fin de la Noche«, ése último es el hombre detrás del alma bufona que edifica al Diario.

Federico desenmascara, tan sólo en nuestra plática breve, una primera capa de lo bárbaro y profundo que es Diario Negro de Buenos Aires y, además, anima a que las siguientes marañas las tenga uno que quitar con la adquisición del texto y su detenida lectura.

Un extra de Bonasso: sobre indígenas y feminismo

Federico Bonasso es mucho más que el creador del Juguete Rabioso, donde tocó la batería y cantó; es más que un escritor, que un hijo de su padre y un nieto de su abuelo; es más que Diario Negro de Buenos Aires, que un argenmex y tal vez también incluso más que un interesante opinólogo, con una visión facultada para atinarle al diagnóstico mundial del ecosistema sociopolítico.

Sobre indígenas y feminismo hablamos al final de la entrevista. Dos terrenos que se alejan a primera impresión de Diario Negro de Buenos Aires, pero que por ser éste un clásico también los abarca, porque un buen libro habla de todo cuando habla de una cosa.

Dice Federico que en el libro hay un fragmento relativo a una pareja de indígenas que simbólicamente dan un guiño a su opinión del racismo argentino, quizá también mexicano. Es en el metro de Buenos Aires, la escena muestra a un par de yupis (algo como juniors en México), «güerotes, grandotes con pinta de jugadores de rugby«, cuenta Bonasso, «humillan a una parejita de indígenas bolivianos«.

Cuenta que su personaje sin nombre busca intervenir y, sin poder hacerlo por miedo, queda traumado, mostrando una preocupación por las injusticias contra indígenas y quizá una indiferencia de costumbre en la masa de América Latina.

Al respecto del tema, agrega: «El Juguete Rabioso, mi banda de los noventas, adoptó de inmediato las manifestaciones zapatistas y fuimos parte de un colectivo de grupos muy importantes que organizó unos conciertos que fueron tremendos, unos masivos muy importantes que se armaron en apoyo de las comunidades indígenas y para detener la avanzada militar del 95, del 96, del 97«.

«Yo tuve una mamá que intentó educarnos, luchó contra el machismo que había en casa, producto no de una insensibilidad, yo creo, de mi abuelo o de mi padre, sino de los condicionantes culturales que nos han hecho unos machos de mierda tanto tiempo hasta que las chicas nos han puesto un espejote en la cara, en frente, y nos han dicho a ver: aguas».

Sin asegurar que hubiese una presencia feminista en su libro, a Federico le agrada que lance la pregunta, casi mecánicamente, en un contexto literario y político donde la posición de este tema va de cajón al formar un perfil.

«Mi mamá ya desde chico intentó vacunarme lo más que pudo, contra la noción del rol de género, por ejemplo, de que las mujeres estaban destinadas a cumplir un rol en la vida mientras los hombres eran los que discutían, resolvían, con un whisky el mundo: vasos de whisky que después lavaban las mujeres.

«Mi mamá me enseñó de muy chavo a que eso estaba mal, que era completamente injusto y aparte una pendejada total. Yo creo que he combatido sin negar que he caído en defectos machistas por supuesto.

«Mi postura creo que queda muy clara en la última gran marcha feminista que hubo en DF (Ciudad de México), las chavas más radicales bañaron de pintas el ángel y algunos personeros del gobierno de la ciudad se apuraron en las redes sociales a decir ‘ya están las estaciones limpias de nuevo y los letreros. Y les digo: ¿y por qué limpiaron tan rápido las pintas? Yo si hubiera sido gobernante de la ciudad hubiera dejado las pintas como un testimonio brutal, gráfico, contundente y cotidiano del horror que están viviendo las mujeres en este país«

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