OAXACA, Oax. (pagna3.mx).- El Piloto Aviador de la Fuerza Aérea Mexicana, Edgar Rogelio Estrada Lázaro, abrió sus alas y voló muy alto para surcar los cielos en su encuentro con la eternidad.
El hombre que piloteó la aeronave que transportó al Papa Juan Pablo II durante su primera visita a México y que participó en brindar ayuda humanitaria a los damnificados por la erupción del volcán El Chichonal, en Chiapas, falleció el pasado viernes 3 de enero de 2020 en la ciudad de Oaxaca de Juárez.
Hasta su último estertor, el Coronel Piloto Aviador, Edgar Rogelio Estrada Lázaro, con gran valor rindió homenaje a la nobleza de su propio corazón y el domingo 5 de enero fue despedido por familiares y amigos en el Panteón General de esa ciudad.
“El Indomable” como le hacían llamar –aunque también fue reconocido como “Lázaro”, por el apellido materno—pero sobre todo por no doblegarse a pesar de las novatadas y los abusos de quienes por ostentar grados superiores pretendían humillarlo, recibió honores de los cadetes de la Generación 33 de la Escuela Militar de Aviación.
Ahí estuvieron el General de División Piloto Aviador Benjamín Romero Fuentes; General de Grupo Piloto Aviador José Luis Pacheco Pang; Gral. de Ala Piloto Aviador Pablo Leonel Vargas Martínez; Capitán Primero Piloto Aviador Retirado Óscar Fernando Ramírez Alvarado; Capitán Piloto Aviador Celestino Carrasquedo, y el Capitán Piloto Aviador José Luis Olmos Gómez, para rendirle honras fúnebres al Coronel Piloto Aviador Retirado de la Fuerza Aérea Mexicana, Edgar Rogelio Estrada Lázaro.
De igual forma, se hicieron presentes la Asociación de la Escuela Militar de Aviación, la Sociedad Mexicana de Estudios Aeronáuticos Latinoamericanos y la Asociación de Veteranos de la Segunda Guerra Mundial, para despedir al amigo.
Compartieron que en “las épocas o momentos de adversidad el Indomable los combatió durante toda su vida con su carácter optimista, contagioso incluso para quienes se resistían a la sonrisa que explotaba por las ocurrencias de su chispa a veces ácida, pero siempre festiva.
Y resaltaron que el valiente oaxaqueño: Edgar Rogelio Estrada Lázaro, fue un ejemplo de tesón, verticalidad y amor por la vida.
Edgar Rogelio (Oaxaca 1951-2020) creció en las comunidades rurales donde sus padres, Rosa Lázaro Chávez y Rogelio Estrada y Salvador, impartían la enseñanza primaria, aunque tuvo que trasladarse a la capital para concluir el nivel básico en el internado “Ignacio Mejía”, donde conoció la rudeza de sus compañeros mayores.
La secundaria la cursó en la Escuela Presidente Juárez y el bachillerato en la Preparatoria General Diurna de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.
A los 18 años, ya forjado su carácter, su vocación lo inclinó a una carrera no convencional en aquel tiempo, la de piloto aviador que lo llevo al Colegio del Aire, en Zapopan, Jalisco. La rectitud y el apego a los principios sustentados en el lema “Valor, Honor, Lealtad” y en la legalidad y normatividad militar se fueron afianzando desde sus primeros años en la Escuela Militar de Aviación, y le valieron el reconocimiento y respeto de sus compañeros y superiores del Colegio.
Su cumplimiento e inteligencia le brindaron rápidos ascensos en la milicia, donde a pulso ganó condecoraciones de perseverancia que lo colocaron en tareas de alta responsabilidad: instructor en el Colegio del Aire y en la Base Aérea Núm. 1 de Santa Lucía, Instructor de vuelo en la Escuela Militar de Aviación del Colegio, en la Base Aérea Militar Núm. 1 de Zapopan, así como coordinador e vuelos y jurado en exámenes de promoción, entre muchas más
Y sus constantes cursos de adiestramiento en Marsella y Tolousse, Francia, le confirieron la especialidad de piloto de helicóptero, experiencias que lo integraron después a la Unidad Especial de Transportes Ejecutivos del Alto Mando del Estado Mayor Presidencial, donde se ocupó de los traslados del Jefe del Ejecutivo y de los miembros de su gabinete a principios de los ochenta, así como la transportación del Papa Juan Pablo II durante su primera visita a México y del transporte de ayuda humanitaria a los damnificados por la erupción del volcán El Chichonal, en Chiapas, entre otras misiones.
Las épocas o momentos de adversidad los combatió durante toda su vida con su carácter optimista, contagioso incluso para quienes se resistían a la sonrisa que explotaba por las ocurrencias de su chispa a veces ácida, pero siempre festiva.
Descanse en paz este hombre sencillo, recto y generoso que con gran valentía abrió sus alas y voló muy alto para vencer las vicisitudes de su existencia con una sonrisa que hemos de guardar en nuestra memoria.
Va un fuerte abrazo a la familia Estrada Lázaro y a la esposa del finado Martha Alicia Moscoso.
