Retornos hay muchos y famosos; están los viales, el de los brujos, el de los envases y hasta el extraño de Diana Salazar. Hay algunos inciertos, como una expectativa eterna, otros anhelados como el de un ser amado, otros temidos como el de Lord Voldemort y algunos que ocasionan revuelo y nerviosismo, ¿no es cierto, Lozoya y compañía?
Hay retornos prohibidos como en los destierros y vaticinados, como en las profecías. La idea del retorno ha inspirado poemas, canciones y demás obras; de Vicente Fernández a Ulises, pasando por las oscuras golondrinas y tupidas madreselvas, el concepto del retorno, la vuelta, es como una constante en la vida, puede ser esperanza, causar rechazo, ilusión, miedo, en fin, que puede invocar casi cualquiera de las opciones posibles en el abanico de las emociones humanas.
Un regreso polémico que supuestamente se avecina es el de los compañeros trabajadores de los servicios de salud de Oaxaca, aunque podría ser de todos los burócratas, que fueron enviados a resguardarse en sus casas por ser demostradamente más susceptibles a contraer el coronavirus y desarrollar complicaciones con un alto riesgo para su vida; aquellos mayores de 60 años, los que padecen diabetes o hipertensión. Alguna mente loca parece haber ideado ese regreso que me siento impelido a rechazar en base a mis muy particulares apreciaciones de la situación actual; acabo de leer que se planea la vuelta al color rojo del semáforo para el estado de Oaxaca a partir del 20 de julio, según se informa será por una semana en tanto se observa la evolución de la pandemia en esos días pero yo creo que es imposible que vuelva a pasar a naranja en un corto plazo, y ni pensar que podría avanzar más, no en un corto plazo. Tengo la impresión que el paso de rojo a naranja se empleó como una medida de alivio de la presión social, se usó como una válvula de escape buscando darle un respiro a comerciantes, empresarios de diversos ramos y personas que tienen su modo de vida trabajando en las calles. La decisión se tomó sin tener para nada en cuenta los temas de salud pública. Y así como es arriba, es abajo; en los servicios de salud de Oaxaca creo que buscan evitar que crezca el descontento y tranquilizar a los trabajadores que continúan en activo y que de alguna manera han cubierto la falta de personal. Pero esto ha ido mal desde el principio, yo creo que se precipitaron al tomar la medida – acertada sin duda – de confinamiento preventivo para los trabajadores que presentan mayor riesgo, en teoría la reacción fue tomada a tiempo pero en la práctica vimos que se adelantaron demasiado, esos compañeros bien pudieron haber trabajado un mes más antes de irse a resguardar, esa anticipación ocasionó también el desgaste temprano de algunos trabajadores a quienes se les empezaron a pedir – imponer, en el caso de los eventuales – la realización de guardias extra que en realidad no fueron de gran utilidad, hasta podría decir que de ninguna. Esas guardias extra que se impusieron en un momento en que no eran necesarias lo son ahora que algunos compañeros se han contagiado y han tenido que guardar cuarentena, reduciendo aún más el personal en activo, pero entre el personal ahora se hacen más objeciones, entre otras cosas, porque no se sabe cuándo se nos pagarán esos días que nos deben, realmente no hay para cuando, yo calculo que hay compañeros a quienes deben diez o más días, y porque del bono prometido no se sabe nada, además de la inconformidad que se trae arrastrando sobre la falta de materiales y equipos. Esa determinación de enviar a los compañeros a descansar entre tanto era seguro que trabajaran en el hospital causó en su momento revuelo en algunas personas, la mayoría de las observaciones de los compañeros que se manifestaron en contra fueron, para mí, hechas sin fundamento y con mala intención, esos compañeros con su oposición virulenta (y nunca mejor dicho) evidenciaron no sólo su falta de compañerismo sino que se exhibieron a sí mismos como egoístas. Pero no todas quizá, hubo otras que fueron válidas porque seguramente se colaron por ahí algunas personas que no ameritaban que fueran acogidos para obtener el beneficio y que sólo buscaron escabullirse. He escuchado, sobre todo de médicos, que se dice que se aprovechan de la nobleza no sólo de los servicios de salud, sino de los mismos compañeros porque mientras en su trabajo en el H.G.D.A.V. les dan descanso en aras de conservar su salud, en la práctica privada siguen activos y ahora con más tiempo para dedicarse a ello. Sí es así pues qué mal. Desconozco si es verdad pero pienso que sí es posible, desafortunadamente.
En la otra parte también hay actitudes fuera de lugar, no puedo confirmarlo pero se dice que entre aquellos que van a volver algunos tienen la intención de pedir que se les respeten, y les repongan sobre todo, los días de descanso, festivos y vacaciones que no pudieron disfrutar por… estar descansando. De verdad que es inconcebible, cosas así causan una inconformidad justificada entre los que se han mantenido activos. Pero algunos alegatos en contra son algo exagerados, no se puede decir sin faltar a la verdad, que todos estamos extenuados, que han sido jornadas agotadoras y que estamos todos abrumados y al borde del colapso físico y mental debido al exceso de trabajo y por el estrés que eso nos ocasiona. La verdad está muy alejada de eso. Como ya he expresado anteriormente, prácticamente la única área que ha estado a tope, con algunas variaciones, es aquella donde están los pacientes de COVID más graves. Los compañeros asignados a ésas áreas sí merecen todo el reconocimiento y días de descanso y bonos, sin duda. Se les puede reconocer porque andan por ahí llevando en la frente la marca del virus, el rastro que les deja el equipo de protección ocular tan ajustado que portan durante las guardias, a algunos parece que ya se les hizo un callo o una cicatriz, a la Harry Potter. Y en medida algo menor tienen también esas marcas en los pómulos debido al uso prolongado de los respiradores. Para ellos sí es agotador estar ahí, el uso del equipo completo ocasiona que suden copiosamente, los respiradores los protegen pero causan también que tengan que estar inhalando el dióxido de carbono tóxico que les ocasiona mareos y otros malestares, más allá de la incomodidad hemos sabido de compañeras enfermeras que se han desvanecido después de unos minutos de tener todo el equipo puesto, creo que a todos les impacta, les golpean esas condiciones en mayor o menor medida, sin embargo son la mayoría jóvenes, son fuertes y terminan por sobreponerse. De verdad que tengo un gran respeto por todos esos compañeros, esos médicos, enfermeras, camilleros y personal de limpieza que están ahí, al pie del cañón en las áreas COVID. Por cierto que he escuchado comentarios en el sentido que el único departamento que se mantiene “invicto”, sin un solo caso de contagio de COVID, es el de limpieza, al menos hasta hace unas semanas. ¡Bien hecho, muchachas! Eso me habla de su disciplina, del cuidado que tienen en seguir los protocolos y de su capacidad. El caso de la división de limpieza de la empresa SEGLIM es una cara más de la desigualdad que se vive en el país. Su personal, yo diría en un 95% como mínimo, son mujeres, entre esa mayoría, más o menos un tercio, según mis apreciaciones, son mayores de 50 años y seguramente casi todas tienen un nivel de escolaridad mínimo. Su sueldo, como puede usted imaginar podría ser casi simbólico, imagine usted cuánto ha de rendir considerando lo caro que es todo en Oaxaca.
La llamada “reconversión” a hospital COVID es un gran fraude, al menos en el H.G.D.A.V., porque no abarcó ni siquiera el diez por ciento del hospital y probablemente ocupa un porcentaje similar de trabajadores, así que “reconversión” me suena un tanto exagerado, sería más apropiado si en todos los servicios se hubieran acondicionado espacios para recibir pacientes de COVID, pero no fue el caso. En fin.
Como he dicho en ocasiones anteriores, ahora con la pandemia las condiciones de trabajo no han sido tan exigentes en todo el hospital, por ejemplo tenemos un servicio que era común ver desbordado, lleno de pacientes y donde se trabaja usualmente con intensidad, que es Urgencias Adultos, que se ha visto en las pasadas semanas prácticamente vacío, porque de tener un promedio de unos 15 o 18 pacientes últimamente ha mantenido un promedio más o menos de cinco. De verdad, se ven muchas menos personas aquí, tanto trabajadores como pacientes, eso ha permitido que en enfermería se haya implementado un día de descanso extra (llamado “de sana distancia”). En algunos servicios que tienen unas 30 o 32 camas han llegado a tener una ocupación de cinco y hasta menos, personalmente he visto que han tenido tres en algunos lugares. De alguna manera han sido pacientes privilegiados porque han tenido una enfermera cada uno, exclusivamente dedicada a su atención, cosa muy inusual. He visto cómo las supervisoras de enfermería han decidido algunos de esos días en que hay tan poco qué hacer enviar a descansar a algunas enfermeras porque de verdad que no tiene sentido que haya tanto personal ahí en esa situación de no tener nada qué hacer. A pesar de eso no se puede decir que estamos seguros aquí, porque en cualquier momento puede llegar un paciente con COVID, ya he mencionado también que los hemos tenido y los tenemos en todos los servicios, así es que el riesgo de exposición al contagio está presente continuamente y es por eso que no estoy de acuerdo con que justo ahora traigan de regreso a trabajar a los compañeros que enviaron a resguardarse. Los han estado cuidando todo este tiempo, y para qué, ¿para que los hagan volver justo cuando el riesgo está en lo más alto y sigue en ascenso? No tiene sentido. Los apartaron del peligro cuando era demasiado pronto y los quieren regresar ahora que también es demasiado pronto y hay todavía más riesgo para ellos que cuando se fueron, pues no está bien. Les están dando el trato de cerdos que han estado cebando y ahora los quieren enviar al matadero, nada menos. Me atrevo a decir que es hasta inhumano, mentiría grande y flagrantemente quien dijera que la situación ha mejorado y que el personal del H.G.D.A.V. está todo exhausto y desgastado, para justificar la vuelta de los compañeros en resguardo. Lo dije líneas más arriba, la verdad es que la mayoría nos la hemos llevado muy, pero muy tranquilamente en lo que respecta al trabajo, nos arriesgamos, es cierto, pero de ser necesario podríamos seguir así hasta el fin de año tranquilamente y una prueba es que a nadie se le están negando vacaciones, por ejemplo. Los pagos de tiempo sí están suspendidos y también se canceló el festivo con motivo del Lunes del cerro, porque la Guelaguetza también se canceló, pero por lo demás los que seguimos trabajando estamos solventando bastante bien la situación en lo que respecta al trabajo y me atrevo a decir que si hubiera un poco de voluntad y disposición la cosa iría todavía mejor.
Lo que sí hubo fue una mala organización y una mala planeación, cierto es que nos agarró un poco de sorpresa todo esto y nadie estaba preparado pero a la vez se hizo evidente una cierta incompetencia para enfrentar los imprevistos, faltó capacidad de análisis y de reacción.
No quiero ni pensar en la dimensión de la tragedia que podría ocurrir si obligan a volver al trabajo a todos esos trabajadores de los S.S.O. porque – y parece que se olvida o no se entiende cabalmente – tienen un alto riesgo de desarrollar graves complicaciones si llegan a contraer el virus. Ojalá que haya un cambio de parecer o que sólo sean rumores sobre ese regreso, porque aquí no hay vuelta a ninguna normalidad, todavía no.
Adrián Lobo.
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