Del 2016 al 2021, es decir en los cinco años que «trabajé» ahí (y lo digo así porque ese no es un «centro de trabajo», es en realidad un «antro de trabajo» donde muchos se la pasan bomba), el hospital civil TCC (También Conocido Como) Hospital General Dr. Aurelio Valdivieso ha conocido a cinco directores cinco.
En promedio, ya lo ve usted, uno por año. En la práctica, usted lo sabe, no es exactamente así. Quizá alguno haya durado un poco más o un poco menos.
Cuando inicié labores en el HGDAV, en el 2016, ya estaba a cargo de la dirección la Dra. Maritza Jenny Hernández Cuevas, quien en total duró en el cargo dos años, hasta que renunció en una de esas raras ocasiones en que había conflictos en el hospital debido a la ya tradicional problemática de desabasto, suspensión de labores y demandas de la subsección 7 de la sección 35 del SNTSA. Me van ustedes a perdonar pero a mí la doctora me agradaba, creo que en general tenía una buena imagen ante los compañeros y en realidad no hizo un mal papel.
Lo que sucede es que dirigir el hospital, que yo supongo una actividad «técnica», se convierte irremediable e invariablemente en una actividad política. Y así no se puede. México tendrá siempre muchos problemas totalmente innecesarios y evitables mientras se designe a políticos en puestos técnicos o se involucre a los técnicos en problemas políticos.
Es justo lo que pasó con la Dra. Muna Dora Buchahin en su calidad de Directora de Auditoría Forense en la Auditoría Superior de la Federación, cuando descubrió los hilos que condujeron al destape de la llamada «Estafa Maestra» y al señalamiento de los funcionarios responsables la despidieron por verse así involucrada en política.
Otro caso similar tenemos justo ahora, con la designación de Pablo Gómez en la Unidad de Inteligencia Financiera del SAT, quien a pesar de ser economista es más político que técnico por lo que la oposición acusa que se le podría dar un uso político a su cargo. Santiago Nieto no era tampoco un técnico «puro», al estilo de la Doctora Muna Dora, pero no era tampoco tan abiertamente político, al menos en apariencia para nosotros, los no iniciados, ya ve usted la de personajes de dudosa reputación o al menos no tan apreciados por la 4T que fueron invitados a su boda con Carlita Humprey, siendo ella misma de esos no muy apreciados.
Considero que esos y otros puestos, como el de la dirección del HGDAV, deberían ser ocupados por técnicos y estar de alguna manera «blindados», debería haber una muy clara separación entre políticos y técnicos, para un mejor funcionamiento de las instituciones. Cada uno debería dedicarse a lo suyo, sobre todo los políticos deberían dejar a los técnicos trabajar en paz. Pero supongo que son sólo sueños guajiros. Desconozco si haya algún país en el mundo que funcione así.
En fin. Después de la renuncia de la Doctora Jenny se quedó a cargo el Doctor Garzón al que inmediatamente los medios le sacaron a relucir su pasado tormentoso, negro y vergonzoso, por un incidente que en el 2014 causó su salida del Hospital de Huajuapam. El doctor Garzón no tardó en meterse en problemas políticos cuando mediante declaraciones desmintió al mismísimo Ale Murat y sus Cuatrocientos Mexiquenses, que había señalado que en el hospital se habían robado equipo de protección para ser usado en atención médica por el asunto de la pandemia.¡Figúrese usted! ¡El burro hablando de orejas!
Pero bueno, el resultado fue que el góber hizo un berrinche marca ACME y lo destituyó. Aunque la subsección sindical lo respaldó y pudo sostenerse por un tiempo hasta que finalmente tras una serie de rocambolescos sucesos fue reemplazado. Resulta que fue designado entonces el doctor Jesús Alejandro Ramírez Figueroa como director, pero su nombramiento fue tajantemente rechazado por el Consejo Técnico del Hospital por lo que según me parece nunca llegó a tomar posesión, de manera que si fue director lo fue únicamente en el papel, así que en realidad no cuenta, quedando entonces como encargado a la salida del doctor Garzón un médico de quien sólo recuerdo que su nombre es Manuel.
Éste doctor una tarde se aventó una grandísima puntada. Resulta que seguíamos con problemas de desabasto, de medicinas y otros materiales de consumo y una tarde el personal del servicio de Valoración Crítica solicitó su presencia para exponerle la situación y pedirle que interviniera con el fin de ponerle un remedio.
El doctor escuchó los reclamos y luego tuvo un momento de increíble lucidez y exhibió una lógica aplastante. Dijo primero que nada de eso era nuevo, que no era algo que nos resultara desconocido, a lo que deberíamos de alguna manera estar acostumbrados, que conocíamos de antemano la situación y que en realidad siempre habíamos trabajado así de modo que qué otra cosa podríamos hace sino… seguir trabajando así, como siempre.
Eso, creo yo, fue lo más notable de su gestión a cargo del despacho. Lo que más me sorprendió fue que ninguno de los compañeros hizo ningún comentario en ese momento. Quizá era imposible dado que tras escucharlo a todos se les cayó la quijada hasta el suelo.
Vino después, en un intento por parte del gobierno del estado de hacerse del control del hospital, la designación de un muy polémico funcionario que nunca contó con la anuencia más que de los cobistas de siempre; el doctor Serafín López Concha. Curiosamente es familiar del entonces director de administración de los SSO David Concha Suárez, así es que ya sabrá la de suspicacias que despertó su nombramiento y el consecuente rechazo generalizado Y así llegamos al momento presente, a unos días de cumplirse un año de aquél mencionado nombramiento.
Y entonces al parecer ocurrió algo inédito, según mis nervios: Según parece, no me consta, hubo un concurso para elegir al nuevo director. Me suena casi increíble, la verdad, creo que nunca se había hecho así. Y el resultado de tal concurso es algo inaudito también, insólito: Resulta que es una enfermera. Así es, por primera vez una enfermera de profesión llega a la dirección del hospital, lo que es nada menos que un hecho histórico. No porque sea la primera vez que una mujer lo dirige pero sí por ser la primera enfermera en hacerlo.
Se trata de Eugenia Ruiz Dávila, quien al parecer durante algún tiempo trabajó en el propio HGDAV, de modo que no le resultará desconocido del todo. Llega trayendo un currículum abultado, dilatada experiencia y sólida preparación académica; tiene dos maestrías y un doctorado en Alta, Altísima Dirección. ¿De qué? Pues no sé, pero es alta, muy alta, eso sí. Así es que por capacidad no paramos, creo yo. Me parece también que —guardando las proporciones— podría llegar a tener un problema idéntico al que condujo a la salida de Santiago Nieto de la UIF; Tiene una gran solvencia técnica pero su entorno podría ser, digamos, cuestionable y podría influir negativamente, quizá no tanto en su desempeño pero sí en su evaluación. Como en el caso de a quien releva, que por sus relaciones familiares desde un inicio fue descalificado y nunca pudo quitarse de encima el sospechosismo.
Lamentablemente siempre el puesto de director del HGDAV es, como dije, complicado, más por las implicaciones políticas que tiene que por las técnicas, casi inevitablemente termina entre la espada en la pared, si adopta una postura «patronal», obediente o a disposición de los funcionarios, se gana el rechazo de «la base» trabajadora y si abiertamente su accionar se carga del lado de los trabajadores termina confrontándose con los políticos. Y ambas partes ejercen siempre presión.
Por cierto, ¿cuántos secretarios de salud hemos tenido, en esos mismos cinco años? ¿Y otros funcionarios, como directores de administración o finanzas? Pues creo que muchos, tantos que prefiero evitar la fatiga de tener que contarlos, pero creo —y no me crea usted mucho— que la cuenta alcanza al menos diez funcionarios. Tan solo secretarios de salud puedo ahora mismo nombrar a cinco: Gabriela Velásquez Rosas (médica), Celestino Alonso Álvarez (licenciado en economía); el 3 veces 3 secretario de salud, Juanito Díaz Pimentel (médico)—que duró 37 larguísimos días en el cargo—; Donato Casas Es-camilla (licenciado en administración) y Gaspar Henaine Juan Carlos Márquez Heine (médico).
No quiero dudar de las buenas intenciones de la nueva directora, que tomará posesión del cargo el 16 de noviembre. Tampoco de su voluntad porque vamos, participó en un concurso donde voluntariamente tuvo que inscribirse, lo que demuestra que ganas no le faltan. No puedo dudar de su capacidad y de su preparación, su trayectoria la avala. Quisiera desearle suerte pero recuerdo entonces que los profesionales de la salud no deben —no pueden— dejar nada al azar, de modo que espero podamos ver en un futuro no muy lejano los resultados de un trabajo bien hecho, le deseo entonces y la exhorto, por el bien de todos, a que tenga el éxito que se merezca.