El sistema de salud pública cubano prioriza las demandas del exterior a costa de las necesidades básicas de sus habitantes. El desabastecimiento de medicinas, el déficit de especialistas y las condiciones de salubridad de centros hospitalarios contrastan con la publicidad que vende a la isla como potencia mundial en salud.
Por: CONNECTAS | Foto de portada: tomada de Internet | CONNECTAS
Durante los peores meses de la pandemia de la covid-19 en Cuba varias personas denunciaron la muerte de familiares por falta de oxígeno en los hospitales. La vida de muchos pacientes ha peligrado también por la escasez de medicamentos básicos para tratar infecciones respiratorias, como la azitromicina, que solo se ha podido comprar en el mercado negro y a altos precios. La vida «depende de si recibes remesas desde el extranjero», dijo a Diario de Cuba y CONNECTAS Aurora Oliva Martín, licenciada en matemáticas residente en la barriada de Romerillo, en el municipio habanero de Playa, quien tenía a su cargo a dos ancianos enfermos. «No puedo imaginarme siquiera cómo se las arreglaría una familia que no recibe remesas y solo dependen del salario obrero», añadió.
Su madre, de 80 años, fue diagnosticada con Alzheimer en noviembre de 2020. Apenas una semana después, a su padrastro, de 77, le diagnosticaron un tumor en la arteria mesentérica, páncreas e intestino. La salud de ambos empeoró y tuvieron que ser asistidos. “Conseguir los medicamentos que les prescribieron sus doctores para sus enfermedades fue la primera proeza”, relató Oliva Martín.
Su madre requería risperidona para controlar la demencia y clonazepam para poder dormir en las noches. Además, le habían recetado vitamina B6 y ácido fólico. Pero el medicamento fundamental era la memantina que no hay en Cuba. A su padrastro le habían recetado novatropin y omeprazol para controlar los malos efectos digestivos, y furosemida para eliminar líquidos.
Este panorama ya es un lugar común a lo largo y ancho de Cuba. El mismo Gobierno –habituado al mutismo ante las problemáticas que acosan a la isla– ha reconocido que la escasez de medicamentos es un mal crónico. “La situación actual de la disponibilidad de medicamentos en Cuba, sobre todo aquellos destinados a la venta a la población en las farmacias, sigue siendo muy compleja», publicó recientemente el diario oficial Granma y advirtió que el déficit de fármacos no se va a solucionar de inmediato. Por otra parte, el propio ministro de Salud, José Ángel Portal Miranda, reconoció, según otro reporte publicado por el diario, la escasez de oxígeno para atender a los pacientes ingresados en hospitales cubanos, lo que atribuyó a una avería en la principal planta productora del país.
Ante esta situación, muchos pacientes no tienen más remedio que acudir a sus amigos o familiares que residen en el exterior. Gracias a que viven en España, los hermanos Oliva pudieron enviarle la memantina. “Otros me los donan mis amistades y personas solidarias en las redes sociales. También estoy en un grupo de WhatsApp donde intercambiamos medicamentos”, dijo.
En medio de la escasez y la devaluación del peso cubano frente al dólar, las redes sociales se convirtieron en una vía para el trueque. Facebook es la preferida para postear avisos clasificados sobre medicamentos que ya no hay o que sobran y pueden ser intercambiados.
Además, después de las protestas del 11J el régimen permitió a los viajeros la entrada de medicinas y alimentos a la Isla para paliar la escasez. La agencia periodística Reuters informó que en las dos semanas posteriores a la autorización, los viajeros llevaron 112 toneladas de productos a través del Aeropuerto Internacional de La Habana, según datos de la Aduana cubana.
Las redes sociales también son la principal plataforma de denuncias públicas. Allí se retrata una realidad que pocas veces se ventila fuera de la isla. Diario de Cuba y CONNECTAS recopilaron testimonios de pacientes y relatos de familiares en redes que contrastan con la imagen sobresaliente que se tiene en el exterior del sistema de salud cubano. Es una triste paradoja que ni los mismos cubanos entienden.
Las redes, especialmente Facebook y Twitter, también se han convertido en un arma de doble filo, pues a través de ellas el Gobierno rastrea a aquellos que muestran una realidad que no le conviene con el objetivo de intimidarlos.
“Faltan hasta los medicamentos sencillos, no estamos hablando de antibióticos de cuarta generación, muchas veces ni penicilina hay. El faltante está hace rato, pero este año ha empeorado mucho”. -Médico cubano
Sin embargo, la situación es tan delicada que hasta personajes de la farándula local han usado las redes para quejarse. Fue el caso del director de programas de televisión Armando Arencibia Valhuerdi quien, en marzo de este año, tras recibir un tratamiento de hemodiálisis por insuficiencia renal crónica en estado terminal, posteó en Facebook: “La falta de hierro, eritropoyetina, heparina, torundas de gasa o algodón, jeringuillas de determinado tamaño, paños estériles (esto no lo hay casi nunca), esparadrapo, otros medicamentos y antibióticos”. También señaló que no alcanzaban los enfermeros en el servicio de hemodiálisis del Hospital Calixto García, donde recibía el tratamiento, por lo que el tiempo de duración de este disminuía.
El Calixto García es uno de los hospitales más emblemáticos y antiguos de la capital cubana. Sus instalaciones abarcan varias manzanas del barrio del Vedado y su equipo médico ha gozado de prestigio entre los cubanos durante décadas. Sin embargo, estar ingresado o tener a un familiar allí supone una odisea, aun cuando la situación de salud no sea crítica.
El desaseo es casi permanente y en los baños escasea el agua. Algunos familiares de pacientes deben llevar baldes para cargar el agua desde el único grifo que hay en cada piso. Esta agua, por recomendación de las autoridades sanitarias no debe beberse, así que los pacientes o sus familiares deben cargar también desde sus casas agua potable.
La situación en las provincias es incluso peor que en los hospitales emblemáticos de La Habana. En una publicación en Facebook de marzo de 2021, la periodista Yadianny María Rojas Pupo, del canal oficial Telecristal, calificó de “bochornosa e irresponsable” la situación en una sala para mujeres sometidas a cesárea, del Hospital General Universitario Vladimir Ilich Lenin, de Holguín.
La periodista señaló que “de los seis lavamanos ninguno se encuentra disponible; de los seis inodoros solo uno se puede utilizar; las duchas, además de ser sumamente incómodas para este tipo de puérperas, tres de las cuatro que funcionan están sucias y los contenedores de basura permanecen abiertos y en condiciones bastante antihigiénicas”.
Días después, un médico que prefirió mantener el anonimato, denunció a Diario de Cuba y CONNECTAS la falta de recursos y medicamentos que golpea actualmente al sistema de salud en la isla: “He visto llorar de impotencia a una doctora porque hay menos medicinas que en el Período Especial, he sabido de pacientes que han llegado en paro cardíaco y han tenido que ser reanimados en el piso porque no había cama disponible, y en la maniobra se han dado chuchazos eléctricos los compañeros porque no puedes alejarte del paciente para aplicarle la descarga con el desfibrilador… y así te puede pasar cualquier cosa”, relató.
“Faltan hasta los medicamentos sencillos, no estamos hablando de antibióticos de cuarta generación, muchas veces ni penicilina hay. El faltante está hace rato, pero este año ha empeorado mucho”, agregó.
Elementos básicos para evitar el contagio de la covid-19 como el nasobuco no estuvieron a la venta en las farmacias durante los picos de la pandemia, y solo recientemente se han comenzado a vender en algunas farmacias estatales. A las familias les ha tocado recurrir a las máquinas de coser caseras y elaborar las mascarillas sin avales de seguridad y eficacia. Las autoridades políticas y militares son las únicas personas que usan las que mejor protegen, las N95 y FPP2.
El médico entrevistado para esta investigación también afirmó no tener dudas de que «está muriendo gente con cuadros perfectamente tratables» y hay «operaciones grandes que se están dejando de hacer porque no hay anestesia, no hay ni relajante muscular».
“Pero vas de lo sublime a lo ridículo, te llegan piodermitis brutales porque la gente está loca con la sarna y no tienen como tratarla, se rascan hasta el hueso, unas infecciones de espanto y uno sin tener que ponerle”, lamentó.
En estos momentos, además de la pandemia de la covid-19, en el país se ha extendido la sarna, no hay medicamentos en las farmacias para tratarla y los medios oficiales –que son los más accesibles para los habitantes– no hablan al respecto.
En información recolectada para esta investigación desde 2020, se evidencia que, ante el desabastecimiento de farmacias y hospitales para tratar esa infección de la piel, las personas están recurriendo incluso a soluciones que pueden causar cáncer. “Los médicos del cuerpo de guardia, en cualquier hospital, te lo dicen claro: ‘No hay medicamentos, resuelvan con hervir la ropa todos los días y bañarse con agua caliente dos veces’. Llevamos tres meses intentando con nuestros tres hijos, pero ya no podemos seguir hirviendo la ropa y las sabanas todos los días porque en este municipio entra el agua en días alternos”, dijo Ezequiel Varona Díaz, cuyos tres hijos menores de edad estaban “infestados con sarna críticamente” desde hacía tres meses.
“Los médicos del cuerpo de guardia, en cualquier hospital, te lo dicen claro: ‘No hay medicamentos, resuelvan con hervir la ropa todos los días y bañarse con agua caliente dos veces’. -Ezequiel Varona Díaz, cuyos tres hijos estaban infestados de sarna.
Una doctora cubana consultada por Diario de Cuba dio su testimonio sobre los riesgos de otras prácticas: “La hija de una enfermera nuestra recurrió al ‘quitasarna’ que se utiliza para los caballos, mientras una amiga mía está usando con sus nietos líquido para matar las garrapatas en los perros. He visto otros casos que recurrieron a la mezcla de vinagre con bicarbonato o la vaselina de petróleo que se utiliza para los cabellos dañados. Todos esos inventos son altamente dañinos y podrían provocar la aceleración del cáncer de piel, uno de los más frecuentes en el país”.
En una sociedad acostumbrada a la propaganda oficial no es extraño encontrar reportajes grandilocuentes sobre la buena labor de las instituciones. Sin embargo, en un informe del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) en febrero de este año, en el que se daba la noticia sobre la reparación del sistema de abasto de agua de varios hospitales, se incluyeron algunos testimonios de la dramática situación en la que se encontraban algunos centros médicos.
La doctora Yoandra Muro Valle, rectora de la Escuela Latinoamericana de Medicina, explicó que allí solo funcionaba una bomba pequeña de agua que permitía un suministro de casi dos horas al día para 1345 estudiantes de 92 países y más de 960 trabajadores. Tras las reparaciones, que no se realizaban desde 1989, se ha podido mantener la estabilidad en el abasto de agua para proveerlo tres veces al día sin dificultades y garantizar la limpieza y la elaboración de alimentos para los más de 2000 comensales.
En el caso del Complejo Científico Ortopédico Frank País, el más importante de esa especialidad en Cuba, un kilómetro de conductora de abasto de agua hasta el hospital, ejecutado en solo una semana, permitió mejorar el abasto del líquido. Según su subdirector administrativo, Alexander Rodríguez Rosada, hasta ahora el Frank País se abastecía solo con un pozo de los cinco habituales, lo que obligaba a suprimir el servicio del líquido en algunos horarios.
Tal situación contrasta con la calidad de las instalaciones y los servicios médicos de la Comercializadora de Servicios Médicos Cubanos S.A., (CSMC) la empresa del Estado encargada de exportar y ofrecer servicios médicos a extranjeros. En su página de Internet explica que posee una red de hospitales en todo el país, tanto generales como especializados, dotados de la más moderna tecnología reconocida en el mundo. Además, dice contar con equipos multidisciplinarios conformados por médicos, enfermeros, psicólogos, técnicos, ingenieros y tecnólogos de alta preparación.
Diario de Cuba y CONNECTAS hablaron con la madre de un paciente que en 2002 acudió a los servicios médicos ofrecidos para extranjeros en Cuba. “Fue un tratamiento de rehabilitación para mi hijo que en ese momento tenía dos añitos y por un mal procedimiento en una clínica de Bogotá sufrió un paro cardio-respiratorio y una septicemia que lo dejaron con severos problemas motrices”, dice la mamá. Acudió a los servicios en La Habana por recomendación de un amigo cubano que sabía que la isla ofrecía tratamientos de primera calidad para clientes extranjeros.
“Los cubanos nos hablaron de un trabajo integral de cinco semanas para mi hijo en El Centro Internacional de Restauración Neurológica de La Habana y por eso aceptamos. El niño tenía terapias de ozono y fisioterapias todos los días, pero lo más importante es que nos devolvieron la esperanza frente a la recuperación de mi hijo. Hubo mucho trabajo emocional”, dijo y recordó que, si bien el lugar no era lujoso, los servicios eran de alta calidad y las instalaciones estaban en excelentes condiciones.
La familia colombiana no estaba sola. Junto a ella también había familias de México, España, Bielorrusia y República Dominicana: “Es lo que ellos llaman turismo de salud”, dijo la mamá quien manifestó no recordar el costo del tratamiento. “Eso sí, nunca tuvimos contacto con pacientes cubanos porque ellos estaban en otro edificio al que no teníamos acceso, ni ellos al nuestro”, aseguró.
El periodista uruguayo Fernando Ravsberg reseñó en un artículo publicado en 2016 la presentación de los servicios de la Comercializadora de servicios médicos por parte de su presidenta, Yiliam Jiménez Expósito, durante la Feria Internacional de La Habana. Según la doctora, las fortalezas del sistema cubano de salud son conocidas internacionalmente, entre estas se encuentra el atractivo del “Destino Cuba”, para quienes prefieren no solo recibir un tratamiento médico sino hacer turismo en la isla. Dicha filosofía empresarial no dista mucho de lo que se comenzó a ofrecer este año con las anunciadas vacunas contra la covid-19. Parte de la propaganda oficial incluía el paquete de “vacuna y mojito” para quien desee visitar la isla.
La CSMC opera con siete líneas de negocios a la que han acudido figuras de relevancia internacional como Diego Armando Maradona, el campeón mundial de boxeo colombiano Kid Pambelé, el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, el candidato a la presidencia de Colombia Gustavo Petro y Florencia Kirchner, hija de la expresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, entre otros.
Lo paradójico es que, en los momentos críticos de la enfermedad de Fidel Castro, fue el médico español José Luis García, ex jefe de cirugía digestiva del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, quien viajó a La Habana y lo atendió.
“Las tecnologías que se emplean están al nivel de las del mercado internacional y son aplicadas por un personal altamente calificado y ético”, dijo Yiliam Jiménez con respecto a los servicios ofrecidos por la CSMC. A lo anterior hay que agregar la confidencialidad y el secretismo frente a los tratamientos médicos realizados a extranjeros. Es imposible tener acceso al historial médico y, contrario a lo que sucede en otros países de la región, los médicos tienen prohibido dar declaraciones públicas sobre su trabajo.
En los centros de salud para extranjeros, que suman 14 en todo el país, se desarrollan 16 programas de medicina curativa y calidad de vida. “Estos programas están diseñados con el objetivo de equipar dichos centros con las más novedosas tecnologías y personal calificado, así como ampliar las capacidades de turistas que puedan ser tratados en ellos. Estas mejoras nos facilitarán alcanzar los estándares de calidad necesarios para este tipo de mercado a nivel internacional, y duplicar en un corto período de tiempo, de dos a tres años, los ingresos percibidos por estos servicios. Dentro de los programas se inserta como novedad la telemedicina, que permitirá llevar a cabo consultas de segunda opinión, consultas online y telediagnósticos”, explicó la doctora Jiménez.
Recientemente, el presidente Miguel Díaz-Canel el Centro de Restauración Neurológica (CIREN), y se fotografió con Aurora, una niña uruguaya que recibe tratamiento especializado y cuyo caso se ha hecho viral en las redes. El 25 de julio, pocos días después de las masivas protestas en la isla, el gobernante había dedicado una publicación en Twitter a la niña: «¡Qué alegría saber de ti, Aurora: luz del domingo! Estamos muy contentos de tenerlas a ti y a tu mamá en Cuba. Ya sé que te debo una visita, hemos vivido días difíciles pero Lis y yo vamos a cumplir la promesa. ¡Un abrazo y sigue dándonos ejemplo!», escribió.
Toda esta atención y oferta de primer nivel contrasta, además, con los testimonios y la situación de muchos cubanos que por estos días acuden a remedios caseros y riesgosos para el tratamiento de sus enfermedades. Profesionales de la salud como los doctores Alexander Pupo y Johan Pérez han denunciado otro tipo de problemas como la falta de sutura, anestesia, guantes, esfigmomanómetros, jeringuillas y agujas.
“Los cubanos nos hablaron de un trabajo integral de cinco semanas para mi hijo en El Centro Internacional de Restauración Neurológica de La Habana y por eso aceptamos. El niño tenía terapias de ozono y fisioterapias todos los días, pero lo más importante es que nos devolvieron la esperanza frente a la recuperación de mi hijo». -Madre de un paciente extranjero tratado en Cuba en 2002.
Uno de ellos criticó además la escasez de combustible para las ambulancias, un problema que tuvo que enfrentar su propia familia. “Mi sobrina en Manatí por un accidente que tuvo en la casa, no se percataron y se tomó un poco de cloro, estuvo desde las 8:30 de la mañana en el hospital de Manatí hasta las 11:00. Casi al mediodía, mi hermana salió para la terminal, cogió un camión y vino por su propia cuenta hasta el hospital porque en Manatí no hay combustible para las ambulancias”, dijo en sus redes personales.
También explicó que para que las ambulancias se muevan entre municipios tuneros deben llevar como mínimo tres pacientes. En el caso de su sobrina, la falta de combustible no tuvo consecuencias fatales. Pero Mario Rafael Pacheco León no puede decir lo mismo. Este ciudadano de Bayamo denunció en Facebook que su esposa falleció el 23 de marzo de 2021, mientras esperaba por una ambulancia que tardó horas en llegar debido a la escasez de gasolina. Según el testimonio, su esposa estuvo esperando desde las 9:00 de la mañana hasta las 2:10 de la tarde, y el balón de oxígeno que tenían se agotó 20 minutos antes de que llegaran los médicos.
Esta escasez de combustible para las ambulancias contrasta con el hecho de que el pasado 28 de marzo, por ejemplo, cinco días después del fallecimiento de la ciudadana bayamesa, el gobierno organizó una caravana política de carros que recorrió buena parte de la capital.
Mientras, un estudio del Grupo Asesor del Consejo de Defensa Provincial de Santiago de Cuba reveló recientemente el deterioro de los servicios hospitalarios de ese territorio. El doctor Luis Eugenio Valdés García, jefe del grupo de académicos, reconoció durante una comparecencia televisiva que «se dejaron de ofrecer más de 400.000 consultas de urgencia y 12.000 cirugías de abdomen y tórax, lo que representa una disminución de un 30 por ciento en comparación con las realizadas durante el último quinquenio».
La propagación de la covid-19, unida a la escasez de insumos y medicamentos, fueron causas esgrimidas para dejar de realizar 23.000 ingresos, 8.000 cirugías menores, 1.300.000 determinaciones de laboratorio clínico y 200.000 pruebas de microbiología relacionadas con exudados y otros exámenes.
Según el experto, el impacto provocado por el desbalance sanitario se refleja en los 65.000 estudios radiológicos, las 6.000 mamografías y 9.000 tomografías axiales computarizadas que se suspendieron en los 18 hospitales, 42 policlínicos y diez hogares maternos de la provincia.
El 23 de febrero de este año, el periódico Tribuna de La Habana, Órgano Oficial del Partido Comunista en la capital, publicó un artículo que reflejaba preocupación por el déficit de médicos y enfermeras en los consultorios del médico de la familia. Una supervisión de todos los consultorios de la capital arrojó un déficit de 19 médicos y 89 enfermeras. Los municipios más afectados en cuanto a galenos eran Guanabacoa y San Miguel, mientras que Playa y Centro Habana presentan las mayores dificultades con el personal de enfermería.
Gonzalo Basile, epidemiólogo argentino y director del programa de Salud Internacional en FLACSO –República Dominicana–, quien conoce de cerca el sistema de salud cubano, habló con Diario de Cuba y CONNECTAS sobre el contraste permanente entre la atención especializada para viajeros internacionales y el déficit de insumos y médicos dentro de la isla. “Tendríamos que hacernos la pregunta si no estamos utilizando un doble estándar para evaluar a Cuba”, dijo Basile, y cuestionó que no se analizaran con el mismo rasero los sistemas sanitarios de países en el espacio insular caribeño comparables demográficamente con Cuba, como República Dominicana, Haití o el mismo Puerto Rico: “Queda claro que las diferencias en calidad y resultados son abismales a favor de Cuba”, dijo el epidemiólogo.
Pero probablemente para el cubano de a pie esas diferencias no importan, y menos en el contexto de expansión de la pandemia, en el que ha sido evidente la falta de personal médico. No solo es el alto porcentaje de médicos y enfermeras que se han acogido a licencias (más de un 30 por ciento según los datos oficiales) sino la exportación de profesionales de la salud por parte del Gobierno a varios países en el último año (Ver: La otra cara de las misiones médicas cubanas).
Por eso puede ser engañosa la estadística oficial que habla de nueve médicos por cada mil habitantes y que ubica a Cuba por delante de países desarrollados, pues el Gobierno no descuenta a los médicos vinculados a la CSMC ni a los que son exportados en las misiones. Lo que sí es evidente, tanto para detractores como para defensores del sistema, es el impresionante número de personas que, año tras año, se gradúan en las facultades de medicina cubanas y que permiten sostener el negocio de las misiones médicas.
“Nuestro país rebasa la cifra de 100 mil médicos activos alcanzando la más alta de la historia”, dijo el ministro de Salud, Jose Ángel Portal, en la ceremonia de graduación de 1600 galenos en la Universidad de Ciencias Médicas de la Habana, en 2019.
Diario de Cuba ha venido investigando este tema durante años y a finales de 2018 reveló la precarización que sufre el sistema de salud pública y que va más allá de las denuncias por redes sociales. Si en 2010 trabajaban 36.478 médicos en los Consultorios de la Familia, en 2017 solo quedaban 13.131; lo que representa una reducción del 64 por ciento en menos de una década.
A la vez, el número de consultorios cayó de 14.671 en 2001 a 10.869 en 2017. Otros centros de atención primaria de la salud, como policlínicos, se redujeron de 499 en 2008 a 450 en 2017. A esto se suma la reducción de camas en los hospitales y el desabastecimiento en las farmacias. Frente al tema del desabastecimiento, el epidemiólogo Gonzalo Basile argumentó que Cuba sigue siendo un país bloqueado económica y geopolíticamente, con restricciones en importaciones y acceso a ciertas tecnologías.
En 2016, en un artículo publicado por la Pan American Journal of Public Health (Revista Panamericana de Salud Pública), un grupo de autores, que incluía al entonces ministro cubano de Salud Pública, Roberto Morales Ojeda, aseguró que el “programa de cooperación médica (en el cual La Habana incluye la venta de servicios profesionales) produjo una tasa de crecimiento anual de los ingresos de más del 200 por ciento”.
Pese a que en 2018 al país ingresaron 6.400 millones de dólares por la exportación de servicios médicos, el porcentaje de lo invertido en salud y asistencia social, según las cifras publicadas por la ONEI, no alcanzó ni el 10 por ciento durante el 2019.
El epidemiólogo Basile también destaca la capacidad de Cuba para construir soberanía sanitaria, que le ha implicado maximizar capacidades de decisión frente a las adversidades globales. Se refiere concretamente al desarrollo de vacunas para la covid-19 “con autonomía de las grandes corporaciones farmacéuticas”.
Aunque México, Brasil, Argentina, Chile, Ecuador y Perú han anunciado el desarrollo de sus propias vacunas, Cuba es hasta ahora el único país latinoamericano y en vía de desarrollo que dice contar con sus propias vacunas contra la pandemia. Tres de ellas, Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus ya cuentan con la autorización para su uso de emergencia por el Centro para el Control Estatal de Medicamentos (CECMED) de Cuba. Sin embargo, en septiembre de este año la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió que las vacunas contra el coronavirus desarrolladas en Cuba no tienen aún el aval de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no pueden ser suministradas en la región a través del mecanismo COVAX, encargado del acceso equitativo a las vacunas contra la covid-19.
Según una de las doctoras consultadas para este reportaje, es “inadmisible” hablar de una producción de 100 millones de dosis de vacunas contra la covid-19 (cifra oficial) cuando ni siquiera se pueden producir medicamentos tan básicos como los necesarios para contrarrestar el brote de escabiosis que a más de la mitad de las provincias cubanas.
El foco del gobierno parece estar, una vez más, en la exportación de sus servicios de salud. A mediados de septiembre, La Habana inició contactos con la OMS y la OPS para comercializar internacionalmente la Abdala y la Soberana 02. Pocos días después se selló el primer negocio: la venta de cinco millones de dosis de Abdala a Vietnam. Esto, a pesar de que el gobierno había dicho que no vendería vacunas hasta no haber completado la inmunización en la isla. Según cifras del MINSAP, hasta ese momento solo un 40 por ciento de la población cubana tenía el esquema de vacunación completo.
Desde abril de 2021, la pandemia se recrudeció en Cuba. Hasta el pasado 31 de agosto, el país acumuló 659.464 contagiados y 5.377 muertos por la covid-19, y tuvo una tasa de incidencia de 1.094,9 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas de ese mes. Agosto cerró como el peor mes de la pandemia, según el Ministerio de Salud Pública.
A pesar de las cifras, el Gobierno se ha negado a adquirir las vacunas disponibles en el mundo contra la covid-19. Uno de los argumentos es económico: no se cuenta con el dinero suficiente para comprarlas.
No es posible saber si los recursos que ha empleado el Gobierno en crear no una, sino cinco vacunas, habrían bastado para la adquisición de millones de dosis en el exterior con las que ya se habría inmunizado a buena parte de los cubanos. Lo cierto es que la isla es el único país de América Latina que, por decisión propia, quedó fuera de COVAX.
Según el medio oficialista Cubadebate, «COVAX funciona como una forma de privilegiar las vacunas transgénicas, patentadas y altamente experimentales, llenas de incertidumbres y riesgos, como las vectorizadas por virus, que insertan ADN (entre ellas AstraZeneca, Johnson & Johnson, Sputnik, CanSino) y las de ARN (como Pfizer y Moderna)».
Aunque esas dosis no habrían bastado para intervenir a toda la población, sí hubieran permitido vacunar al sector más vulnerable. Sin embargo, la prioridad del régimen parece estar en otra parte: en la inversión hotelera y la propaganda política para mantener a Cuba como potencia mundial en salud.
Según los datos oficiales de este año, el 45,5 por ciento de la inversión total del Estado durante el primer semestre se destinó a los servicios empresariales, actividad inmobiliaria (hoteles) y de alquiler. A pesar de una caída del 94 por ciento en el turismo durante este periodo, el gobierno siguió apostando por más infraestructura hotelera. En cambio, solo un 0,8 por ciento del presupuesto fue para la salud pública, en medio del colapso hospitalario y la escasez de medicamentos.
El sistema de salud cubano se encuentra en permanente contradicción. Mientras las autoridades promueven el turismo de salud con estándares internacionales y las autoridades posan para la prensa y las redes con pacientes de otras latitudes, los familiares de cubanos internados en hospitales tienen que cargar con enseres desde sus casas por la falta de salubridad de las instalaciones.
A los doctores, que de puertas para afuera son halagados por atender pacientes en todo el mundo, el Gobierno, por boca de su primer ministro, Manuel Marrero, los culpó de la crisis sanitaria por la covid-19. Numerosos médicos replicaron entonces públicamente, y al Gobierno no le quedó más remedio que matizar sus acusaciones. Fue la primera vez que, de manera pública y colectiva, los médicos respondieron al uso político de sus personas y su profesión.
Ver original: https://www.connectas.org/especiales/medicos-cuba/es/la-otra-cara-de-las-misiones-medicas-cubanas/