El colectivo Hermanas de barro creó la obra “País de lloronas”, una lectura dramatiza basada en casos de desaparición de mujeres en Puebla, para visibilizar este fenómeno desde el teatro.
Por: Aranzazú Ayala Martínez | Foto de portada: cortesía / Lado B | Lado B
“A mi hija voy a encontrarla y ustedes no se van a librar”, dice Esperanza a las personas que se llevaron a su hija en Tlaxco, en la Sierra Norte de Puebla. La voz de Esperanza que busca a su hija Flor es triste, llena de dolor, pero también golpea al espectador con fuerza: ella es la encarnación de una de las miles de madres que buscan a sus hijas desaparecidas, un personaje creado por la colectiva “Hermanas de Barro” para la obra de radioteatro País de lloronas, que visibiliza las desapariciones y las violencias que vivimos las mujeres en México.
La lectura dramatizada, estrenada recientemente vía redes sociales, cuenta la historia de la desaparición de Flor en un contexto donde la violencia crece: el robo de hidrocarburo, la impunidad; y en una realidad sobrenatural que se confunde con la vida diaria, donde el fantasma de la Llorona son las mujeres que buscan a sus seres desaparecidos.
La pieza está inspirada en las madres de personas desaparecidas, buscadoras en un país donde hay más de 85 mil personas todavía sin regresar a casa (y según los datos oficiales disponibles, que no son abiertos ni actualizados, en Puebla son mil 75 mujeres desaparecidas), y fusiona la tradicional leyenda de la Llorona, una mujer que se aparece por las noches y grita lamentos por las calles, dándole otro sentido: ¿qué pasaría si La Llorona cuenta su propia historia, y su historia es una de lucha y de injusticia, y por eso llora?
Las otras lloronas
Marichuy Jiménez, Gabriela Arellano, Xanath García y Tania Escobar, integrantes de la colectiva “Hermanas de Barro”, cuentan que la idea de hacer esta obra nació de otras participaciones previas, específicamente cuando estuvieron en el encuentro “Patio Intervenciones Efímeras”, donde exploraron voces de mujeres que no conocían pero que pensaban que podían haber habitado en la casa que intervinieron.
“De ahí nos preguntamos qué pasaba con las historias de las mujeres; teníamos la idea de hacer algo sonoro, un radio teatro, y de ahí empezó el explorar la tradición oral, qué se dice (…) sobre las mujeres, y salió el tema de las leyendas. Al analizar varias de ellas nos dimos cuenta que jamás es la historia de la mujer protagonista, siempre la cuenta alguien más”, dijeron en entrevista para LADO B.
Las jóvenes se preguntaban también desde dónde podían partir para hablar de las violencias que viven las mujeres, distintas formas de violencia de género pero principalmente las desapariciones.
“A todas nos pareció importante colocar desde otro lugar a las mujeres: es decir, remover el lugar que tienen donde muchas veces se les coloca como víctimas, para darles más bien el poder salir y mostrarse, y dar su voz y colocarse desde otro lugar y posicionarse de otra forma para contar sus historias”.
También se inspiraron en la artista chicana Gloria Anzaldúa, que habla de la Llorona como una mujer que cambia de espacio y sale a gritar, y no se queda estática ni en silencio, ni se queda tranquila con su angustia.
Tomando estos elementos, las Hermanas de Barro crearon el radioteatro para hablar de una Llorona que es la mujer buscadora, y que cuenta sus vivencias y alza la voz por las injusticias que vive.
Decidieron basarse particularmente en la leyenda de la Llorona de Tlaxco, en la Sierra Norte de Puebla, pues en ella se habla de una mujer que se aparece llorando y gritando en las calles, pero no explica el porqué.
“En esta leyenda solamente se cuenta qué pasa y se escucha, pero no la han visto, o sea, no saben cómo es ni tampoco hace el particular grito de: ¡ay mis hijos! Simplemente llora y se queja. Entonces justo yo les preguntaba a mis compañeras, por qué lo hace y qué tal que ella no ahogó a sus hijos en el río, qué tal que alguien más los ahogó, o qué tal que alguien más se los mató o los desapareció o se los llevó”, cuenta Gabriela Arellano, una de las Hermanas de Barro.
Para ella, esto respondía también a la realidad que vivieron desde pequeñas —al crecer en la zona centro de la República—, con un miedo permanente a salir a la tienda y que alguien se las llevara, y nunca regresaran.
Enfrentar la realidad
Gabriela y las demás recuerdan cómo desde que eran niñas tenían presente el que podían ser desaparecidas, y que este fenómeno no discrimina entre edades o género. La colectiva se acercó a periodistas que cubren desapariciones en Puebla (Guadalupe Juárez y Daniela Portillo) y al colectivo poblano “Voz de los desaparecidos”.
El proceso de creación fue, relatan, bastante fuerte: el estar escuchando a las mamás que tienen hijos e hijas desaparecidos, ver cómo buscan en medio de su vida diaria y el trabajo, a todo lo que se enfrentan.
“Para mí sí es muy importante que las personas escuchen esas historias, sepan que sí existen, sepan que no son mujeres que nada más se la pasan llorando y lamentándose, que muchas veces se señala eso, sino que son mujeres que de verdad salen todo el tiempo a buscar y que luchan y que trabajan, porque muchas de ellas también son trabajadoras”, dijo Gabriela.
Antes de estrenar formalmente País de lloronas, proyecto que realizaron con apoyo del PECDA y del FONCA, el jueves 11 de noviembre, la colectiva hizo una función especial para las familias de personas desaparecidas, en la cual tuvieron oportunidad de dialogar y compartir impresiones, y de la cual salieron muy conmovidas.
“Esto [la presentación] fue un parteaguas porque esto no puede quedarse aquí, tendría que seguirse moviendo, y buscaremos las formas para que esto siga caminando”, dijeron las Hermanas de Barro.
A ellas el hacer el radioteatro y acercarse a las familias y periodistas que cubren el tema las metió en una crisis, una crisis sistémica que les hizo pensar cómo reaccionar ante las desapariciones, desde dónde colocarse para hacer las cosas. Les dejó, dicen, un hueco pero también un sentimiento agridulce y un compromiso moral con las familias.
Después de esta primera experiencia, las Hermanas de Barro quisieran que esto se convirtiera en una obra teatral, poder materializarla y llevarla a más lugares para que más gente se concientice acerca de la problemática de las desapariciones. Lo que sigue es continuar apoyando al colectivo “Voz de los desaparecidos” y sumar los esfuerzos porque, coinciden, País de lloronas es también de los familiares y tiene que servir para seguir concientizando del tema.
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