Aire, soy el aire. (Sin ti yo no, sin ti, sin ti yo no)

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Aire, soy el aire. (Sin ti yo no, sin ti, sin ti yo no). Primera parte.

Por: Adrián Lobo

 

(Pagina3).-Aire, soy el aire: He observado en cine y TV algo que me resultó familiar. Quizá se debe precisamente a esa familiaridad que lo noté. Es curioso, estuve recientemente charlando con una persona sobre las conferencias de una neurocientífica que nos hizo notar una obviedad: Es imposible reconocer ninguna cosa si previamente no se conoce.

Escuché en el hospital varias veces una frase en el mismo sentido, palabras más, palabras menos: “El ojo no verá lo que la mente no conoce”. Puede parecer una tontería pero no lo es, me resulta fascinante cómo funciona la mente, los organismos de éste mundo, el universo en general.

Específicamente me llama la atención cómo de esta forma la educación, el conocimiento, nos permite apreciar más y mejor lo que hay y lo que sucede en el mundo, nos ayuda a abrir los ojos ante lo cotidiano y aún ante lo que resulta fuera de lo ordinario.

Me imagino que es un mecanismo similar o relacionado el que opera en las personas que “tienen suerte” para encontrarse siempre cosas en la calle. Sucede que van nada más viendo qué encuentran. Algo parecido podría ocurrir con aquellas personas a quienes medio mundo le hace algo: El señor de la tienda me mira mal, la vecina se burla de mí, el chofer del autobús me hizo feo, etc.

En fin. Lo que vi lo noté primero en un episodio de la serie “iCarly”. No es que fuera de mi gusto sino que la veía incidentalmente, usted sabe. El caso es que la misma Carly lo usaba. Después lo vi en una película donde actúa Danny DeVito; su personaje lo usaba. Ahora en “Spiderman: Sin camino a casa” vi a un personaje llamado “Happy Hogan” usarlo.

No todo mundo lo podrá identificar, confirmando la sentencia de líneas arriba, mayormente será reconocida aquella pieza de ingeniería biomédica por personal de salud, pacientes y familiares de personas que lo utilicen.

Se trata de una pequeña maravilla conocida como CPAP (pronúncielo “sípap”), que son las siglas de “Continuous Positive Airway Pressure” (“Presión Positiva Contínua en la Vía Aérea, según el traductor de Google). En términos simples puede decirse que se trata de una “técnica de asistencia respiratoria no invasiva”.

El uso más extendido del CPAP ocurre en la atención a neonatos con dificultad respiratoria, de hecho las primeras investigaciones sobre un “aparato de sobrepresión” datan de 1914 y quedaron plasmadas en un texto especializado en recién nacidos y complicaciones de salud relativas, así que no es nada nuevo realmente.

Sin embargo según parece su uso es cada vez más frecuente entre adultos y por las mismas razones de fondo que los bebés. Entre los neonatos es relativamente común, supongo que más entre aquellos que nacen prematuramente, que presenten alguna dificultad respiratoria aún a pesar de ser capaces de respirar espontáneamente, de hecho esa misma respiración espontánea es la condición básica que un paciente debe cumplir para ser candidato a usar un CPAP.

Algunos bebés prematuros “hacen apnea”, esto es, que repentinamente dejan de respirar, sobre todo mientras duermen. La verdad es que desconozco si “se les olvida respirar” o si ocurre, como suele suceder entre los adultos usuarios de CPAP, que se produzca un bloqueo al paso del aire debido al colapso de las partes blandas de la garganta, en la faringe, debido a la reducción generalizada del tono muscular durante el sueño.

Creo que seguramente en los bebés se trata de la primera opción. Entre los mayores puede influir  un tamaño mayor de lo normal de la úvula o de las amígdalas.

Supongo que entre los bebés esa condición va desapareciendo en tanto su sistema nervioso madura y se fortalece, mientras que curiosamente se considera que entre los adultos el trastorno conocido como SAHOS (Síndrome de Apnea – Hipoapnea Obstructiva del Sueño) es mayormente debido a la edad. Y, claro, a la obesidad. Y es más frecuente entre los varones.

A pesar de ser más o menos ampliamente conocido el fenómeno de la apnea, sorprendentemente no todos los médicos saben reconocerla, al menos no todos los médicos “generales”, por lo tanto desconocen también su tratamiento o cuál es el especialista indicado para atender a un paciente con SAHOS, que es un neumólogo.

El primer signo de que se padece SAHOS suelen ser los ronquidos. El ronquido no es sino el ruido que genera el aire al hacer vibrar esas partes blandas colapsadas, cuando atraviesa la faringe rumbo a los pulmones. Es indicador de un estrechamiento en esa vía, de que el aire está pasando con dificultad. Es casi seguro que cuando el ronquido es muy fuerte es porque la obstrucción es más grande y se está produciendo ya una hipoapnea, esto es, que se ha reducido en forma importante el volumen de aire que consigue pasar.

Por cierto, médicamente un “signo clínico” es la manifestación objetiva de un padecimiento, perceptible a simple vista por un observador o que puede ser apreciada como resultado de maniobras tales como inspección, palpación, percusión o auscultación, mientras que los síntomas son manifestaciones subjetivas que el paciente percibe mientras que el médico no se entera de ellas si no es informado de las mismas por el paciente, por ejemplo en la entrevista clínica.

El ronquido es entonces un posible signo, más todavía en caso que se acompañe de pausas de duración variable en la respiración que constituyen la apnea propiamente dicha, la falta de la respiración.

Así, no todo aquél que ronca padece SAHOS, de hecho una persona puede ser roncadora por años y nunca desarrollar el Síndrome, por más molesto que pueda ser. Suele haber casos en que una simple amigdalectomía (extirpación quirúrgica de las amígdalas) alivia grandemente o elimina los ronquidos en algún paciente, aunque no se garantiza nada, de hecho no existe una “solución quirúrgica” definitiva para el SAHOS.

Por cierto, un Síndrome es un conjunto de Signos y Síntomas que concurren y caracterizan una enfermedad.

Lo que sucede a continuación cuando  hay apnea – hipoapnea es que la persona no descansa adecuadamente, no tiene un verdadero sueño reparador, por lo que se levanta por la mañana tanto o más cansada que cuando se dispuso a dormir. Es común entonces estar aletargado durante el día y que el paciente empiece a quedarse dormido prácticamente en cualquier lugar, en cualquier momento.

Incluso, cuando su condición es más grave, puede llegar a ocurrir que por un segundo la persona se desconecte aún estando de pie. Como podrá usted imaginar, una persona afectada se pone en peligro fatal y puede involucrar a terceros en ese riesgo en caso de operar maquinaria o simplemente conducir un auto.

Vea usted, la verdadera importancia de un buen descanso, del sueño y de la respiración adecuada. Teniendo en cuenta eso la verdad es que a mí ya no me suenan a simple charlatanería (superchería, diría seguramente la ultraconservadora Lilly Téllez) las enseñanzas de místicos, practicantes de yoga y otros sobre la adecuada respiración y en ocasiones de su control como forma de dominar aspectos tales como emociones que pueden tornarse negativas u ocasionarnos problemas. ¿No le parece?

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