Carmen Santiago la sembradora de agua, de vida, de rebeldía, logró revivir pozos y el reconocimiento de la mujer

0
246
  • La indígena zapoteca hizo historia el 23 de noviembre de 2021 cuando las sembradoras del agua lograron que el gobierno federal reconociera la administración comunitaria del agua en 16 comunidades zapotecas de Oaxaca
  • En Flor y Canto no solo sembraron agua sino conciencia del porte de la mujer en la vida comunitaria
  • La defensora confesó que entregarle el bastón de mando a López Obrador le acarrearon momentos de oscuridad
  • Días antes de su muerte concedió a pagina3.mx una entrevista donde habla de sus éxitos y tropiezos

Pedro Matías

OAXACA, Oax. (pagina3.mx).- Oaxaca llora su partida, pero su legado como sembradora del agua, de vida y de rebeldía, perdurará.

Carmen Santiago Alonso es la indígena zapoteca que encarnó la teología india al estilo de Bartolomé Carrasco: La palabra de Dios se hizo indio, se hizo mujer, se hizo rebeldía.

La discípula de los obispos rebeldes Bartolomé Carrasco Briseño, Samuel Ruíz García y Arturo Lona Reyes, hizo historia, el pasado23 de noviembre de 2021, cuando las sembradoras del agua y de la vida lograron que el gobierno federal reconociera la administración comunitaria del agua en 16 comunidades zapotecas de Oaxaca.

La indígena zapoteca murió el pasado 5 de febrero de 2022 a causa de cáncer, pero logro ver su mayor triunfo, poner fin a la veda del agua que mantenía el gobierno contra su comunidad desde hace 16 años, revivir pozos muertos y dejar 547 obras de captación de agua que han dado vida al campo.

“Con Carmen se va una generación de mujeres que dieron su vida por los pueblos indígenas de Oaxaca, desde la opción preferencial por los pobres y los indígenas”, así despidió el director de Radio Universidad de la UABJO, Miguel Ángel Vásquez de la Rosa a la férrea defensora de los territorios.

El también defensor de derechos humanos narró en su muro de Facebook: Un grupo de mujeres viste de luces a Carmen. Sollozan. «Qué hermosa te ves comadre».

La visten con un atuendo de San Antonino Castillo Velasco. Una blusa bordada y una falda guinda. «No esperábamos que te fueras tan pronto».

San Antonino está de luto, pero también de fiesta. Carmen luchó hasta el final. Mujeres visten a Carmen y la peinan y la calzan con unos huaraches de Yalálag.

La fundadora y directora del Centro de Derechos Indígenas “Flor y Canto” ya es parte de la madre tierra por la que siempre luchó al ser enterrada en su comunidad de origen San Antonino Castillo Velasco.

Ana María Hernández, de Consorcio Oaxaca, así la despidió: “Carmelina fue palabra serena, guía de los pueblos, espíritu libre. Mujer fuerte, aguerrida y sabia. Ella nos deja enormes aprendizajes, tejidos comunitarios y recuerdos entrañables”.

El defensor mixe Vidal Antonio resaltó que “siempre vivirás en nuestro corazón Carmelina. Gracias por ser la pieza incómoda para los gobiernos burocráticos neoliberales que solo han servido para servirse y no han sido capaces para servir al pueblo”

La periodista Soledad Jarquín destacó que Carmen Santiago Alonso fue una lideresa comunitaria: “nació con indignación”, entregada a su pueblo que fueron más pueblos con el paso del tiempo, defensora del agua y de los territorios, empoderadora de mujeres indígenas, potenciadora de la vida comunitaria, fue todo, fue una flor y un canto”.                       

MOMENTOS DE OSCURIDAD

Carmen o Carmelina como también se le conocía será recordada al ser la mujer indígena que el 1 de diciembre de 2018 le entregó el bastón de mando al presidente Andrés Manuel López Obrador durante la ceremonia de toma de posesión.

En ese hecho inédito le dijo: “Es digno de entregarle el bastón y es comprometerlo porque queremos que nos tome en cuenta, que no pasemos desapercibidos y que no nada más seamos folclor”.

En entrevista con Proceso, realizada el 10 de diciembre, en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, Carmen se sincero:

“Hoy que vemos culminado todo esto (que el gobierno federal publicara el decreto que garantiza el acceso al agua para uso agrícola y les permite a los pueblos, por primera vez en el país; participar en la administración comunitaria) quiero decir, que quiero agradecer a Dios, a la vida, a la historia, los momentos de oscuridad que vivió la Coordinadora de Pueblos Unidos por la Defensa del Agua (COPUDA) porque eso nos hizo mas fuertes”.

Con voz pausada, serena, reconoció que la COPUDA vivió tres cismas fuertes: una cuando algunos líderes políticos quisieron cooptar el movimiento y casi lo logran; el segundo momento de oscuridad fue cuando el mismo personal de la Conagua empezó a dividir el movimiento sembrando la discordia y el tercer momento fuerte fue participar en la ceremonia del presidente López Obrador.

“Quiero compartir que fueron casi tres años de tensión porque has de saber que para dar un paso de participar en una ceremonia indígena, el 1 de diciembre de 2028, no fue un consenso que yo hubiera hecho con otros hermanos, sino que fue una decisión apresurada que tomé”.

Por esa decisión “recibí muchos reclamos e incluso de la gente de la base de la COPUDA ¿Dónde está el cambio de gobierno? ¿Dónde está el mandar obedeciendo? ¿Cómo hacemos realidad todo esto? Fueron los reclamos de la base y de hermanos de organizaciones y de la sociedad civil.

Entonces, “esto se convirtió en una situación muy fuerte que hasta en el interior de la COPUDA dudaron de los funcionarios del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas. Había políticos y de la sociedad civil que dijeron, esto no se va a lograr aún estando Adelfo Regino. Hubo momento que la COPUDA dudó y sus líderes iniciadores estaban queriendo tirar la toalla”.

En su oficinas, Carmen Santiago Alonso y Beatriz Salinas Avilés, fundadoras del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto con orígenes en la pastoral indígena de la iglesia católica,  estaban felices por haber ganado, después de 16 años, la batalla legal mas importante de su vida.

Ahí estaban compartiendo el pan y la sal con su equipo jurídico, técnico y administrativo y brindaron con un poco de mezcal antes de concedernos la entrevista de casi una hora.

Escoltadas con los bastones de mando (símbolo de mayor autoridad entre los pueblos originarios y portados mayoritariamente por hombres) cuentan sus 16 años de lucha:

“Fue todo un aprendizaje para todos y todas. Y este aprendizaje y participación surge de una realidad que sufrió y sigue sufriendo nuestra madre tierra, la escasez del agua”.

La sequía de 2005 afectó directamente la vida, la economía, la salud, la educación de campesinos y campesinas de esta región de Valles Centrales. Es ahí donde inicia una organización.

Estos 16 años han sido años de formación de volver a retomar los aprendizajes, las prácticas que habíamos escuchado de nuestros ancestros. En los primeros años nos trazamos un caminar sobre dos vías.

“Vamos a fortalecer y recrear la organización, entonces, se forman comités locales en cada comunidad, reconocidos y apoyados por sus autoridades. Mas adelantito se le dio el nombre de Coordinadora de Pueblos Unidos por el Cuidado y la Defensa del Agua integrado por San Antonino Castillo Velasco, Santiago Apóstol, Santa Ana Zegache, San Martín Tilcajete, San Pedro Apóstol, San Pedro Mártir, Asunción de Ocotlán, San Jacinto Ocotlán, San Sebastián Ocotlán, Paso de Piedra, Tejas de Morelos, San Felipe Apóstol, San Matías Chilazoa, Maguey Largo, San José del Progreso y San Isidro Zegache.

¿Cómo resolvemos el problema de la escases del agua? ¿Qué hemos hecho? Fueron su primeros planteamientos.

– No, pues ahí están algunas ollas, retenes, pozos… Y ¿cómo están? ¿Qué necesitan? No sabemos. Nos pusimos a investigar como organización y encontramos el museo del agua de Chilac, Puebla, ahí vimos que era un camino y nos fuimos en dos autobuses.

“Nosotros tenemos cientos de pozos ya muertos, ya secos, incluso ya con material de construcción, con yerbas”, le confesaron los campesinos a los especialistas, quienes les dieron la esperanza de resucitarlos.

“Regresando en San Antonino Castillo Velasco, mi pueblo natal, pusimos en práctica eso y cómo lo pusimos, a través de agrupar los parajes y los pozos para darles vida a los retenes, las ollas y construir los canales adecuados, entonces, caminamos esta ruta técnica y encontramos una respuesta.

Y la segunda ruta fue “irnos a los tribunales donde paramos el pago de excedente de agua porque se mantuvo y se sigue manteniendo el subsidio de la energía eléctrica a pesar de que no se tienen concesiones vigentes”.

“El 8 de abril de 2013 resolvió el tribunal y en el 2015 iniciaron la consulta que duró hasta el 12 de octubre de 2019 cuando cerramos la cuarta etapa de la consulta. La quinta etapa de la consulta se cerró con un decreto que contiene compromisos claros y trascendentales de obligaciones para el movimiento y obligaciones para el gobierno”, resumió Carmen con mas de 50 años en defensa del territorio, de los recursos naturales y de los pueblos indígenas.

Pero además, con orgullo confiesa que en todo este proceso “retomamos nuestra espiritualidad indígena a través de las diferentes ceremonias, ritos que fuimos realizando en todas las comunidades de la COPUDA y que nos concentraba durante el año en el Día Mundial del Agua y el Día Mundial de la Madre Tierra, el inicio del cultivo de la labranza o el fin de la cosecha”.

Y es que “se pusieron en práctica los valores de nuestros pueblos indígenas, o como les llamamos los horcones de la comunidad, el servicio, la asamblea, el tequio, la fiesta que le fue dando sentido a todo esto donde se pusieron en práctica los servicios sin remuneración.

“Flor y Canto hizo suyo este proceso por la importancia que tiene para nosotros la tierra, el agua y el territorio” se ufanó.

“En aquella ocasión se lleno mi persona de la esperanza, desafortunadamente al siguiente año inició la pandemia en 2020 y esta nos limitó a dar continuidad al proceso como lo veníamos llevando, es decir asambleas mensuales, información y capacitación al movimiento y la formación y valoración de los bienes”.

En el 2020 se cierran las puertas a los mercados y los campesinos se quedan con los productos (frutas, verduras y legumbres) las cuales se echaron a perder y, entonces, dijeron “ya asambleas, no; reuniones, no; no queremos nada. Si esto se va a la fregada que se vaya, ya no queremos nada”.

“También fueron momentos de oscuridad y por qué no decirlo, nosotros también decíamos, creo que hasta aquí. Creo que hasta aquí, pero también había el ánimo; hay que reactivarlo y al interior de Flor y Canto decíamos no podemos dejar este proceso, no porque ha significado muchos esfuerzos, desgastes físicos, amenazas y difamaciones que humanamente afectan a las personas que empujamos el movimiento”.

“Yo creo que para mi, esos momentos de oscuridad, de noche, sirvieron para afianzarnos mas y para decir, si pudimos salir adelante en este momento de caída ¿por qué no en este? Y la enseñanza de la iglesia de la teología de la liberación, de esta iglesia de los pobres, también nos motivaba mucho”.

“Estos 16 años han sido de organización, de aprendizaje, de participación, de servicio, de diálogo con la madre tierra, el territorio, de saber que es un bien para nosotros y de sabernos capaces de salir adelante.

Entonces, de tener pozos muertos, a través del trabajo arduo, ahora se cuenta con 547 obras de captación de agua comprobados en suelos permeables que han permitido la filtración del agua y qué tenemos como resultado, ahorita, asegurar el agua para la agricultura, para el uso humano, el uso pecuario.

“Fue a través del diálogo y la intervención de las y los campesinos que nuestra madre tierra resucitó, y esto ha sido gracias al trabajo. Los primeros iniciadores dijeron, yo ya no quiero regresar al 2005. Ni quiero que mis hijos ni mis nietos vivan lo que vivimos en el 2005 que fue el año mas agudo de la sequía”.

“Siempre decíamos, la Copuda tiene en una mano su demanda, pero en la otra tiene la propuesta de cómo está resolviendo este problema y esto se lo dijeron en tres mesas de diálogo con el conjunto de magistrados del Tribunal Superior de Justicia Fiscal y Administrativa que les concedieron un amparo porque nosotros les estamos devolviendo vida a la madre tierra y ella nos está respondiendo”.

Con la respuesta de este decreto se inicia una nueva etapa que significa un reto pero que vamos a enfrentar las comunidades. Ahora hay poner en práctica lo aprendido, lo conocido y las formas propias de cuidar y administrar el agua en cada una de las comunidades y para eso ya hemos concluido con casi todos los reglamentos internos cada comunidad va a tener un reglamento interno.

El reto ahora poner en práctica lo que ya como pueblo y comunidad zapoteca venimos haciendo, participación, asamblea, servicio, autoridad y fiesta.

SEMBRADORAS DE AGUA, DE VIDA

Beatriz reconoció que en un inicio no fue muy visible el aporte de las mujeres porque mas bien era un movimiento de los hombres porque son los que trabajan el campo, pero para hacer el trabajo en el campo hacen equipo con ellas, y ellas están presentes.

Fue algo muy importante este proceso porque nos tocó ver poco a poco la evolución de la presencia de las mujeres.

En un principio las vimos con las tareas muy propias de las mujeres. Había una reunión y le tocaba repartir las tortas, dar el agua o hacer la comida, limpiar. Pero por ausencia de los esposos ellas comenzaron a participar. No hay quien vaya a la reunión, tienes que ir tu y ahí estuvieron presentes. Y algunas de ellas empezaron a dar su palabra y luego su liderazgo y empoderamiento.

Varias de ellas que se fueron desenvolviendo, hoy ocupan cargos en los municipios, están como la secretaria o regidora de educación o regidora de agricultura, se fue reconociendo el liderazgo de ellas y con una habilidad muy grande para expresarse para estar ante los medios, ha sido sorprendente su quehacer y se crearon espacios entre mujeres para ir reflexionado lo que significaba esta lucha y creo que está muy claro en la conciencia de la mujer que cuidar el agua, es cuidar la vida.

“Hubo espacios para reflexionar de qué significaba el agua, la madre tierra, y nos dejaron ver su corazón profundo donde decían, eso es, es la madre que cobija, que abraza, que nos contiene, es la que sabe de nuestros sufrimientos, es la que sabe de nuestros sueños, y hay que hacer todo para que ella tenga vida”.

Fue entonces que se propusieron “darle de beber (creando pozos, retenes y ollas de captación de agua) porque se está muriendo y ahora la madre tierra está viva, la madre tierra nos está generando mas vida y hay que cuidarla”.

Relata que cuando se cerraba la cuarta etapa de la consulta, las mujeres con trozos de tela hicieron rebozos y les estamparon consignas: “La concesión no es la solución”, “El agua no se comercializa”, “Queremos agua para las futuras generaciones”, “El agua hay que defenderla, no se vende”.

Poco a poco, las mujeres se fueron ganando un lugar entre la asamblea de los agricultores y ahí preguntaban: “¡A ver!, lo que digan las mujeres, ya les daban su espacio. Se planeaba alguna reunión y les comisionaban a que se encargaran de las ceremonias, esa parte espiritual se las respetaron y se las asignaron a ellas y lo han vivido.

Mientras el hombre preparaba el pocito donde se iba a depositar la ofrenda, la mujer montaba su altar, llevaba el sahumerio, tortilla, chocolate, pan, rábanos, lechugas, flores, calabazas, sandías.

Y con albahaca, ruda, romero y pirú purificaban el espacio donde se realizaban las reuniones o ahumaban a los servidores públicos para que tomaran las mejores decisiones.

En toda la consulta nuestra espiritualidad no puede faltar. No podemos iniciar un evento trascendental sin ponernos en manos de la madre naturaleza y sin tener frente a nosotros a los elementos.

Por eso estaba la cazuela de agua, el sahumerio, la tierra y toda la ofrenda porque a sido y seguirá siendo un motivo importante para empujar acciones que nos lleven a seguir cuidando, resguardado nuestra madre tierra porque de la tierra brota todo.

Ha sido una experiencia muy enriquecedora esta forma de relacionarse de pueblos indígenas con Dios, con la naturaleza porque empezó a fluir los sentimientos, las emociones, el dialogo y el pedir perdón. Es el orgullo de la identidad.

Al inicio de las consultas había personas mayores postradas en el suelo y hablando de corazón, algunos en su lengua, hoy el tejido comunitario es muy fuerte. En esta lucha, no solo sembraron agua sino conciencia en la mujer y su reconocimiento”.

“Desde que empezamos Flor y Canto, estamos al frente las dos como mujeres, y quiero decir que desde acá nos hemos ganado el cariño y el respeto de nuestro equipo y eso se traslado a las comunidades que hoy en día sí tenemos el cariño y el respeto. Ha sido una hermandad y se refleja en estos momento de lucha.

Cuando iniciamos el movimiento y empezamos a desazolvar los pozo muertos, hicimos unas ceremonias en lugares estratégicos para pedir permiso a la madre tierra y

respondió a ese llamado.

Ahora en fechas importantes se arreglan el pozo, se les ponen su velas, sus flores y cada quien hace su oración ahí. Es algo muy bonito porque algo que estaba muy oculto de repente se hace colectivo, comunitario.

Finalmente se le pregunta como definiría a las mujeres que lograron revivir sus campos y resucitar sus pozos: “Yo la definiría como las sembradoras de agua y vida porque se reconocen así y se sienten mas identificadas.

Un proyecto que ya no verá sus frutos es el de un grupo de 15 mujeres que se dedican a la siembra y tecnificación del campo y a un nuevo tipo de agricultura: Se llaman Sembradoras de esperanza en un nuevo amanecer que buscan ahorrar agua, utilizar la energía solar y tecnología para reverdecer sus campos.