La Opinión no autorizada | No hay tantos médicos como se necesitan, ni tantas plazas para los que tenemos

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Disculpe usted que meta mi cuchara, pero uno que tiene vocación de metiche y encajoso no puede sino arrimarse donde ni lo llaman, qué se le va a hacer. Quise, lo digo porque creo que finalmente no me salió muy bien, parafrasear el viejo y conocido refrán: “No son todos los que están ni están todos los que son” para referirme a un suceso actual al que me extraña que los medios golpistas se hayan tardado en llamar “La crisis de los Médicos Cubanos”.

No voy a referirme al trasfondo político que es sumamente intrincado. Hay que considerar aspectos como el bloqueo económico, la propia propaganda del régimen, lo que significan las misiones médicas para la política exterior cubana y el negocio que hay detrás de ellas; dichos ingresos, lo digo aprovechando el viaje, se catalogan como “Exportación de servicios profesionales” y son mayores que los producidos por el turismo y otros rubros.

Distan mucho de ser simple solidaridad internacional y, como suele suceder, quien de verdad gana es el patrón; los médicos únicamente reciben entre el 20 y el 30% de lo que cobra el gobierno por sus servicios. Se sabe además que se les adiestra en dos aspectos: Se les exhorta a “Ser más efectivos que los médicos locales” y promocionar la compra de medicamentos de origen cubano. Las condiciones en las que trabajan son de una alta exigencia, dicen algunos que hasta de esclavitud y bajo una estrecha vigilancia. A cambio de eso obtienen algunas pocas consideraciones en su país. Su puesto de trabajo les espera para que lo ocupen a su regreso, por ejemplo.

Eso no significa que los países, como México, que solicitan los servicios, estén financiando una dictadura, eso es caer en un reduccionismo torpe, una tentación que parece irresistible en la oposición y es comprensible visto que carecen de propuestas de fondo, de ideología y de “cuadros”. Lo digo porque evidentemente en muchos casos las misiones médicas cubanas solventan una necesidad inmediata. De esa misma forma, simulando un sesudo análisis, se dice que a más analfabetismo mayor votación para MORENA.

Es, como dije, torpe y simplista. Porque resulta que dicha condición es sólo una de las múltiples carencias que históricamente hemos padecido en la región sur-sureste del país. ¿Y quieren hacer creer que sólo por no saber leer y escribir esas otras carencias ya no se sienten ni influyen para nada en la orientación del voto? ¡Por favor! En fin. Sólo agregaré que según han señalado ciertos medios, la “derrama económica” que dejan las misiones médicas cubanas, llega a salpicar hasta a la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Y así llegamos al momento mexicano, y por supuesto las opiniones se dividen. Para mí es más que nada una decisión política, porque recientemente han dicho las autoridades de salud que la pandemia lleva semanas con una tendencia a la baja. Dicho de otra manera, “lo peor ya pasó”. Y si con lo que tenemos ya la libramos, ¿cuál es la razón de su contratación? Bueno, pues hay otras situaciones, otras necesidades, ¿no?

A mí mismo me suena casi increíble decir esto pero a esa conclusión he llegado tras dedicar al asunto mis tres centavos de capacidad de análisis: El presidente López Obrador lo hace para golpear a la oposición. Pero no golpea, como ellos, con falacias, sino que exhibe por todo lo alto todo lo que hicieron mal y sus consecuencias. No voy a decir que el panorama actual es resultado de las políticas neoliberales que han afectado la educación y al sector salud, sólo diré que evidentemente las políticas de estado han sido a todas luces inadecuadas y hasta perjudiciales para el interés de la nación, a éste respecto.

Los procesos para poder ser admitido a cursar una residencia para especializarse en alguna rama de la medicina parecen estar diseñados para que la mayoría no lo logre: Dígame usted si no: En el 2016 se abrieron 7,000 espacios y hubo 41,000 concursantes. Ni siquiera el 20% logró obtener un lugar.

¿Que es difícil? ¡Por supuesto! La exigencia es altísima, ya he dicho en ocasiones anteriores que supongo que es debido a la profesión de la que se trata. Y a propósito, ¿no nos estamos enfocando demasiado en la parte técnica? Después de todo es muy conocida en el medio la frase aquella: “Del médico que no sabe más que medicina, ten por cierto que ni medicina sabe”.

Y una vez que se ha obtenido el grado de especialista, ¿a dónde ir? Por mi trabajo en el hospital escuché las quejas de residentes próximos a graduarse sobre el desempleo que les esperaba. ¿Se imagina usted? ¿Tanto tiempo, tanto esfuerzo para encontrarse con ese panorama? Debe ser desolador. Es como una precarización sistemática: Se reducen los espacios, primero para estudiar y luego para ejercer. Al menos en el área pública.

Una brillante especialista que conocí siendo residente dijo una vez que mientras cursaba su internado le recomendaron estudiar una especialidad porque eso le abría el campo laboral. Luego, ya para finalizar su residencia le recomendaban hacer una sub-especialidad, porque así tendría mayores oportunidades laborales: “¡Así nunca voy a trabajar!”, terminó diciendo jocosa.

Ocupar alguno de los espacios que hay, ya sea para estudiar o trabajar implicará muchas veces tener que desplazarse, por muchas razones, ya sea a otro municipio u otro estado. Ni las escuelas ni los centros de trabajo están distribuidos geográficamente en forma razonable, justa o armónica, quiero decir que no los hay siempre en donde más se necesitan, quizá se ubican en donde de alguna forma resulta más conveniente, en los sitios donde pueden “concentrar” mayor actividad. Pero de ese modo, por fuerza, hay sitios que se quedan sin cobertura, lo que obliga a las personas a tener que desplazarse.

Quizá sea realmente imposible instalar una clínica con capacidad resolutiva en cada pueblito o ranchería de éste país. O una escuela de medicina al menos en cada cabecera municipal.

Los últimos meses que trabajé en el HGDAV había ahí estudiantes de los cuatro puntos cardinales del país; sólo por mencionar los que más recuerdo diré que había ahí médicos de Chiapas, Guerrero, Querétaro y Sinaloa. Sin faltar, por supuesto, quienes son originarios de la costa de Oaxaca o del Istmo de Tehuantepec.

Para mí que hay situaciones muy obvias: En primer lugar, quien decide ir o no, es el primer interesado; el médico. Sea para estudiar o trabajar. Y no se le puede obligar. El juramento Hipocrático, ¿qué? Para usar un lenguaje actual diría que “no es vinculante”, no obliga a un médico a nada, en términos legales. Podría quizá en términos morales pero será el mismo médico quien determine hasta qué punto. Además, que yo sepa, en ninguna parte de dicho juramento, el médico se obliga a ir a buscar a los necesitados, ¡pues si no son votos monásticos!

Juran a lo mejor consagrarse al servicio de la humanidad y tener respeto por la vida humana, pero la primera regla para quien brinda asistencia vital, es tener buen cuidado de no convertirse en una víctima más. Porque si no, ¿cómo ayudan? Es, por supuesto, muy de agradecerse cuando se encuentra uno por ahí médicos excepcionales que llevan su vocación un poco más allá pero es justo también decir que hay otros que en su consulta privada apoyan hasta donde pueden a pacientes que quizá no tienen para cubrir los honorarios o quienes de vez en cuando obsequian uno que otro medicamento. Y eso tampoco tiene por qué hacer menos a quienes no lo hacen ni de chiste.

Pero tiendo a pensar que la práctica totalidad del cuerpo médico ha hecho alguna vez algún servicio desinteresadamente, lo creo sinceramente.

Es también obvio que puede haber en teoría miles de razones para declinar en la búsqueda de una posición laboral en un lujar alejado del propio sitio donde se reside. Y todas podrían ser igualmente válidas. Ahora que anduvimos en protestas con el MUTESSO se supo de varios médicos, creo que también personal de enfermería, que declinaron cuando se les presentó una oportunidad de contratarse con el INSABI. Según me parece por situaciones familiares, personales y hasta económicas: Algunas personas tenían otros empleos, algunos verían sus gastos incrementarse en forma importante o simplemente en otros casos había hijos qué cuidar.

No es tan simple como decir “No quieren ir”. Y tampoco es sólo falta de médicos: Ya se ha dicho mucho que faltan espacios e insumos, también planeación adecuada y quizá ¿por qué no? hasta estímulos especiales. Yo creo que hay deficiencias en ambas posiciones: En decir que no hay plazas y en decir que faltan médicos. Quizá sería tanto como decir que si, en general, hay desempleo en México es porque la gente no quiere irse a trabajar a Estados Unidos o Canadá. Quiero decir que se trata de un problema muy complejo que no se puede resumir ni resolver en una sola frase.

Mientras tanto, en el mismo sentido en que opinó una joven médica en redes sociales diré: “Mucho ayuda el que no estorba”.

Adrián Lobo.

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