Lilia pide asilo a EU: ingresó a México como viaje de placer y terminó en la garita migratoria

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Lila ingresó a México como turista y terminó en la garita migratoria

*Lilia Shirley Venegas, turista de origen boliviano ingresó a México por placer y terminó en la garita migratoria de Tabasco por una semana.

Diana Manzo | Foto: Diana Manzo

Ixtepec, Oax. (página3.mx).- En una pequeña cama de uno de los cuartos del Albergue “Hermanos en el Camino”, Lilia Shirley Venegas, turista de origen boliviano que estuvo recluida en la garita migratoria de Tabasco, llora por los dolores de su pierna izquierda y narra cómo un viaje de placer que soñaba con realizar en México se ha convertido en un viaje de sufrimiento, por la violación constante de sus derechos humanos por parte de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM).

Desesperada y sin saber qué hacer, Lilia decidió contar su travesía en busca de ayuda.

El 3 de diciembre llegó a México procedente de un vuelo internacional de Bolivia y se dirigió a Mexicali, en Baja California, con unas amigas. Al llegar a la terminal de autobuses sufrió un asalto donde le robaron sus pertenencias, entre ellas su pasaporte.

Al día siguiente, cuando la turista intentaba retornar a la Ciudad de México para continuar con su viaje, es detenida por agentes migratorios por no traer su documentación y fue llevada a la garita migratoria de Tabasco, donde estuvo retenida por una semana.

Lilia les insistió que necesitaba ayuda porque le habían quitado sus pertenencias. Los agentes de Migración no le creyeron a pesar de que mostró su vuelo de regreso, que sería el 9 de diciembre.

En la garita migratoria la tuvieron encerrada una semana y a pesar de que pedía que la comunicaran con su consulado de Bolivia en México, en todo momento la ignoraron.

En ese lugar conoció a una amiga que la llevó a Chiapas convenciéndola de que en Tapanatepec, Oaxaca, le podían ayudar a tramitar un permiso migratorio.

El dolor de la turista ingresada a garita migratoria en México

Ahí nos trataron muy mal, parece una cárcel, todos amontonados en un pequeño cuarto, sin importar si hay niñas, niños, mujeres, y hombres, yo siempre pedía que buscaran a mi consulado de Bolivia, les mostraba mi vuelo de regreso, yo no sabia ni dónde era Tabasco y ni porqué me habían llevado a ese lugar, todo esto ha sido muy triste, lleno de impotencia y frustración”, expresó.

Tras el paso de una semana, la soltaron.

En la garita migratoria conoció a una mujer de origen nicaragüense quien le sugirió ir al estado de Chiapas porque ahí daban permisos y así poder llegar a la Ciudad de México y buscar ayuda. Aceptó el reto.

Lilia no tenía dinero, los pocos pesos que su hija de 20 años le enviaba era con lo que podía seguir su camino. En Chiapas tomó varios camiones y llegó a Arriaga, Chiapas, con destino a Tapanatepec, Oaxaca, en donde supuestamente le darían su permiso. Ella desconocía que el módulo migratorio ya se había levantado.

Cansada y con los pies llenos de ámpulas y moretones, pidió ayuda a un automovilista. Avanzó unos cuantos kilómetros hasta que llegó a un sitio donde había motociclistas que cobraban 100 pesos para llegar a Tapanatepec, se montó en una con la esperanza de conseguir su permiso.

A medio camino, la motocicleta sufre una ponchadura en su llanta delantera y caen al piso, su pierna quedó entre el pavimento y la llanta, el motociclista se fue y la dejó desangrada.

Una camioneta con dos personas la auxilian y la llevan al Hospital de Tapanatepec, en donde le hicieron curaciones pero su pierna requería de operación, pero no había médicos ni medicamentos.

Pidió ayuda y la trajeron al Albergue Hermanos en el Camino de Ciudad Ixtepec, Oaxaca. Donde el sacerdote Alejandro Solalinde Guerra le ha brindado el acompañamiento.

Han pasado dos semanas de su accidente y Lilia no ha podido ser intervenida quirúrgicamente, su pierna le duele todo el tiempo, está hinchada. Lo que le han dicho en el Hospital Civil de Juchitán es que no hay médicos para operarla.

Estoy desesperada, vivo con medicamentos todo el tiempo para calmar el dolor, me siento muy triste, desesperada, y lo único que pido es que me operen y pueda irme a Estados Unidos, ya no quiero volver a Bolivia, ahora que he conocido a cientos de migrantes, quiero experimentar este sueño americano, yo llegué a México en plan turístico, jamás imaginé que viviría el horror de mi vida en este país”, enfatizó.

De la cama solo se mueve para bañarse, sus vecinos de cama, también migrantes, le ayudan para la comida y pasarle agua y algunas frutas. Su estado de salud es preocupante y requiere una operación urgente, porque teme perder su pierna.

Nos tratan peor que a un animal

Mientras Lilia se limpia las lágrimas al narrar su historia de migrante, Arveis Daraio Torres Nieves de 29 años también cuenta la suya. De origen venezolano y guardia de seguridad en su país, este joven decidió migrar; pero no imaginó lo que enfrentaría.

En La Ventosa, Oaxaca, mientras caminaba en caravana fue arrollado por un automovilista que le dejó lastimada la pierna izquierda.

Con muletas y sin saber qué hacer, Arveis cuenta que ha sido tratado peor a un animal por los agentes migratorios; también por los médicos que lo han atendido.

Porque somos extranjeros se negaron a operarnos en el Hospital Civil de Juchitán, y no me refiero al traumatólogo, sino la anestesiólogo, que nos ha pospuesto en más de tres veces mi cirugía, y yo la requiero con urgencia para seguir mi camino Allá en Venezuela dejé a mis 8 hijos que dependen económicamente de mi”, contó.

Arveis está molesto y decepcionado de los funcionarios en Oaxaca. Su intención no es quedarse en México sino migrar y llegar a los Estados Unidos.

Nos llaman extranjeros y piensan que venimos a quitarles un espacio, y no es así, lo único que pedimos es ayuda, que nos dejen entrar a Estados Unidos para trabajar, nosotros no somos gente mala, sino trabajadora, que por necesidad andamos acá”, dijo.

Tanto Lilia como Arveis pidieron al presidente Joe Biden ayuda y que no ponga candados para impedirles su ingreso a Estados Unidos. Ellos lo único que buscan es trabajar y mejorar su vida.

Tabasco, la gran cárcel para migrantes

El sacerdote Alejandro Solalinde Guerra, director del Albergue Hermanos en el Camino, lamentó que la garita migratoria de Tabasco se esté convirtiendo en un “corral”, una “cárcel”, un terror para migrantes, debido a que en este lugar les tienen hacinados y prácticamente encarcelados.

El defensor de los derechos humanos de las personas migrantes refirió que la migración no se detiene; además, que en los últimos meses han llegado personas de diversas nacionalidades, especialmente africanos, y hasta asiáticos.

Solalinde Guerra dijo que la migración no se detendrá y que es necesario atender el problema de raíz, mejorando las políticas publicas.

Ambos migrantes se encuentran con la urgencia de una operación de sus piernas. Dijo que es lamentable que la xenofobia y el racismo sigan vigentes hoy en día en las unidades de salud que saquearon las anteriores administraciones.