Al Grano: Última llamada para el clima, alarma para los sistemas alimentarios

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Emmanuel González-Ortega

Marzo 29, 2023.- El más reciente reporte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), publicado a mediados del mes de marzo, es contundente: la crisis climática amenaza la vida en el planeta. Y es que la temperatura promedio global entre 2011 y 2020 fue 1.09°C mayor al promedio registrado entre los años 1850-1900. Desde su creación en 1998, el IPCC se reúne cada 5 o 7 años para analizar la información científica acumulada más relevante sobre el clima y hacer recomendaciones a los gobiernos del mundo para la implementación de políticas nacionales.

Aunque se ha reiterado la interdependencia entre el clima, los ecosistemas, la diversidad biológica y las sociedades humanas, precisamente las actividades humanas generaron un aumento de 1.07 °C y, solo en 2019, aproximadamente el 79% de los gases de efecto invernadero (CO2, metano, óxido nitroso) fueron producidas por los sectores energético, industrial, transporte, y agricultura. Las estimaciones más realistas indican que el aumento de la temperatura global continuará en el mediano plazo (entre 2021 y 2040) debido a la acumulación actual de emisiones de CO2, lo cual es muy grave, ya que entre 3300 millones y 3600 millones de personas viven en territorios altamente vulnerables a los climas extremos (como ondas de calor, sequías severas, lluvias torrenciales, inundaciones) producidos por el calentamiento del planeta. De hecho, se prevé el aumento inevitable del nivel del mar (¡por siglos o milenios!) debido al calentamiento acumulado del océano profundo y el derretimiento de las capas de hielo en los polos del planeta. Para el 2035 deben reducirse en 60% las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) -meta bastante improbable en la realidad- si se desea limitar el aumento de la temperatura global en 1.5°C, lo que implicaría impactos catastróficos e irreversibles.

En cuanto a la agricultura, el informe internacional menciona que los eventos climáticos extremos -cada vez más frecuentes- están afectando la producción de alimentos. Las actividades agrícolas industriales generan más del 30% de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera. La inseguridad alimentaria e hídrica implica costos económicos cada vez mayores y afecta principalmente a productores de pequeña escala, campesinos, pescadores y pastores de América Latina, África, Asia, islas pequeñas y zonas polares, aunque no son ellas ni ellos quienes producen la mayoría de las emisiones contaminantes, además de que continuamente han sido descartados de las discusiones y propuestas sobre cambios en las políticas ambientales y alimentarias. El calentamiento del planeta está haciendo cada vez más difícil la actividad agrícola, debemos recordar que estamos viviendo la sexta extinción masiva de especies animales, vegetales, hongos y microorganismos, lo que implica la pérdida de especies cultivables y sus parientes silvestres. Además, se proyecta que los rendimientos agrícolas podrían derrumbarse, particularmente en regiones tropicales o sub tropicales, por ejemplo, los rendimientos de maíz podrían reducirse hasta en 24% en promedio a nivel mundial. Otra consecuencia del cambio climático es el probable aumento en la mortalidad y morbilidad de personas, aumento en las enfermedades transmitidas por alimentos y agua contaminados.

Es urgente que en los años restantes de esta misma década se implementen cambios drásticos en los modos de producción de alimentos. Deben diseñarse sistemas de alerta temprana que permitan preparar a las comunidades sobre eventos climáticos severos que pudieran afectar sus territorios y modos de vida. Se han destinado aproximadamente 250 millones de hectáreas de tierra agrícola por 115 países para realizar procesos de restauración de los suelos, particularmente en regiones en los que la agroindustria ha erosionado y deforestado grandes extensiones, como en Sudamérica. Se sugiere también modificar la dieta hacia productos de manufactura menos costosa energéticamente hablando, por ejemplo:

  • Se generan 100 kg de gases de efecto invernadero por 1 kg de carne de res producida.
  • 1 kg de carne de cerdo produce 12.31 kg de GEIs.
  • Producir 1 kg de arroz genera 4.45 kg de GEIs.
  • Y generar 1 kg de maíz produce 1.7 kg de GEIs.

Hay que evitar al máximo el desperdicio de alimentos, se estima que hasta un tercio (1300 millones de toneladas) de los alimentos que se producen a nivel mundial son desechados. Debe también darse un giro radical a la agricultura basada en derivados del petróleo y la agricultura que emplea monocultivos por una que esté basada en la diversidad agrobiológica, en las prácticas y conocimientos de las comunidades y pensando en lo urgente: ¡Mitigar el calentamiento climático y enfriar el planeta!

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