Sobrevivientes de Nochixtlán: rehacer la vida mientras se espera la justicia

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En 2013, Enrique Peña Nieto promulgó una reforma educativa —impulsada y promovida por el empresario Claudio X Gonzálezque vulneró los derechos de miles de docentes. La resistencia del magisterio fue reprimida. Esta es la historia de dos maestros rurales que, después del ataque de Asunción Nochixtlán del 19 de junio de 2016, intentan rehacer su vida en la comunidad mixteca de Santa María Tiltepec

Texto y fotos: Antonio Mundaca / El muro

SANTA MARÍA TILTEPEC, OAXACA.- A Iván Escobar Román, parecer que iba a morir le salvo la vida. Que lo dieran por muerto evitó que los policías lo golpearan como a otros maestros caídos. No supo porque surgieron los disparos. Las ráfagas venían de un batallón escondido dentro del humo de los ataques de aerosoles en forma de granadas: una bala le atravesó la rodilla. Estaba en el frente, cuando una avanzada de policías federales prendió el fuego el 19 de junio de 2016. Su objetivo eran los normalistas ubicados en la calle de Las Flores y la avenida principal que da al panteón municipal de Asunción Nochixtlán.

Los policías querían liberar el bloqueo que los profesores hacían como una medida de protesta contra la Reforma Educativa promulgada por el presidente Enrique Peña Nieto tres años antes (impulsada y promovida por el empresario Claudio X González). El bloqueo era en la autopista 135-D y la carretera federal 190 que conectan a Oaxaca con Puebla y la Ciudad de México.

Los policías estatales y federales barrieron con gases lacrimógenos y fierros. Iván vio cuando entraron a las casas de Loma de la Era. Los policías buscaban a normalistas adheridos a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Del panteón se llevaron secuestradas a familias inocentes que enterraban a sus muertos. Pensó que ese día iba a morir. Sus compañeros lo recogieron del piso. Estaba mal herido. Mientras esto pasaba, la refiega seguía.

Iván se desangraba. Dice que escuchó el zumbido de la bala chocando con el aire y después sintió calor cuando el proyectil atravesó su cuerpo, fue un trueno nítido. Cayó al piso y vio expuesto su cartílago: se desangraba.

“Pensaba en mi esposa, en mis hijos, el mayor iba a cumplir cinco años el 21 de junio, ya estábamos preparando su cumpleaños. Mi hijo más chico tenía dos años, y yo estaba ahí: tirado, viendo que la sangre no paraba, con miedo a dejar a mis hijos sin padre”, cuenta Iván.

Los policías federales se escalonaron hasta rodear las barricadas. Persiguieron a los maestros por varias avenidas.  A Iván lo trasladaron sus compañeros en un taxi a un Centro de Salud comunitario mientras huían. Los doctores, rebasados por los heridos, apenas podían controlarle la hemorragia.

Iván tuvo que esperar 7 horas con el dolor y la entrada de la fiebre y la sangre coagulándose.  Sus compañeros le dijeron que la policía estatal había bloqueado los accesos a los otros hospitales donde podían hacerle una cirugía. El operativo para detener a los maestros normalistas continuó por varias horas.

 “Mi esposa me llamó preocupada para decirme que le dijeron otras esposas de compañeros que había habido disparos, que la policía se estaba llevando a los maestros en camionetas, ‘Salte de ahí,  por favor’ me dijo. Fue muy difícil confesarle que estaba herido en el hospital y no podían operarme, que tenía un balazo en la rodilla”, relata.

Iván ya sentía la pierna entumecida cuando lo trasladaron al ISSSTE de Huajuapan de León, a 93 kilómetros de donde lo habían herido. Durante el trayecto quería que el dolor parara. Pensaba que corría el riesgo de una herida infectada, que tenía 30 años, que no podía dejar sola a su familia.

Dos maestros rurales en la sierra mixteca

Iván Escobar está casado con María Guadalupe Guzmán. Ambos son profesores egresados de la escuela Normal Rural Vanguardia de Tamazulápam del Progreso. Dan clases en la escuela primaria rural Benito Juárez de Santa María Tiltepec, una agencia municipal ubicada en la región mixteca, a 100 kilómetros de la capital de Oaxaca. Se conocieron en un taller que ella le impartió en Tlaxiaco cuando en él estaba el último año de carrera.

“En las ciudades menosprecian el trabajo de los pueblos, pero el maestro rural es una figura todavía muy importante, además de dar clases es un gestor. Muchos de los maestros egresados de las normales solo tuvimos está única opción: era ser maestro o nada, y muchos no queriendo le agarramos amor al trabajo, cariño a los niños, al darnos cuenta que, igual que nosotros, las comunidades están olvidadas por el gobierno”, relata el profesor.

Iván y María, como muchos maestros normalistas rurales, dan clases a 15 niños de diferentes edades, incluidos sus dos hijos. Iván lleva diez años en la primaria de Tiltepec y María siete. Ella dejó un puesto administrativo donde económicamente le iba mejor, para estar cerca de su familia.  Dicen que en la sierra mixteca han encontrado la fortaleza, el apoyo y la seguridad que les robó el desalojo violento de Asunción Nochixtlán. Esa sensación de refugio que sienten en Tiltepec se debe a que es una comunidad con muchos integrantes de la Red Estatal de Víctimas “Tomás Martínez” y el Frente Popular Revolucionario (FPR), un conglomerado de organizaciones sociales que lleva años denunciando la violencia generalizada en el país y que en la zona controla bastiones de lucha social.

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