Colonia Cuauhtémoc, el pueblo ikoots de San Mateo del Mar, que se lo está llevando el mar por obras del Corredor Interoceánico

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 Diana Manzo

Oaxaca, Oax.- Cinco veces al año, Eneida Villaseca, indígena Ikoots de la colonia Cuauhtémoc, poblado de San Mateo del Mar, al sur del Istmo oaxaqueño, tiene que resguardarse junto con sus 5 hijos en la casa de su prima, para que el mar no se los devore, aunque eso pueda significar quedarse sin pertenencias.

Devorar, para Doña Eneida y los 300 habitantes de esta comunidad indígena huave, significa que el mar “se los está comiendo”, por lo que su anhelo es una urgente reubicación digna.
“Me da miedo todo esto que dicen; temo que el mar se lleve toda mi casa, pero no queda otra cosa que resistir, pues yo no tengo dinero para comprar un terreno o una casa nueva en otro lado”, expresó.
La vivienda de Doña Eneida es de madera y palma y de un solo cuarto, más otra más pequeña que usa de cocina.
En la parte externa tiene su fogón donde prepara sus alimentos.
Su esposo es pescador y lo que captura del mar, más los totopos que ella prepara con el poco de maíz que consigue, es lo que comen.
Doña Eneida y quienes habitan en Colonia Cuauhtémoc, desde hace cuatro años han notado la variación climática y la cada vez más grave alteración de las mareas, a causa de la ampliación del rompeolas del vecino puerto de Salina Cruz, realizada en el marco del megaproyecto Corredor Interoceánico de la 4T.
“Por acá los pescadores le llaman mar de fondo y significa que la marea sube y sube, entonces el agua del mar sale y nos invade en todas nuestras viviendas.
“Esto ocurre unas cinco veces al año, y nos preocupa porque cada vez vemos con más frecuencia que el mar se acerca como un animal devorador”, externó.
La población reconoce que esta megaobra, que pretende permitir el arribo de buques de gran calado al puerto oaxaqueño, fue una de las megaobras “estrella” de Andrés Manuel López Obrador.
Pero alteró fuertemente las mareas del Golfo de Tehuantepec, provocando que el mar se haya ido llevando casas de las familias indígenas huaves que estaban al menos a 200 metros de su orilla.
“Tengo el mar vivo frente a mi casa y eso impone, me da miedo, pero ¿qué puedo hacer? y cuando me preguntan si me gustaría cambiarme de sitio, claro que sí, pero no tengo dinero para comprar otro espacio en otro lugar”, narró.
En la tierra y con sus dedos, Omar, quien desde hace 20 años pasó su infancia en esta comunidad mareña y que tuvo que desplazarse de acá por motivos familiares, ve con nostalgia cómo el mar ya se tragó lo que fue su casa.
“El proyecto de la ampliación del rompeolas desvió la corriente del mar y agravó las mareas; así, el espacio de la playa ya se extendió a tres kilómetros.
“Mire, en aquellas lomitas era mi casa, y ahora ya está todo lleno de agua”, dijo.
Narró que las casas de Domingo Mora y Genaro Blas ya no existen, ahora son sólo recuerdos; y es que dijo que el canal de agua que va a la cabecera de San Mateo del Mar y que colinda con la Laguna Quiri, y cae en el río Tehuantepec, ya todo se lo comió el mar.

“La avenida Cristóbal Colón de nuestro pueblo también ya se la devoró el mar”, recalcó Omar, a quien la nostalgia, la preocupación y la tristeza le invaden, pues pasar sus primeros años de vida en este pueblo, y años después volver y mirar que ya no están las casas, ni tampoco las personas, sus amigos de infancia quienes ahora viven desplazadas por este grave alteración climática y marina.

 Parecemos patos cuando nos inundamos

“Pedimos al gobierno la reubicación, porque a nuestro pueblo se lo está llevando el mar”, dice con mucha preocupación Virgilio Quintanar, exagente municipal de la Colonia Cuauhtémoc, que ha buscado por todos los mecanismos viviendas en otro lugar para los suyos.
Al señor Virgilio le preocupa cuando ocurre el fenómeno de mar de fondo, porque la marea sube y todo se llena de agua.

Esta situación la están viviendo desde hace unos 4 años, cuando comenzó la ampliación del rompeolas.
“Ya vivimos los estragos ocurridos y lo peor es que no son recientes, pero continúan cada vez más, lo que ha ocasionado el desplazamiento forzoso de unas 20 familias que ahora sobreviven fuera de San Mateo del Mar”, explicó.
Frente al mar y bajo el intenso sol, Virgilio demuestra su preocupación y el amor que le tiene a su comunidad natal, pero está consciente que bajo estas condiciones, ya no se puede vivir en este sitio.
“Cuando es mar de fondo nos inundamos casi todo el pueblo, y cuando es por tormentas también, porque se encharca las colonia.
“Y lo mismo pasa cuando desfogan la presa Benito Juárez, allá por Jalapa del Marqués, porque nos quedamos como patos en medio del agua, por eso es urgente salir de acá, pero hacerlo ya con un espacio seguro para nuestra familias”, señaló.
Virgilio agregó que ya tienen visto el lugar y el espacio para que todas y todos vivan seguros; y se llama Cerro Lima.
“Ya hicimos el trabajo de estudios de uso de suelo con Protección Civil, y contamos con el apoyo de la presidencia de San Mateo, ora nomás le estamos pidiendo al gobierno del estado y federal el resultado del dictamen y si es aceptable, pues apoyo para nuestra viviendas porque ya nos urge reubicarnos”.
“Pedimos al gobierno estatal y federal que apoye para la reubicación en nuestro propio territorio y que sean viviendas y casas de acuerdo a lo que vivimos y gozamos como Ikoots.
“Porque en la ciudad no podemos pescar ni sembrar y no tenemos dinero para comprar, porque lo que venden allá cuesta mucho.
“Algunas pocas familias que pudieron ya compraron por Salina Cruz, pero la mayoría no tienen dinero para comprar así”, dijo.
Por último, insistió que necesitan el apoyo del gobierno para que la gente de la Colonia Cuauhtémoc pueda tener una reubicación digna.**AL MAR HAY QUE TENERLE RESPETO**Descalza y caminando a la orilla de la playa, entre conchas y pequeños caracoles, doña Lupe Quintanar le dedica una ofrenda al mar, que consiste en pronunciar las palabras en ombeayiüts -el idioma Ikoots- que su abuelo le enseñó en su infancia.
“El mar está vivo, es sagrado y siempre ha estado con nosotras, los Ikoots, pero no nos aloquemos”, refería el abuelo de la señora Lupe, quien teme que su casa sea invadida por las enormes olas.
Recalcó que el mar nunca quiere hacer daño; al contrario, desde hace siglos provee de alimento y materiales al pueblo Ikoots.

“Es a causa de este rompeolas lo que ha hecho el daño”.
Doña Lupe respira y muestra el sitio de donde hasta hace muy poco había casas de familias a quien ella visitaba, y que ahora se las ha tragado el mar.
Recordó su etapa en la primaria, pero ya no vio su escuela, pues también ya ha sido devorada por las altas mareas.
“Recuerdo a mi abuelito Fernando, que me contaba que el mar algún día cubriría todas las casas y parece que se cumplió, pues más de una docena de viviendas ya son parte de la historia, pues el mar se las ha tragado”, recalcó.**La ampliación del rompeolas, una obra millonaria**
Datos del gobierno federal informan que la ampliación del rompeolas de Salina Cruz se realizó con una inversión de cuatro mil doscientos millones de pesos.
Estuvo a cargo del consorcio integrado por las empresas GAMI Ingeniería e Infraestructura Marítimo Portuaria, habiendo sido subcontratada para esa obra la empresa Grupo Constructor Pritzker, S.A. de C.V.
Es propiedad el empresario Jorge Leoncio Arroyo a quien el pueblo Ikoots de San Mateo del Mar señala como autor intelectual de un millonario saqueo de fondos municipales y de crear un clima de extrema violencia al interior de su territorio.
Esta ampliación del rompeolas fue inaugurada por AMLO a fines del 2023, siendo una de las megaobras que permitiría el arribo de buques mercantiles y petroleros de gran calado a Oaxaca, favoreciendo así la irrupción de inversionistas multinacionales.
La siguiente megaobra necesaria para esto sería el dragado profundo de la costa de Salina Cruz, cuyo bajo fondo impide la entrada de dichos buques.
La megaobra tiene una longitud de mil 600 metros y una profundidad de 24 metros, con miras a concluir a mediados del 2025, convirtiendo a Salina Cruz en el puerto petrolero comercial más importante de la costa del Pacífico mexicano.
El rompeolas se construyó con un total de 9.1 millones de toneladas de piedra que se colocaron en el mar y trece mil 85 piezas de corelocs, que son estructuras de concreto cuyo objetivo es disminuir el efecto de energía de las olas y brindar seguridad ante tsunamis, ciclones, huracanes y tormentas.
Cabe señalar que grupos ecologistas y defensores de derechos humanos y de derechos indígenas advierten que de continuar estas gigantescas megaobras de infraestructura en el puerto de Salina Cruz, se cometerá una grave alteración a la inmensa biodiversidad marina existente en el Golfo de Tehuantepec y en las Lagunas Huaves (Superior e Inferior).
Constituirán un verdadero ecocidio y a la vez, un etnocidio, pues condenaría a su desaparición a los pueblos huaves (San Mateo, San Dionisio y San Francisco del Mar) los cuales ancestralmente han sido pueblos eminentemente pescadores.
El etnocidio provocado así por el Corredor Interoceánico parece haber comenzado para la comunidad Ikoots de la Colonia Cuauhtémoc de San Mateo del Mar.