Diana Manzo
Oaxaca, Oax.- Cinco veces al año, Eneida Villaseca, indígena Ikoots de la colonia Cuauhtémoc, poblado de San Mateo del Mar, al sur del Istmo oaxaqueño, tiene que resguardarse junto con sus 5 hijos en la casa de su prima, para que el mar no se los devore, aunque eso pueda significar quedarse sin pertenencias.
“La avenida Cristóbal Colón de nuestro pueblo también ya se la devoró el mar”, recalcó Omar, a quien la nostalgia, la preocupación y la tristeza le invaden, pues pasar sus primeros años de vida en este pueblo, y años después volver y mirar que ya no están las casas, ni tampoco las personas, sus amigos de infancia quienes ahora viven desplazadas por este grave alteración climática y marina.
Parecemos patos cuando nos inundamos
“Pedimos al gobierno la reubicación, porque a nuestro pueblo se lo está llevando el mar”, dice con mucha preocupación Virgilio Quintanar, exagente municipal de la Colonia Cuauhtémoc, que ha buscado por todos los mecanismos viviendas en otro lugar para los suyos.
Al señor Virgilio le preocupa cuando ocurre el fenómeno de mar de fondo, porque la marea sube y todo se llena de agua.
“Ya vivimos los estragos ocurridos y lo peor es que no son recientes, pero continúan cada vez más, lo que ha ocasionado el desplazamiento forzoso de unas 20 familias que ahora sobreviven fuera de San Mateo del Mar”, explicó.
Frente al mar y bajo el intenso sol, Virgilio demuestra su preocupación y el amor que le tiene a su comunidad natal, pero está consciente que bajo estas condiciones, ya no se puede vivir en este sitio.
“Cuando es mar de fondo nos inundamos casi todo el pueblo, y cuando es por tormentas también, porque se encharca las colonia.
Virgilio agregó que ya tienen visto el lugar y el espacio para que todas y todos vivan seguros; y se llama Cerro Lima.
“Pedimos al gobierno estatal y federal que apoye para la reubicación en nuestro propio territorio y que sean viviendas y casas de acuerdo a lo que vivimos y gozamos como Ikoots.
Por último, insistió que necesitan el apoyo del gobierno para que la gente de la Colonia Cuauhtémoc pueda tener una reubicación digna.**AL MAR HAY QUE TENERLE RESPETO**Descalza y caminando a la orilla de la playa, entre conchas y pequeños caracoles, doña Lupe Quintanar le dedica una ofrenda al mar, que consiste en pronunciar las palabras en ombeayiüts -el idioma Ikoots- que su abuelo le enseñó en su infancia.
“El mar está vivo, es sagrado y siempre ha estado con nosotras, los Ikoots, pero no nos aloquemos”, refería el abuelo de la señora Lupe, quien teme que su casa sea invadida por las enormes olas.
Recalcó que el mar nunca quiere hacer daño; al contrario, desde hace siglos provee de alimento y materiales al pueblo Ikoots.
Doña Lupe respira y muestra el sitio de donde hasta hace muy poco había casas de familias a quien ella visitaba, y que ahora se las ha tragado el mar.
Recordó su etapa en la primaria, pero ya no vio su escuela, pues también ya ha sido devorada por las altas mareas.
“Recuerdo a mi abuelito Fernando, que me contaba que el mar algún día cubriría todas las casas y parece que se cumplió, pues más de una docena de viviendas ya son parte de la historia, pues el mar se las ha tragado”, recalcó.**La ampliación del rompeolas, una obra millonaria**
Datos del gobierno federal informan que la ampliación del rompeolas de Salina Cruz se realizó con una inversión de cuatro mil doscientos millones de pesos.
Esta ampliación del rompeolas fue inaugurada por AMLO a fines del 2023, siendo una de las megaobras que permitiría el arribo de buques mercantiles y petroleros de gran calado a Oaxaca, favoreciendo así la irrupción de inversionistas multinacionales.
La megaobra tiene una longitud de mil 600 metros y una profundidad de 24 metros, con miras a concluir a mediados del 2025, convirtiendo a Salina Cruz en el puerto petrolero comercial más importante de la costa del Pacífico mexicano.
El rompeolas se construyó con un total de 9.1 millones de toneladas de piedra que se colocaron en el mar y trece mil 85 piezas de corelocs, que son estructuras de concreto cuyo objetivo es disminuir el efecto de energía de las olas y brindar seguridad ante tsunamis, ciclones, huracanes y tormentas.
Cabe señalar que grupos ecologistas y defensores de derechos humanos y de derechos indígenas advierten que de continuar estas gigantescas megaobras de infraestructura en el puerto de Salina Cruz, se cometerá una grave alteración a la inmensa biodiversidad marina existente en el Golfo de Tehuantepec y en las Lagunas Huaves (Superior e Inferior).
El etnocidio provocado así por el Corredor Interoceánico parece haber comenzado para la comunidad Ikoots de la Colonia Cuauhtémoc de San Mateo del Mar.