Luciana Audiffred Patiño
Hoy, 8 de marzo de 2025, el cielo de Oaxaca amaneció despejado, pero la realidad de las mujeres en el estado sigue nublada por la violencia y la impunidad.
En este Día Internacional de la Mujer, diferentes colectivos tomaron las calles no para pedir, sino para exigir un derecho fundamental: el respeto a la vida de las mujeres.
Desde temprano, las marchas comenzaron a recorrer la ciudad:
Marcha Colectiva Mujeres Zapotecas de la Sierra Sur: Partiendo a las 8:00 a.m. desde la Cruz Roja y finalizando con una convivencia en el Jardín Municipal de Miahuatlán a las 9:00 a.m.
Marcha de Trabajadores afectados por el Decreto 24 y Asociaciones Civiles: Iniciando a las 9:00 a.m. en Cruz de Piedra.
Marcha Transfeminista: A las 3:00 p.m., desde Calzada Porfirio Díaz, Oaxaca.
Marcha Viva Palestina Libre: También a las 3:00 p.m., partiendo desde Calzada Porfirio Díaz.
Marcha Contingente Universitario UABJO: A la 1:30 p.m., desde la Escuela de Artes Plásticas y Visuales de CU.
Marcha Sección XXII: Desde el Mercado Zonal Santa Rosa al Zócalo, con mitin a las 11:00 a.m. y foro a las 12:00 p.m.
Marcha Feminista Separatista: A las 4:00 p.m., partiendo del Panteón General.
Las calles de Oaxaca se convirtieron en un escenario de resistencia.
Mujeres de todas las edades, acompañadas de aliades y colectivos, gritaron consignas, portaron pancartas y realizaron intervenciones artísticas en muros y monumentos.
Sin embargo, mientras las voces se alzaban exigiendo justicia, la respuesta del gobierno de Salomón Jara fue la represión.
Frente a Palacio de Gobierno, el contingente feminista fue dispersado con gas lacrimógeno.
Mujeres corrieron, se protegieron como pudieron, pero el mensaje quedó claro: el Estado no está dispuesto a escuchar.
Las pancartas recordaban nombres que no deberían olvidarse:
Sandra Domínguez Estefana, activista desaparecida desde hace cinco meses, sigue sin justicia.
Judith Vianney Toledo, enfermera asesinada por su compañero de trabajo, fue recordada por sus colegas con un cartel que decía: «Por mis hermanas enfermeras que no volvieron».
Las cifras son frías y contundentes: más de 800 mujeres desaparecidas y 200 mujeres asesinadas durante la llamada «Primavera Oaxaqueña». ¿Dónde está el cambio que prometieron? Mientras se blindan recintos históricos con presupuesto público, las mujeres siguen muriendo.
Mientras las paredes se repintan, las familias siguen llorando. ¿No son estas las formas, gobernador Salomón Jara?
Las voces que retumbaban en las calles también cuestionaban la falta de acción y transparencia en las investigaciones.
Las familias de las víctimas siguen esperando respuestas que nunca llegan. Oaxaca se ha convertido en un territorio donde la justicia parece un privilegio inalcanzable, donde la violencia de género es sistemáticamente minimizada por las autoridades.
Pero la rabia colectiva no se apaga. La organización sigue creciendo, y las mujeres de Oaxaca siguen en pie de lucha.
Hoy las paredes gritan, los cuerpos resisten y la memoria se mantiene viva.
Aunque intenten silenciar la protesta, la lucha por la vida y la dignidad de las mujeres no se detendrá.
La historia no olvidará a quienes han sido arrebatadas y a quienes siguen peleando por un mundo donde ser mujer no sea una sentencia de muerte.
Los muros de Oaxaca hoy hablan. Están cubiertos de nombres, de gritos, de demandas de justicia.
Pueden ser cubiertos de pintura, pero la memoria y la rabia de quienes luchan por un futuro distinto no se borrarán tan fácilmente.