Ana Luisa Cantoral
En Oaxaca, la Policía Vial ha asumido una función que parece más propia de una escolta privada que de una fuerza encargada de garantizar la seguridad en las vías públicas.
Mientras las calles de la ciudad se convierten en un campo de batalla para conductores y peatones, se destinan algunas patrullas paraa escoltar camiones del servicio público Binnibus, bajo el argumento de que podrían ser retenidos por otras organizaciones.
Esta estrategia, que podría parecer una medida de seguridad, plantea serias dudas sobre las prioridades y la eficacia de la policía vial en el estado.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 se registraron 5,203 accidentes de tránsito en Oaxaca, de los cuales 2,130 resultaron en víctimas mortales.
Estos números reflejan una realidad alarmante: las calles de Oaxaca son peligrosas, y la policía vial parece más enfocada en proteger intereses específicos que en salvaguardar la vida de la ciudadanía en general.
Mientras tanto, la presencia de la policía vial en las calles es notoriamente insuficiente.
Las patrullas escasean y su distribución no siempre responde a las zonas de mayor riesgo.
En lugar de estar presentes en puntos críticos donde se concentran los accidentes, como el crucero de la Carretera Federal 131 o las intersecciones cercanas a escuelas, las patrullas se destinan a escoltar vehículos específicos, dejando desprotegidos a las y los ciudadanos comunes que transitan por las mismas vías.
La decisión de asignar recursos de la policía vial para escoltar camiones del servicio público Binnibus plantea interrogantes sobre la equidad en la distribución de la seguridad.
Mientras ciertos actores reciben protección adicional, el resto de la población queda expuesta a los riesgos del tránsito sin el respaldo necesario.
Esta situación no solo refleja una mala asignación de recursos, sino también una falta de compromiso con la seguridad pública en su conjunto.
Además, la presencia de la policía vial en las calles no garantiza una mejora en la seguridad.
La falta de capacitación adecuada, la escasa supervisión y la ausencia de protocolos claros contribuyen a una sensación de impunidad y desconfianza entre la ciudadanía.
En lugar de ser un símbolo de protección, la policía vial se ha convertido en un recordatorio de la desigualdad y la ineficiencia en la gestión de la seguridad pública.
Es imperativo que las autoridades reconsideren la asignación de recursos y la estrategia de seguridad vial en Oaxaca.
La protección de ciertos intereses no debe prevalecer sobre la seguridad de la población en general.
Es necesario un enfoque integral que contemple la presencia efectiva de la policía vial en las calles, la capacitación continua de los agentes y la implementación de políticas que prioricen la vida y el bienestar de todos los ciudadanos.
La seguridad vial no debe ser un privilegio, sino un derecho fundamental de cada ciudadano.
