Jaime GUERRERO
En el candente escenario de la Cámara de Diputados, donde las pasiones políticas se encienden, Raúl Bolaños Cacho Cué, el vicepresidente de la Mesa Directiva, se ha convertido en el “susurrador” al oído de Ricardo Monreal, el mandamás de la Junta de Coordinación Política (Jucopo).
En medio de un zafarrancho legislativo por las reformas a la Ley de Amparo, Bolaños Cacho, del PVEM, se mueve como pez en el agua, respaldando a Monreal con una lealtad.
El jaleo empezó cuando las comisiones unidas de Justicia y Hacienda,, convocaron conversatorios para discutir las reformas a la Ley de Amparo en un maratón de viernes, sábado y lunes.
La oposición, con el PRI, PAN y MC al frente, gritan al cielo acusando un “sabadazo” legislativo.
Según ellos, esto rompe los acuerdos de la Jucopo, donde supuestamente se definirían fechas y formatos con calma el próximo lunes.
Pero Monreal, con la calma de quien ya ha capeado peores temporales, y Bolaños Cacho, defienden la jugada.
Monreal, con esa habilidad de político curtido, jura que no hay nada de sorpresivo en la convocatoria, que ya había charlado con los coordinadores y que todo está en orden.
Mientras, Bolaños Cacho, con un guiño cómplice, explica que el micrositio para los foros tuvo un pequeño retraso.
Ambos, en un dueto bien ensayado, insisten en que los plazos son suficientes y que la inscripción es fácil.
Entre líneas, Monreal deja caer, con tono conciliador pero sin soltar prenda, que los foros podrían dar paso a ajustes al dictamen. Bolaños Cacho, por su parte, refuerza la idea de accesibilidad, prometiendo flexibilidad a la oposición.
En este juego de tronos legislativo, Raúl Bolaños Cacho Cué no solo es el eco de Monreal, sino un estratega que sabe cuándo sonreír y cuándo apretar.
Juntos, navegan las aguas turbulentas de la política mexicana, con la oposición gruñendo y ellos, con una picardía, manteniendo el timón en aguas turbulentas de la política legislativa.
