José Contreras
En la entrega de ayer documentamos la forma en que el presidente Enrique Peña Nieto, al recibir al Papa Francisco en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, violó la Guía de Protocolo de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Y de paso, el principio de laicidad del Estado mexicano.
Dijimos también que lo mismo hizo el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Angel Mancera, quien nada tenía que hacer en el Hangar Presidencial.
No tenemos en lo personal nada en contra de Jorge Mario Bergoglio, quien en su calidad de líder mundial de la Iglesia Católica ha asumido posiciones liberales y progresistas, y a favor de los oprimidos.
El Papa Francisco tiene todo el derecho de visitar nuestro país. Y quienes profesan o dicen que profesan la religión católica, tienen todo el derecho de apreciar e incluso de venerar su figura.
Pero a nuestras autoridades la Constitución les prohíbe dar a cualquier representante de culto religioso un carácter de divinidad o venerar su figura a nombre del pueblo mexicano.
Y eso es lo que han hecho en los cinco días que el Papa Francisco lleva en nuestro país tanto el presidente Peña Nieto, como Mancera y como los gobernadores del estado de México, Eruviel Avila; de Michoacán, Silvano Aureoles, y de Chihuahua,César Duarte.
“Su santidad”, le han dicho al Papa todos los gobernantes citados. ¿No que se trata de una visita de Estado? ¿No que Bergoglio es un jefe de Estado extranjero? ¿Entonces por qué “Su santidad”?
La Secretaría de Relaciones Exteriores, en su comunicado del pasado viernes, dice que la visita del Papa “es de carácter pastoral”. Por fin: ¿Es visita de Estado o es visita pastoral?
Si es visita pastoral como dice la SRE, entonces ninguna autoridad tendría que recibir al Papa, pues la visita no tiene carácter oficial.
En ese mismo comunicado, la SRE dice: “El Papa Francisco recibirá el tratamiento protocolario correspondiente a su investidura como Jefe de Estado”. ¿Por qué el trato de jefe de Estado si la visita –dice la misma SRE— es pastoral?
En efecto, el Papa fue recibido como jefe de Estado, pero como ningún otro jefe de Estado ha sido recibido nunca. Ni siquiera cuando vino a México el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, Peña Nieto fue a recibirlo al Aeropuerto.
El sábado, durante la ceremonia de “bienvenida oficial” –¿Entonces lo del viernes en el Hangar Presidencial qué fue?– en Palacio Nacional, Peña Nieto pronunció un discurso que equivale a un baile zapateado sobre el Estado Laico.
Peña Nieto dijo al Papa que durante su estancia en México “será testigo de la fe de millones de personas de bien que día a día practican una vida de principios”.
¿Quién le dijo a Peña Nieto que podía celebrar públicamente y presumir en una ceremonia oficial que millones de mexicanos profesan la fe católica?
Peña Nieto dijo también: “El pueblo mexicano está enormemente emocionado por la visita de este Pontífice reformador, capaz de acercar la iglesia al pueblo”.
¿Cómo sabe el presidente que todo el pueblo está “enormemente emocionado”? ¿Por qué celebra el presidente que el Papa acerque la iglesia católica al pueblo? ¿Supone Peña Nieto que la iglesia católica es la única que tiene presencia en México?
Durante ese discurso, Peña Nieto apeló a “renovar la esperanza en el futuro” porque ésta “es el camino y es luz”.
Por momentos parecía que en esa ceremonia oficial en Palacio Nacional, el pontífice era Peña Nieto y no el Papa.
OFF THE RECORD
**MALAS COMPAÑIAS
Ayer se viralizó una fotografía en la que aparece José Abellá, dueño del periódico El Buen Tono, de Veracruz.
En días pasados, Abellá había criminalizado a la periodista Anabel Flores, ex empleada de su diario, quien fue asesinada.
Al parecer, el que tenía malas compañías era otro.
**QUESO OAXACA
El PRD en Oaxaca se mimetizó con el famoso queso originario de ese estado: está hecho bolas.
Un grupo de perredistas intenta por todos los medios de hacer candidato al gobierno del estado al senador Benjamín Robles.
Pero hay otras corrientes que no piensan igual.
Y el gobernador, Gabino Cué, aunque no es militante del PRD, tiene voz y voto. Y cuenta.
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