Por Horacio Corro Espinosa
OAXACA, (pagina3.mx).- Tal vez muchos no lo sepan todavía, pero ayer fue el día de las secretarias.
La celebración del día de la secretaría se realiza el tercer miércoles de julio, o sea ayer. Así que si tú tienes secretaria debes felicitarla, aunque sea un día después.
Quién no conoce a una secretaria. Las secretarias están en todas partes, en todos los sitios que acudimos, en esos lugares dominados por licenciados, ingenieros, arquitectos, doctores, médicos o cualquier otro título. En cada uno de esos lugares públicos o privados siempre hay una secretaria que es la cara de la oficina. Ella es quien decide si podemos entrar a hablar con el jefe o con un achichincle. Si ella quiere, nos puede decir que “el jefe no está”, y si también lo decide, puede poner al jefe frente a alguna persona que éste se niegue a recibir.
Como ella es la cara de todos los que están atrás de su escritorio, casi siempre es bonita o por lo menos bien arreglada. Ella habla bajito en la bocina del teléfono y le anuncia a él que ahí estamos nosotros esperando.
Esas mujeres siempre inspiran una particular ternura. Aunque algunas otras veces despiertan los odios más profundos por su actitud prepotente y hasta ofensiva.
Cuando hablan del señor que ocupa la oficina, lo hacen con un respeto dulce y casi hogareño. Para ellas no hay nada más importante en el mundo, ya no digamos en el edificio, la compañía o la empresa pública o privada, que el señor para el que escriben cartas, oficios, memorandos y notas extravagantes. Se desviven para que el señor no se moleste en marcar el teléfono, ellas lo hacen. A la hora indicada le ordenan al chofer para que vaya por los niños cuando salen de la escuela, o consiguen el regalo de reconciliación hogareña. Ellas siempre saben con quién está él, en qué restaurant come, dónde compra y cuál es la marca y talla de sus camisas, y en qué lugar dejó las llaves de su casa. Ellas ponen en orden la chequera, las tarjetas de crédito y prestan de su bolsa cuando no hay cambio. La secretaria tiene el número de teléfono del bolero de la esquina para cuando al jefe se le ofrezca. Además, siempre tienen en su escritorio aguja e hilo de todos los colores por si él llegara a necesitarlos. Se saben de memoria los nombres, los apellidos y actividades de todas las personas que llaman o visitan la oficina.
A veces, parece que estas mujeres están enamoradas de sus jefes. Hay mujeres que dedican gran parte de su vida a ofrecérsela al jefe. Durante más de ocho horas al día trabajan para él. Por las horas que le dedican al jefe, se olvidan de los novios y de las amistades. Ante eso, muchas veces se dan historias de telenovela. A veces el amor es correspondido en los ratos de ocio, o al menos platónicamente, para no perder la incondicional adhesión de la mujer que atiende en la oficina.
El jefe, frente a la secretaria, es un hombre que pide y se le concede, él llama y la gente acude, él sugiere y las cosas llegan, él grita y el mundo se detiene. Y la guapa y obediente secretaria no parece darse cuenta de que el mundo en la oficina está representado por ella. Por ella las cosas van y vienen, atiende y moviliza, se apresuran y a veces no duerme. Así es la secretaria, casi siempre parece que disfruta obedeciendo y de vez en cuando hace alarde de su eficiencia.
No me imagino qué pasaría sin las secretarias. Por eso, a todas las secretarias de Oaxaca, aunque por unas horas tarde, felicidades.
Twitter: @horaciocorro
Facebook: Horacio Corro