Anaiz Zamora Márquez | Cimacnoticias
La pobreza, discriminación y segregación que sufren las mexicanas inciden en el desarrollo de la enfermedad, y limitan una atención adecuada.
Identificada como una epidemia nacional, la diabetes es una enfermedad en ascenso entre las mexicanas y cuyo desarrollo está relacionado a las condiciones de desigualdad, pobreza y segregación que ellas enfrentan, factores que les impiden también acceder a atención médica y hasta costear el tratamiento.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2012 –año con las cifras más recientes– la diabetes cobró la vida de 43 mil 819 mujeres, representando 16.6 por ciento de las defunciones femeninas en ese año.
Un análisis de la Academia Nacional de Medicina advierte que no existe otra enfermedad que haya aumentado tanto su impacto en la estructura de la mortalidad durante las últimas tres décadas, ya que entre 1988 y 2012 la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad tuvo un incremento sostenido en mujeres adultas y adolescentes.
En las primeras se duplicó, pasando de 34.5 a 70.8 por ciento, lo que significó un ascenso de 1.5 puntos porcentuales por año. En las adolescentes la prevalencia combinada aumentó más de tres veces: de 11.1 a 35.8 por ciento, es decir, un punto porcentual cada año.
SIN CALIDAD DE VIDA
“Cata” es originaria de Oaxaca. Ella emigró al DF cuando tenía 16 años en busca de mejores condiciones de vida, pero la falta de estudios sólo le permitió desempeñarse como trabajadora del hogar con un horario que excedía las 12 horas diarias.
Al igual que la mayoría de las mujeres que trabajan y están sometidas a dobles o triples jornadas (debido a que deben dedicarse a su empleo y al cuidado del hogar), la alimentación de “Cata” era deficiente, aunque comía poco, su ingesta de calorías era elevada.
Hortensia Reyes Morales y Nelly Salgado de Snyder, investigadoras del Centro de Investigación en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública, exponen en un artículo que los estilos de vida dependen en gran medida de las condiciones sociales de las personas, ya que el contexto social, cultural y económico puede ser en sí mismo un promotor de riesgos.
En el caso de las mujeres, los estilos de vida se relacionan “de manera muy estrecha con factores socialmente determinados, como la representación social del género”. Por ello alertan que si bien una pequeña proporción de la ocurrencia de obesidad es genética, la gran mayoría es resultado de un desequilibrio entre la ingesta de alimentos y el gasto de energía, a lo que se suman las horas sedentarias que muchas mujeres se ven obligadas a enfrentar por la clase de trabajo que desarrollan.
Añaden que una vez que la diabetes se ha desarrollado, la obesidad sigue influyendo tanto para dificultar el control de la glucosa en la sangre, como de la presión arterial, lo que a su vez propicia altos niveles de colesterol. “De esta forma estas pacientes tienen mayor riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares y por tanto mayor probabilidad de morir”.
A los 41 años, “Cata” fue diagnosticada con diabetes tipo 2, relacionada con obesidad, malos hábitos alimenticios y causas sociales. Se trata de una enfermedad que es la segunda causa de muerte entre las mujeres.
REZAGO SOCIAL EMPEORA ENFERMEDAD
Al carecer de seguridad social –situación que según datos oficiales enfrenta 94 por ciento de las trabajadoras del hogar y la mayoría de las mexicanas con empleos informales o sin fuente de ingresos–, “Cata” tuvo que afiliarse al Seguro Popular (SP).
Aunque el SP incluye en su catálogo de servicios la atención de algunos tipos de diabetes, “Cata” tuvo que costear (con sus pocos ahorros) muchos de los tratamientos que necesitó cuando desarrolló insuficiencia renal y retinopatía diabética (daño en la visión) como consecuencia de la enfermedad.
De las 250 intervenciones médicas que cubre el SP, sólo se incluye el diagnóstico y tratamiento farmacológico de diabetes mellitus 1 y 2, y diagnóstico y tratamiento de la diabetes gestacional (que ocurre durante el embarazo).
También se incluyen intervenciones de urgencia por diabetes, y el tratamiento hospitalario de úlcera y del pie diabético.
Pese a su afiliación, “Cata” no podía acudir a todas sus consultas, lo que derivó en que su enfermedad progresara. Actualmente ella se somete a dos diálisis diarias que ella eroga con ayuda de su familia, y el costo de su enfermedad oscila los 20 mil pesos mensuales.
MENOS PRESUPUESTO
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), al menos 6 por ciento (280 mil personas) de quienes fueron diagnosticados con diabetes en 2012 carecían de algún seguro médico, por lo que debían costear los gastos del padecimiento, entre los que se encuentran tratamientos específicos como el láser, amputaciones, y medicamentos necesarios para controlar la enfermedad.
México gasta aproximadamente 15 por ciento del presupuesto total en salud para atender la diabetes, siendo el segundo país a nivel mundial que más recursos destina contra la enfermedad. En 2010 el padecimiento costó a la nación 10 mil 605 pesos mexicanos al año por paciente.
Pese a esta realidad, para 2016 en el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) se prevé reducir el gasto en salud a 2.71 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), lo que de acuerdo con Alejandra Macías Sánchez, investigadora en salud y seguridad social del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), afectaría las inversiones en el rubro sanitario, así como a la Secretaría de Salud (Ss) y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
En 2013, el gobierno federal presentó la “Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, la Obesidad y la Diabetes”, la cual –según Enrique Peña Nieto– se convertiría en el pilar de las políticas en materia preventiva de estas enfermedades, pero hasta la fecha no existe un diagnóstico de esta estrategia.
Cada 14 de noviembre, Día Mundial de la Diabetes, la Organización Mundial de la Salud (OMS), hace un llamado a las naciones para incrementar las acciones destinadas a detener y atender la epidemia de obesidad y diabetes.