El presidente Obama, extremadamente sensible a los abusos policiales, ha sido igualmente firme en su condena de lo ocurrido en Dallas, que ha calificado de “atroz, calculado y deleznable”.
Las cifras de muertes por la policía —y las de policías muertos, como en este caso— revelan con crudeza el alcance del problema.
Pero, como muestran estos episodios, cambiar las leyes no es suficiente si no cambian las mentalidades que dan alas al racismo y a la violencia.
Su histórica llegada a la Casa Blanca es prueba innegable de los avances en igualdad y derechos civiles.
Junto con el control de armas, la reparacion de lazos entre esta comunidad y las fuerzas del orden son problemas pendientes que dejará Obama a quien le suceda.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/07/08/opinion/1467996123_017695.html