Con ajo, pimiento, cebolla, pimentón, cacahuete molido, orégano, patata y zanahoria, elabora un consistente plato que su sobrina Damaris, de seis años, devora con fruición.
“Ahora ya constantemente les damos charqui de vísceras a nuestros hijos y sabemos que tiene mucho hierro.
Nos organizamos y cuando está un niño con anemia vamos a visitarle y decirle a la familia cómo puede hacer”, añade Betsabé.
Maruja Orejón le pone harina de sangrecita a sus niños todas las mañanas en el desayuno.
Si están frescas (las vísceras y la sangre) no se puede, porque empieza a oler feo, pero el charqui se conserva más tiempo”.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/09/22/planeta_futuro/1474550665_668844.html