Como esta operación dura unos minutos, también existe un ferri que va de lado a lado.
Pese a ser parte del Reino de los Países Bajos, la isla de Curazao —“curación” en portugués— se encuentra a más de 7.000 kilómetros de Europa.
Debido a los frecuentes dolores de cabeza que padecía, ocasionados según su médico por la intensidad de la luz del Caribe, ordenó que se pintaran de amarillo las casas de la isla.
Desde su adarve, cuando se iluminan las fachadas de los edificios, Willemstad parece una ciudad de juguete.
Su nombre se debe, como recuerda un cuadro que hay en la recepción, al amor de su dueño por la ciudad castellana.
Fuente original: Ámsterdam en el Caribe | El Viajero | EL PAÍS