David Goodall, que no está enfermo terminal, se traslada a un país donde la muerte asistida es legal
El suicidio asistido, o eutanasia, es ilegal en la mayoría de países del mundo. Estaba totalmente prohibido en Australia hasta que el estado de Victoria lo legalizó el año pasado, aunque la ley no entrará en vigor hasta 2019 y estará restringida a pacientes con enfermedades terminales y con una esperanza de vida de menos de seis meses. «Es injusto que uno de los ciudadanos más ancianos y destacados de Australia se vea obligado a tomar un avión rumbo al otro lado del mundo a fin de poder morir con dignidad», afirma Exit International en su página web. «Todos los que lo desean deben tener derecho a una muerte digna y apacible», se agrega en el texto.
A lo largo de su carrera, Goodall ha publicado decenas de estudios, y hasta muy recientemente seguía colaborando con varias revistas especializadas en ecología. Pero su condición física y su calidad de vida se han deteriorado significativamente. Exit International lanzó una campaña de financiación participativa para subir a primera clase los billetes de avión del científico y de la persona que lo ayuda. Por el momento han recaudado más de 17.000 dólares australianos (10.600 euros).
El profesor Goodall, investigador asociado honorífico de la Universidad Edith Cowan de Perth, copó titulares en 2016 cuando el centro le pidió que abandonara su puesto,alegando los riesgos para su seguridad derivados de sus desplazamientos. Tras el recurso del científico, y ante la indignación que la decisión provocó en la comunidad internacional, la universidad dio marcha atrás.