RODRIGO GUTIÉRREZ GONZÁLEZ
Miles de migrantes salen de sus países en Centroamérica para llegar a Estados Unidos, huyen del desempleo, de la pobreza y principalmente de la violencia.
Son las pandillas las causantes de la muerte en tierras centroamericanas, violencia que ha dejado a su paso un éxodo para aquellos que sobreviven.
Si bien, son varias las pandillas que aterrorizan países como Honduras, procedencia de los migrantes que hoy protagonizan la Caravana Migrante, hay dos principales de teñir de rojo el centro del continente: La Mara Salvatrucha y Barrio 18.
Irónicamente, ambas pandillas nacieron donde ahora los migrantes quieren llegar: Estados Unidos, particularmente en California, durante la década de 1980.
La Mara Salvatrucha fue formada por salvadoreños que huían de la guerra civil en su país, mientras que Barrio 18 inició con inmigrantes mexicanos exclusivamente.
Poco a poco, otras nacionalidades se unieron a ambas pandillas, principalmente centroamericanos y comenzando a hacer estragos en California.
Asesinatos por encargo, venta de drogas, prostitución, extorsión y secuestro, son los principales delitos que cometen la Mara Salvatrucha y Barrio 18.
Aliados por la llamada «Mafia Mexicana», ambas pandillas crecieron en Estados Unidos comenzando choques entre ellas, naciendo así la rivalidad.
Las pandillas se disputaban a muerte zonas, barrios para delinquir, dejando a su paso más violencia de la que sus prácticas criminales ya generaban.
Por ello, a principios de los 2000, el gobierno estadunidense, encabezado por George W. Bush, emprendió una política antinmigrante que dio banderazo con la deportación de centroamericanos con antecedentes penales.
Así, en cuatro años, más de 20 mil criminales fueron repatriados a Centroamérica. La mayoría de ellos continuaron delinquiendo y vieron en su deportación la oportunidad perfecta para expandir la presencia de sus pandillas.
La guerra ya no era solamente en Estados Unidos, sino también en tierras centroamericanas. La diferencia fue que a estas pandillas no se les dificultó la cooptación de autoridades para delinquir
Como lo hacían en Estados Unidos, las pandillas reclutan jóvenes para ingresarlos a sus filas. Ellos aceptan ante las amenazas, sin mencionar que la pobreza y desempleo es otra de las razones que facilitan el reclutamiento criminal.
En respuesta, los gobiernos de Centroamérica implementaron políticas de seguridad más duras contra los pandilleros.
Por ejemplo, en El Salvador se aprobaron leyes con penas más estrictas para delitos como asociación con pandillas.
Los pandilleros comenzaron a ser detenidos en cárceles, sin embargo, en lugar de debilitar a las bandas criminales, las fortalecieron, pues en prisión se reagruparon y reorganizaron.
Dentro de los penales extorsionaban a los reos, mientras que afuera diversificaron sus actividades delictivas incursionando en el secuestro, el tráfico de drogas y los asesinatos por encargo.