Después de la exhibida de un diputado del PT que pretende regular la publicidad oficial con una iniciativa plagiada al congreso de Jalisco, el congreso de Oaxaca enfrenta otra rebelión a partir de una iniciativa que presenta el PVEM con la que buscan crear la LEY DE PROTECCIÓN A LOS ANIMALES.
La iniciativa pretende prohibir, entre otras cosas, toda forma de maltrato y “venta de animales en los mercados” y parece responder al rechazo colectivo a la comercialización de perros, aves y mascotas exóticas.
Sin embargo, la complejidad de las costumbres en los pueblos de Oaxaca parecen chocar con las “leyes de avanzada” de las sociedades urbanas.
El biólogo José Ramírez Luis, dirigente de una sociedad de “productores de aves de Casta” anunció una protesta en el congreso local luego de que fracasaran los intentos de cabildeo ante las y los diputados para advertirles los riesgos de dicha propuesta de ley que al parecer se presentó sin consensos, que copia o recoge modelos exitosos en la megalópolis o las sociedades europeas pero que contrasta, no sólo con las actividades del campo, sino hasta en las costumbres de los pueblos de nuestra entidad.
Cito ejemplos, bailar el guajolote en los fandangos o bodas, preparar la tierra en los campos de cultivo, la producción de Mezcal o recoger la basura con cartones con el apoyo de animales de tracción como bueyes, caballos, mulas o burros, ya no sería posible.
La pretendida prohibición de venta de animales en mercados o tianguis suena a declaración de guerra contra cientos o miles de campesinos o ganaderos que llevan a vender sus gallinas, chivos, puercos o yuntas a los baratillos como el de Ocotlán, Tlacolula o Zaachila.
La pretendida regulación negaría incluso algunos rituales ancestrales en las comunidades indígenas en los que se sacrifican gallinas u otras especies.
Hasta en la brujería.
Pero la resistencia más organizada y estridente será la de los galleros y ranchos ganaderos dedicados a los espectáculos por la probable prohibición de las peleas de gallos, carreras de caballos y eventualmente los Jaripeos que atraen a miles y miles de espectadores en las fiestas patronales y mueven millones de pesos en esa industria que combina el espectáculo, la música y el alcohol en los 570 municipios del estado.
La respuesta del congreso será interesante.
Por cierto, sí hay antecedentes, el 28 de noviembre de 1867 el presidente Benito Juárez prohibió las corridas de toros.
Mucho antes, el 4 de septiembre de 1826, en Oaxaca, ya se habían prohibido las corridas por el trato cruel e inhumano en contra de los ejemplares de Lidia.