Las niñas son obligadas a comer para alcanzar una apariencia de mujer adulta y puedan ser elegidas para casarse cuando alcancen la adolescencia.
Las imágenes son fuertes y es imposible no sentirte impotente, a la distancia, al ver el maltrato evidente al que son sometidas estas niñas. No quieren comer, pero son obligadas. En su cultura, presentar un cuerpo obeso significa abundancia, riqueza, algo que es importante para los hombres al momento de elegir esposa. Es entonces cuando los padres comienzan a presionar a las niñas a comer para no «quedarse en los huesos». Si no lo hacen, la pesadilla comienza.
Las niñas son llevadas a granjas para engordar, lugares en los que son obligadas a comer para «alcanzar el peso ideal». Prácticas que podrían considerarse de tortura son las que se llevan a cabo en estos lugares situados en algunas partes de África como Argelia, Burkina Faso, Níger, Malí y Mauritania. «Cuanto más gorda estés, mejor», refieren aquellos encargados de operar en estas casas de engorda.
Sabemos que la obesidad sigue siendo venerada en muchos países y Mauritania, en algún momento de acuerdo a la BBC de Londres, llegó a ser una nación en donde las niñas recibían más alimento que los niños, pues necesitaban engordar para poder ser elegidas por los hombres para casarse, además que la obesidad representa belleza, buena salud y también fertilidad.
Fatematou, una mujer que en 2004 dirigía una de estas granjas, dijo a la BBC que si bien las niñas sufren al momento de recibir estos «tratamientos» que se denominan como ‘leblouh’, las benefician para su futuro marital. Entre una de las prácticas más recurrentes, se encuentra la de tener descalzas a las niñas, colocarles en los pies una especie de pinzas hechas con palos de madera, colocar los pies entre los palos y del otro extremo, presionar para lastimar los huesos y provocar que ellas coman, en caso de negarse.
«Las hago comer, comer y comer. Luego beber mucha, mucha agua. Les hago hacer esto toda la mañana. Luego descansan. Por la tarde comenzamos de nuevo. Hacemos esto tres veces al día: mañana, tarde y noche. Por supuesto que lloran, gritan. Las agarramos y las obligamos a comer. Al final se acostumbran», declaró Fatematou.
Esta percepción fue la retratada por Fatematou en aquel 2004 cuando fue consultada por la BBC, sin embargo, para el mismo medio, recientemente habló con Dedeou Gassamba, una estudiante de periodismo que vive los prejuicios por no dejarse engordar ni por sus padres, ni por nadie.
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