Cuando tenía ocho años, su padre salió del armario y se fue a vivir con un amigo de la familia.
Addario fue manoseada por multitud de hombres; hasta entonces, ningún musulmán había cruzado esa línea roja y, por primera vez, temió la violación.
En la segunda, talibanes paquistaníes, retratados en una zona tribal cercana a la frontera con Afganistán, julio de 2008.
A lo largo de los años, he fotografiado a gente que ha sobrevivido a los ataques más monstruosos y continúan teniendo esperanza.
Hay una frase muy graciosa que dice que no hay ateos en las trincheras, y es cierto.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/03/31/eps/1459407702_333596.html