Leonardo López Sarabia
El escritor Severo Catalina, dictó la siguiente sentencia en su libro “La mujer”, la mayor parte de las gentes confunde la educación con la instrucción, es un error gravísimo.
Hay hombres instruidos que están muy mal educados, hay por el contrario, muchos ignorantes que cautivan por su buena educación; entre un sabio sin formas sociales y un ignorante humilde y cortés, es mil veces preferible el ignorante. Asegura el escritor que la educación es de más importancia que la instrucción, la primera se dirige principalmente al corazón, la segunda a la inteligencia.
Ahora veamos la realidad, cuántas personas, hombres y mujeres alternan con la sociedad y son aparentemente preparados pero que lamentablemente, carecen de lo principal, que es la educación y el buen carácter, y todavía el mal es más profundo cuando estas personas desempeñan un cargo público, donde invariablemente tienen que entablar relación o tener trato razonado con otra gente civilizada, es cuando más se lamenta la ausencia de ese don, puramente individual que es el carácter, la que se forma o se modifica por medio de la educación.
Después de todo, en esta era moderna y desorganizada, en cualquier dependencia topamos con individuos de esa ralea, en muchas ocasiones se han visto personas que salen echando chispas por el mal trato de que fueron objetos por un mal educado que está detrás de una ventanilla.
Hay un detalle muy importante y paradójico el que en cualquier otra organización aún contraviniendo a las reglas de la urbanidad pudieran pasar por alto esas conductas indeseables en donde te dicen o lo tomas o lo dejas, pero en las dependencias educativas, esto es inaudito, es abominable que resulta todo lo contrario a esa acción que dirige, guía y norma la conducta del hombre que es la educación.
En el IEEPO y en todas sus dependencias, en el orden jerárquico, por regla general, debe prevalecer el buen trato y la buena atención a la sociedad, pero no es así, hay cada pillo altanero y prepotente que ocupan cargo importante en donde suelen ningunear a los usuarios del ramo a que pertenecen, precisamente en educación pública. Pecaría de fantasioso si me pusiera a pensar a que tales sujetos abandonaran por su propia voluntad los cargos públicos donde contaminan con su presencia sería muy saludable que lo hicieran
Les pido cordialmente a que tomen en cuenta la siguiente reflexión: Que adquieran buenos hábitos, tomando como modelo a los hombres que han dejado fama de laborioso, de honrados, de incorruptibles, de valientes de celosos en cumplimiento de sus deberes para con la patria, para con la familia y para con el prójimo.
El filosofo Platón dictó la siguiente sentencia: Con la buena educación, es el hombre una criatura mansa y divina, pero sin ella, es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a los buenos y hacen buenos a los malos.
Leonardo López Sarabia lelosa41@hotmail.com mayo 19 2015