Horacio Corro Espinosa
En los tiempos que estamos viviendo, las redes sociales son como una telaraña que ha invadido casi cada rincón de nuestro país y del mundo. Nadie se escapa de ella. Así es la actividad del político, se mete hasta en nuestra intimidad. Es como una lapa, nadie se los puede quitar de encima.
Pero hay de políticos a políticos. Todas las actividades del verdadero político las hace en beneficio de la comunidad. Veamos.
El político es un servidor del pueblo que nace y se hace a través de los años. Nunca es un aprendiz.
El verdadero político no es un personaje mentiroso, sólo el que miente, es porque se trata de un político mediocre.
El verdadero político es nacido en las entrañas del mismo pueblo, por lo mismo, conoce el dolor de todos y se conduele de su gente, por eso le procura obras de asistencia social.
Los políticos mediocres están llenos de lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia. Sin embargo, el verdadero político se muestra humilde, templado, caritativo, paciente, diligente y generoso. Ellos controlan sus emociones y doman sus pasiones humanas. Son dueños de sus ímpetus carnales y árbitro de sus flaquezas humanas.
El político verdadero estudia a sus adversarios como lo hace el médico forense con el cadáver. Se afana en conocer las debilidades de su contrincante para saber por dónde hacerle mella, disminuirlo y finalmente, excluirlo del escenario político porque no le sirve al pueblo.
El político verdadero se rodea de los mejores hombres de la sociedad, así como se rodea el león de las bestias más fuertes del reino animal. El verdadero político, preocupado por los buenos resultados, se jala a las mentes más sagaces y espíritus aguerridos. A los mejores estrategas para que colaboren con él en su proyecto de gobierno.
Pero también sabe, que mientras está en el poder, tiene pocos amigos personales. Muchos de los que le buscan, son hombres ansiosos de hacer fortuna a como dé lugar. Pero como verdadero político que desarrolla el sentido del olfato, a esos, no los deja entrar a las oficinas del poder.
El verdadero político nunca engaña, nunca miente, nunca hace trampas. Nunca se presta a firmar algo que no es para la conveniencia del pueblo y se mantiene con su honra inmaculada. Pero el falso político, se corrompe y hace que otros se corrompan, siempre y cuando su firma no aparezca en documentos oficiales que lo lleguen a comprometer de un modo bochornoso; para tales fines se vale de segundos corruptos y corruptores.
El falso político perfuma todos sus discursos de adjetivos amañados para hipnotizar a la masa, a quien le lleva, además, algún refrigerio, música y el espectáculo del momento. Sin embargo, el verdadero político elige con meticulosidad las palabras exactas en sus discursos y nunca excluye de su vocabulario las siguientes: paz, patria, seguridad, honestidad y progreso.
¿Verdad que si hay mucha diferencias entre el verdadero y el falso político? Después de este comentario, seguramente, ya no te dejaras engañar.
Twitter:@horaciocorro
Facebook: Horacio Corro