Ahora, el precio de la luz varía según la hora, aumentando el precio de la electricidad a las horas de mayor consumo.
Estos costes hacen referencia al término de «energía» de la factura, que regula el precio de la electricidad según las horas de mayor demanda.
Sí: incluso si no se hubiera tomado el café, el caballero que ha entrado en el bar tendría una factura que pagar.
Pero, ¿qué pasaría si este sistema se aplicara a otros productos de la vida cotidiana?
Otro, que «falta un ticket con colores bonitos e inexplicable», en referencia a los gráficos de la factura.
Fuente: http://verne.elpais.com/verne/2015/08/11/articulo/1439296626_963912.html