Quejarnos mucho y bien, para parir todo nuestro malestar de mundo a tiempo y no convertirnos, nunca, en lunes.
Tal vez sí, tal vez habría que encarar los lunes como una tía anciana, o ya muy muerta, pero alegre, pasaría las páginas del periódico: resoplos, bufidos, estruendosos lamentos.
Reposa su taza de café y su periódico en la mesa y se pone a estudiar la primera plana.
En los últimos años, mi madre ha contraído el hábito de suspirar honda y quejumbrosamente mientras lee el periódico.
Me dijo que una tía suya, la famosamente muy alegre tía Pichita, tenía la teoría de que había que quejarse bien y en voz alta frente al periódico cada vez que se antojase.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/06/03/opinion/1464972678_638547.html