Horacio Corro Espinosa
Las traiciones duelen, de eso no hay duda.
Cuando se han enterado los afectados que fueron traicionados por los “amigos” con tal de quedar bien con el siguiente gobernador de Oaxaca, experimentan negación, ira, tristeza, y la mayoría de ellos comienza a planear su venganza, mientras otros, entran en una etapa de duelo acompañado de estrés. Son muchas y distintas las formas de escape o de reacciones ante la traición.
Me ha tocado en suerte, observar a algunos traicionados que también buscan la cercanía con Alejandro Murat, pero al enterase de la traición que le hicieron sus “amigos”, sienten roto el compromiso de lealtad, a veces explícito y a veces implícito.
Lo bueno de los priístas es que manejan una costumbre muy parecida a la de los grupos doble A, de alcohólicos anónimos, quienes para no caer, siempre encuentran dispuesta una muleta para seguir caminando y disminuir el dolor de la traición.
Una de estas personas traicionadas por sus “amigos” se encerró en su casa de donde no salió hasta después de varios días. Se sentía en el polvo por la pérdida de confianza y de expectativas para el futuro. Perdió también la sensación de control y seguridad. De la noche a la mañana pasó a ser un don nadie.
Por fortuna, uno de sus cuates lo volvió a poner en circulación después de terapearlo. Lo malo del asunto es que ya en la calle se comenzó a rodear de gente con antecedentes políticos nada recomendables.
Casi al mismo tiempo, conoció el proyecto de unas personas que intentan también acercarse al próximo gobernador de Oaxaca. El traicionado vio su oportunidad para llevarle ese atractivo proyecto que tiene como propósito engrandecer la entidad. Desde luego que no se trata de una idea como las muchas que le han de presentar diariamente a Murat Hinojosa.
Las personas desarrolladoras del plan para construirlo en Oaxaca, le dedicaron meses y meses a ese trabajo, y le hicieron a ese señor, el traicionado, un bosquejo del mismo. Con esa pequeña explicación dijo que ya había entendido todo. Así que se comprometió a abrirles las puertas de Alejandro Murat, pero les puso una condición, que él sería el único que le explicaría el proyecto al próximo gobernador, ya que ellos, los creadores del mismo, no estaban capacitados para hacerle la exposición.
Pero qué creen, antes de conseguir la cita, se sentó a explicarles el plan a las gentes más cercanas a Murat, pero gracias a su mala cabecita no se los pudo exponer con amplitud. Así que en vez de quedar bien, sobresalieron más los huecos de su desinformación y se evidenció que no es su proyecto, sino de otras personas.
De veras que en política nunca faltan los oportunistas. Y todavía hay más. Este señor traicionado, regreso con los autores del plan sin mencionarles que ya había intentado quedar bien con sombrero ajeno. Desde luego que las personas ya sabían lo que este señor había hecho a sus espaldas.
No conforme con la traición que les había hecho, les dijo que para que el proyecto tuviera verdadera valía, les llevaba a unas personas quienes les enseñarían a mejorar el trabajo.
¿Y a quiénes creen que les presentó? A gente cercana al exsecretario de la secretaría del trabajo, Daniel Juárez, mejor conocido como Daniel Carteras.
Si Alejando Murat tienen la mirada en ese tipo de personajes: rateros, traicioneros, faltos de confianza, groseros, desleales y viles, que tienen la idea de llegar a robar y sentir que son alguien solo por un cargo, entonces, el próximo gabinete no tendrá mucha diferencia con el de Gabino Cué.
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