Trump ha acusado a Ryan de débil, ha tachado a sus compañeros de partido de desleales y ha advertido de que se siente liberado de los «grilletes».
Si es presidente el 8 de noviembre, el divorcio entre los electores y la dirección del partido se habrá consumado irremediablemente.
Gane o pierda, el fenómeno Trump ha herido de gravedad al partido.
Si se hubiese quedado así, sería ahora, en medio de las nuevas deserciones, una autoridad moral en el partido.
El empresario ha llegado a quejarse de que los demócratas «son más leales» que sus compañeros de partido.
Fuente: http://elpais.com/internacional/2016/10/11/actualidad/1476197367_882944.html