El País
TERUEL, España.- Este año se cumple el 800º aniversario de Los Amantes de Teruel. La ciudad se vuelca en la celebración de una leyenda que ha dado la vuelta al mundo, aunque algunos solo hayan retenido lo de “tonta ella, tonto él”. Las Bodas de Isabel que diseñó Raquel Esteban disfrazan a Teruel de la Edad Media y atraen a una multitud. Magdalena Lasala (El beso que no te di), Javier Vázquez (Y si fuera posible amar…), Javier Sierra —que pasó una noche a solas en el mausoleo, pegado a las tumbas— y Javier Navarrete, con una ópera, han sido los últimos creadores que han arrojado su mirada sobre esta tragedia romántica hasta el delirio.
Hay historiadores que subrayan que el relato, ambientado en 1217, es un cuento, que nunca sucedió. Lo imaginó alguien en el siglo XV. En eso es una leyenda como tantas: una bonita mentira. Ahí está la gracia.
La mentira es despreciable cuando es despreciable. Pero hay mentiras y mentiras. Las mejores son las que evitan un daño innecesario, las que son más verdad que la verdad y aquellas que se vuelven arte y hacen de la vida algo bello o sublime. La belleza de las mentiras.
En El hombre que mató a Liberty Valance, John Ford recomendaba privilegiar la leyenda sobre la realidad. Qué sería de nosotros sin la mentira. Si solo pudiéramos exaltar los hechos y personajes cuya verdad fuera contrastada, los días se harían insoportables y el arte también. Además, el negocio de la religión se vendría abajo y nos quedaríamos sin navidades, semanas santas y fiestas de guardar.
Bendito y alabado sea el anónimo autor de la mentira de Los Amantes de Teruel.
http://elpais.com/elpais/2017/02/15/estilo/1487170124_797698.html
Los eternos enamorados de Teruel, los Romeo & Julieta españoles y su triste historia.
Cuentan que en los albores del siglo XIII vivieron en Teruel dos jóvenes llamados Diego e Isabel. Sus familias estaban enemistadas desde hacía ya tiempo, pero el destino quiso que ambos se enamorarán en contra de los deseos familiares. Los Segura era una familia con poder y con buena fortuna en Teruel mientras que los Martínez de Marcilla eran considerados una familia de pocos recursos económicos.
Un día los enamorados pidieron permiso para casarse y el padre de Isabel rechazó a Diego por no ser el pretendiente ideal para su hija y por falta de un patrimonio y riqueza que este deseaba para hacer un buen matrimonio. Entonces Diego Juan Martínez de Marcilla juró hacer fortuna fuera de Teruel y volver al cabo de cinco años y pidió al padre de Isabel que no la casara con ningún otro hombre.
No tardó el padre de Isabel a obligarla a casarse y buscó en el aristócrata Fernando de Gamboa, hermano del señor de Albarracín, al marido ideal para su ella. Los esponsales de la joven con el noble Gamboa fueron muy sonados y festejados en Teruel. Al cabo de un tiempo, al cumplirse los 5 años de la promesa en 1217, regresó Diego y viendo que su amada Isabel estaba ya casada con otro hombre. Pidió verla y en el momento de encontrarse uno enfrente al otro, Diego le pidió a Isabel un beso, ella se lo negó y él cayó desplomado en el suelo muriendo en el acto.
Isabel al enterarse del lugar del entierro de su eterno amado, quiso presenciar los entierros de Diego y los turolenses vieron atónitos como la joven Segura besó con pasión a su enamorado en unos labios ya fríos y sin vida, el beso que le negó al día anterior. Al acabar dicho acto, Isabel cayó desplomada sobre el cuerpo de Diego falleciendo de repente. El amor era tan grande que no pudieron sentirse separados ni una vez muertos.
La leyenda completa aquí:
http://phistoria.net/reportajes-de-historia/LOS-AMANTES-DE-TERUEL_600.html