Fuente: El País.
En abril de 2018, el expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva había sido puesto preso bajo cargos de corrupción y lavado de dinero en segunda instancia. No obstante, enseguida de que ayer el Tribunal Supremo brasileño declarara inconstitucional su prisión, hoy salió libre.
Lula vivió la calidez de su pueblo una vez que piso las calles fuera del penal de Curitiba en el estado de Paraná luego que el juez federal Danilo Pereira aceptara el recurso de los abogados del político y autorizada su salida, aunque su libertad no fuera definitiva debido a que aún deben hacerse un procesos de investigación sobre su situación penal.
«Queridos compañeros y queridas compañeras«, dijo Lula da Silva rodeado de personas y familiares cercanos, «no saben lo que significa que yo esté aquí con ustedes. Toda mi vida he estado hablando con el pueblo brasileño y no pensé que hoy estaría aquí«, habló en portugués.
«Quiero que todos sepan que Moro (exjuez) no encarceló a un hombre. Quisieron encarcelar una idea y las ideas no se encierran, no se matan. El pueblo brasileño es el único que puede salvar a este país«.
Mientras Jair Bolsonaro, la antítesis política de Lula, mantuvo y aún mantiene silencio al respecto, el expresidente se reunió con las personas del pueblo brasileño que mantuvieron su lealtad y que por los 580 días hicieron vigilia afuera del penal de Curitiba.
Dentro del discurso de Lula da Silva, cupo un espacio para el amor, ya que contó que durante su estancia en la prisión, conoció a Rosángela da Silva, su novia.
«En prisión encontré a una persona que es mi enamorada, que es tan valiente que ahora quiere casarse conmigo«, dijo antes de atinarle un beso frente a la multitud.
Ella es socióloga y conoció a Lula en Itaipú donde trabajó Rosángela entre 2003 y 2010, cuando el novio era presidente.
Entre historias románticas y lágrimas de un pueblo oprimido, se virtió la decisión que el Tribunal Supremo transmitió por la televisión brasileña un 7 de noviembre de 2019, cuando el 6 contra 5 invalidó las cadenas legales que habían puesto preso a Lula da Silva por 8 años.
Permanecen pendientes las acusaciones contra el exmandatario pero, por lo pronto, ha obtenido la libertad frente a la supuesta «caza de brujas» de la que fue víctima en el enredo de los sobornos masivos en Brasil y otros países que se enfrascan en el llamado caso «Lava Jato«.