María de los Ángeles Nivón/Carina García
Santo Domingo Zanatepec, Oax.– La piel tostada por el sol es reflejo de constancia y esfuerzo de quienes han sido precursores en el cuidado y preservación del Parque Ecológico Zanatepec.
Hoy, a 10 años la mirada de los principales protagonistas en la defensa del área ambiental, se pierde entre la naturaleza, en donde antes era inimaginable disfrutar del canto de los pájaros o el correr del riachuelo, porque fue presa de depredadores.
Mientras se escucha el murmullo del agua que corre a pesar de la época de estiaje, señal inequívoca de que los cuidados y esfuerzos durante una década han rendido frutos, charlamos con Don Alejandro García Velásquez, quien tiene claro que para mantener el Parque Ecológico de Zanatepec, único en su tipo, se requiere del apoyo de las autoridades de los tres niveles de Gobierno.
Junto con Ernesto Hernández Molina y Jorge Saavedra Ramírez como se le conoce en el pueblo, el entrevistado explica a #PrimeraLínea que el área que alberga casi 4 kilómetros, fue severamente agredida debido a la extracción y comercialización de materiales pétreos, por lo que era difícil pensar en su regeneración.
Sin embargo, aunque la tarea no fue fácil, los pensamientos positivos siempre invadieron a Don Alejandro quien junto con un grupo de personas arrancaron con la conservación de la zona, sin percibir pago alguno más que el respeto y admiración de este pueblo zoque conocido como “gulucheños”.
“Hace 10 años llegamos y establecimos las reglas a través del grupo ecológico de Zanatepec A.C.; las reglas que se establecieron fueron esas, que ya no se siguiera con la extracción del material pétreo para la gente que estaba comercializando, la piedra, la grava y la arena y afortunadamente llegamos a un entendimiento y se suspendieron estas actividades y ello permitió que esta área que estaba siendo afectada se regenere“, explica.
El daño abarcó casi los 600 metros, relata Don Alejandro mientras su mirada se pierde entre el color verde de la vegetación y el agua inmensamente cristalina del río. Junto con sus compañeros recuerda y suspira pero siempre con grandes esperanzas.
“El Zapote”, nombre con el cual se conoce también a esta reserva natural, puesto que se unen dos ríos en el paraje “El Encuentro”, volvió a vivir ya que el afluente que lo atraviesa sufría de constante sequía, pero la reforestación impulsada por este grupo de hombres y mujeres logró lo que nunca imaginaron, que el líquido volviera a correr por los veneros.
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