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La guardiana de la sierra

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Leticia Ánimas Vargas fue abogada, periodista, activista y funcionaria pública. En cada lugar trabajó por los más necesitados. Andrés Manuel López Obrador le encargó uno de los programas estelares de su gobierno: las becas escolares. Murió el 11 de enero, por complicaciones de covid-19. Esta es su historia

Texto: Daniela Pastrana

Fotos: María Ruíz

Es la primera conferencia de 2021 y nada nos prepara para la mortal cuesta de enero. El presidente responde a una pregunta sobre retrasos en las becas escolares: “Está enferma nuestra compañera Leticia Ánimas, que es la coordinadora de becas. Le dio covid y ha estado mal. Le mandamos desde aquí un abrazo para que se recupere”.

Detengo los tuits, sorprendida. Le mando un mensaje por whats app: “Lety, ¿estás enferma de nuevo?”

El mensaje se queda con una palomita. Escribo entonces a Jesús Ramírez, el vocero presidencial, quien me responde con inusual prontitud: “Esta estable, pero hospitalizada”.

Estoy aturdida. ¿Tiene covid? Ya había tenido en junio pasado. Lo sé porque entonces me tuve que guardar en casa 14 días por haber estado varias horas en su oficina. ¿Y está hospitalizada? Pero si hace poco nos mensajeamos. Los días siguientes sigo preguntando al vocero por su salud. Me dice que aún no sale del hospital, pero está mejor. Se está recuperando.

Pasa una semana. De nuevo es lunes, día de vuelta a las clases. A la conferencia del presidente llega Esteban Moctezuma, todavía como Secretario de Educación. A petición de un reportero, el presidente lee la carta que le mandó hace un año al Rey de España para que pida perdón a los pueblos indígenas y envía un mensaje a Jesús Ramírez, que ahora también está enfermo de covid. La tarjeta que le pasan distrae su explicación sobre el conflicto de Notimex.

“Me acaban de pasar esta tarjeta. Que acaba de fallecer Lety Ánimas  —dice, con su voz pausada que se vuelve insoportablemente pesada—.… una mujer extraordinaria… es una noticia… muy dolorosa… Lety, originaria de Puebla… una luchadora social… que le confié… el manejo de… la entrega de becas a estudiantes de familias pobres de México… por sus convicciones, ella era la responsable”.

Los dedos se me entiesan sobre el teclado inerte. Siento la cabeza inflamada. Comienza una sucesión de imágenes con la responsable de uno de los programas estelares del gobierno federal: el de las becas escolares para 10 millones de personas. Un programa con el que Andrés Manuel López Obrador sepultó el plan de “combate a la pobreza” que se mantuvo vigente en el país en los cuatro gobiernos anteriores.

Hilvano eslabones de una historia continua, tratando de darles forma en la memoria:

1. 

Noviembre de 2013. En la Red de Periodistas de a Pie estamos empezando a entender el tema minero. La Fundación Böll y la Red Mexicana por los Afectados a la Minería nos ayudan a diseñar un taller sobre cómo investigar a las empresas canadienses. Son tres días, en la Casa de Los Amigos, de Ciudad de México. Juntamos a 20 reporteros de distintas regiones que han hecho coberturas sobre el tema. De Puebla llega una reportera de la sierra, que trabaja con Lado B. Usa pantalones de mezclilla y camisa bordada. Participa mucho. Se nota más adelantada. Anoto el nombre: Leticia Ánimas.

2. 

Agosto-septiembre, 2018. Varias veces la encuentro afuera de la casa de transición, después de las reuniones con el equipo social. Me dice que se va a incorporar con Adelfo Regino al desarrollo de los pueblos indígenas y que probablemente se vayan a Oaxaca. Le pesa dejar su sierra, pero ya lo decidió. “Es el momento, Daniela”. Luego hay cambio de planes: se quedará con María Luisa Albores en la Secretaría de Bienestar. Pactamos entonces una entrevista con la futura responsable de la política social, que se realiza en la oficina que les prestaron en la calle de Zacatecas. Lety se instala discreta en una esquinita de la mesa. Mientras esperamos a que llegue la entrevistada, me cuenta que se está quedando provisionalmente en casa de un viejo amigo: Hugo Morales Galván, quien desde que recuerdo trabaja con Emilio Álvarez Icaza. En estos meses de transición no hay dinero para quienes están apoyando a los equipos entrantes. No hay sueldos, ni viáticos. “Digo, supongo que para la logística de Andrés Manuel sí hay una bolsa. Pero para nosotros no. Cada viaje y cada comida lo tenemos que pagar nosotros”, me dice con una amplia sonrisa.

3. 

Diciembre, 2018. Ni a los pueblos indígenas ni a Bienestar. El presidente López Obrador le encarga uno de sus proyectos estratégicos: la Coordinación Nacional de Becas Benito Juárez, que sustituirá, las distintas versiones (Progresa-Prospera-Oportunidades) del programa eje del combate a la pobreza diseñado en 1997, en las oficinas del entonces subsecretario de Hacienda, Santiago Levy. “Cuéntamelo todo”, le pido. Pactamos vernos, aprovechando el trayecto de ida a la Normal Rural de El Mexe, en Hidalgo, que será reabierta después de 10 años el 18 de diciembre. Ese día, llego puntual a la oficina donde, durante cuatro administraciones, se diseñaron los programas de atención a los más pobres. Lety me espera junto con Ana de Gortari, quien acaba de dejar su cargo en el Instituto Nacional Electoral y está consternada por el recorte de cabezas que hay en el instituto para quienes tengan relación con la nueva administración. Lety me dice que se siente súper incómoda con los lujos de la oficina y prefiere trabajar en una salita alterna. “No tienes idea de lo que estamos encontrando. Ni en tus peores pesadillas lo imaginas”, me dice. Lo anoto en la lista de reportajes pendientes. Agarramos camino. Paramos a comprar helados. No previmos que iría tanta gente a la apertura de la Normal y es imposible conseguir algo de comer en el pueblo. Terminamos comprando unas tortillas con aguacate y queso, que comemos en el auto. Me río. ¿Quién me va a creer que estoy aquí, con la flamante coordinadora de las becas, comiendo tacos con sal? Llegar al evento es una aventura. Hay que cruzar el largo camino de la carretera a la entrada de la escuela en medio de gente que sale por todos lados. Ella va con su paso apurado. 

— Lety, qué rápido caminas. ¿Cómo puedes con esas botas?

— Daniela —sonríe y apura más el paso—, se nota que eres de ciudad. Estas botas son lo mejor para la sierra.

Llegamos hasta la última línea detrás del templete brincando las filas de porristas que llevó el gobernador Omar Fayad. Al final del acto, Lety intercepta a Andrés, el hijo del presidente, y le deja un documento de las comunidades otomíes que se oponen al gasoducto en Puebla. 

4.

Marzo, 2019. — ¿Daniela, podemos vernos? Te invito a cenar por acá. 

Nos vemos en el Torino del Centro Manacar, al sur de la ciudad, y bromeo sobre la diferencia con nuestra última cena (unos pastes de vuelta del Mexe). Lety me dice que hay una persona de Conagua que está engañando a la gente de las comunidades, que se apersona como enviada del presidente. Que la estructura abajo está muy dura. “Hay muchas inercias. Pero para eso llegamos. A mí ya me hicieron dos auditorías y voy a salir al fin de año con reducción de 100 por ciento de gastos operativos”, dice. En unos días la coordinación de becas pasará de Bienestar a Educación Pública y tendrá su nombramiento oficial. Ahora lo que más le preocupa es lo de la sierra. Me pide plantear el tema en la conferencia. Lo intentaré. Luego no es fácil. Hay una una rebatinga para entrar y para preguntar. Se acumulan los temas. Pero lo anoto y prometo no dejar de estar pendiente de Puebla, ni de su sierra.

5. 

6 de junio, 2020. Estamos en la cresta de la primera ola de la pandemia. Hace tres semanas comenzaron a desfilar en Palacio Nacional todos los responsables de los programas sociales. Es demasiado extraño verla como funcionaria. Le pregunto si tienen un plazo para cubrir el 100 por ciento de estudiantes de comunidades de más alejadas. Ella sonríe.

— (…) Siempre tenemos plantes, Daniela, pero también depende de lo que diga el presupuesto de la federación

6.

23 de junio, 2020. Acordamos la entrevista con el equipo de Pie de Página en la oficina de la coordinación. Tengo la idea fija de hacer un reportaje de la reingeniería de la política social que se ha presentado todas las tardes, desde hace dos meses en Palacio Nacional. Llego antes que Reyna y María Fernanda y la encuentro trabajando sola en su pequeña salita alterna. “Nunca voy a usar la otra”, dice. La conversación se extiende varias horas. Hablamos de la 4T, de la difícil relación con los gobernadores. Alfredo Del Mazo, por ejemplo, es un caballero. Priísta viejo. En cambio, Barbosa… puf, un patán. Pobre Puebla. Hay que lidiar con eso, con las inercias. Pero en recompensa, hay cosas que se pueden cambiar. Frenar, al menos. Como el programa de “combate a la pobreza” que se operó desde esta oficina durante cuatro administraciones y que, nos dice, a partir de 2011, comenzó a pedir préstamos a fondos internacionales para financiarse. 

Escucho sin comprender qué me perdí en estos años de cobertura de “guerra contra el narco”. ¿Pedimos préstamos para dar el dinero de Oportunidades y Prospera? Ella enlista cada año y resume: el 19 por ciento de los gastos del programa para sacar a los pobres de la pobreza fueron préstamos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Préstamos que ahora son deuda.

—Lety, todo esto es una reingeniería total de la política social— le digo de despedida.

—Sí, Daniela, por eso están así de enojados. Porque estamos cambiando todo.

Cinco días después, me llama de nuevo: —Daniela. Tengo covid. Quería avisarles.

— Le aviso a mis compañeras. No tenemos síntomas, pero nos quedaremos encerradas. Cuídate mucho, por favor.

El viaje que habíamos previsto a San Blas para ir a ver cómo es en terreno una dispersión de las becas deberá posponerse por segunda vez.  Maldita pandemia.

7. 

8 de octubre, 2020. Por whats app me advierte de la amenaza a la defensora Filiberta Nevada, en Hidalgo: “Ojalá la podamos ayudar. Cuando puedas hablamos con ella. Te mando abrazos”.

No volvimos a hablar. Ahora está muerta. Su enorme corazón dejó de funcionar a las 7.40 de la mañana de este 11 de enero de 2021. El peor mes de la peor pandemia en un siglo.

Veo como tonta mil veces el mensaje con una palomita. Mi cerebro trata de entender que ya no habrá viaje a Nayarit, ni tortillas con aguacate, ni más información sobre la reingeniería social.

Sólo una cosa tengo en la cabeza: hay que contar su historia.

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