Piedepagina.mx / Texto y Fotografía: César Gaytán / Vanguardia / Ilustración principal: Edgardo Barrera
La covid-19 se instaló en la familia, nos arrebató la tranquilidad, pero sobrevivimos. ¿Luego qué?, ¿cómo retomas tu vida cuando vences al virus que tiene al mundo roto y desencajado?
1. Pensar que te vas a morir
COAHUILA.- En una habitación desordenada, cuartel contra delirios y tempestades, durante la víspera de invierno: la muerte viene a visitarnos. Sigilosa, alejada de cortejos febriles, desvestida de profecías oscuras.
El sol del martes 3 de noviembre entra adormilado por la ventana. Los cantos de ufana tranquilidad de las aves se sincronizan en mi pecho con un himno militar marcado por el corazón en taquicardia: 110… 120… 135 pulsaciones por minuto.
Son las 7:37 de la mañana. El cuerpo insomne de Elizabeth tiembla. De pronto suena su teléfono. Nos miramos. Pasamos saliva. Y antes de leer el mensaje decimos que si todo va bien, esta noche iremos al Cerdo de Babel a beber cerveza, platicar con amigos y maldecir la pandemia.
La pantalla nos desencaja: rompe algo, rompe todo y nos quedamos en silencio: ella da positivo a covid-19.
En la cama hay un llanto espontáneo y descontrolado. Intento abrazarla, pero me detiene con voz ahogada porque no quiere contagiarme. Tal vez tiene razón. Nos confiamos. Convivimos con una persona que dio positivo el lunes 26 de octubre: un caballo de Troya. Nos encerramos el martes 27. Aprendimos a usar el termómetro digital y el oxímetro: todas con lecturas normales.
Pensé que la pandemia estaba lejos: que sus garras verdaderamente mortales estaban en otros países, en otras ciudades, en otras familias. Pero de pronto lo único que piensas es que te vas a morir.
Un día antes, el 2 de noviembre de 2020, la Secretaría de Salud federal anunció 933 mil 155 contagios acumulados desde el 27 de febrero de ese año; 91 mil 100 defunciones; 28 mil 51 casos activos y 387 mil 420 personas recuperadas.
Los números así son difusos, incuantificables e irrelevantes para quien tiene a la muerte cerquita, acurrucada en la cama, metida en los pulmones.
Entonces ocurre. Otro mensaje. 9:32 de la mañana. Mis resultados son negativos. Me siento indestructible, inmortal y soy tan egoísta que sonrío con liviandad y lo digo en voz alta, desatando nuevamente el llanto.
Continuar leyendo en: https://piedepagina.mx/%e2%80%8b%e2%80%8b%e2%80%8b%e2%80%8bla-muerte-por-covid-no-es-bienvenida/