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Memorial a las niñas del Hogar Seguro Virgen de la Asunción

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Un incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en Guatemala, en marzo de 2017, acabó con la vida de 41 niñas y adolescentes, y dejó con daños de por vida a otras 15 más. Murieron en un hogar institucional, con la promesa de que serían cuidadas. Éstas son las historias de las niñas y adolescentes que murieron bajo el resguardo del Estado

Texto: Fernanda G. Marchant, María José Longo Bautista, Yannick Villatoro | Pie De Página

Fotos: Cortesía familiares, redes sociales

GUATEMALA.- El 8 de marzo, un incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, en Guatemala, acabó con la vida de 41 niñas y adolescentes, y dejó con daños de por vida a otras 15 más. Murieron en un hogar institucional, murieron con la promesa de que serían cuidadas, protegidas. Murieron cargando a cuestas historias de violencias estructurales, sociales y familiares.

Murieron asfixisadas entre las llamas, pero no fue el fuego el que las mató. Fue la negligencia, la impunidad y el abandono del estado guatemalteco, que había incumplido su compromiso de proteger sus vidas desde que nacieron. Guatemala, según UNICEF, es el segundo peor país de América Latina para ser niñas; sólo después de Haití. 

Estas son las historias de las 41 niñas y adolescentes que murieron bajo el resguardo del estado. 

Achley Gabriela Méndez Ramírez. El descenso valiente

Luego de 11 meses de entrenamiento, la primera promoción de brigadistas infantiles de la estación de bomberos de Monjas, Jalapa, realizaba su práctica final. “Ahí es cuando ponen a prueba nuestras capacidades y ven qué tanto aprendimos durante el módulo”, explica Elsy Escobar, una de las brigadistas.

Una de las pruebas era subir un cerro y descender de espaldas. Dentro del grupo, había una niña de 10 años que, al llegar a la cima, se negó a bajar y repetía frases como “no quiero bajar”, “no puedo”. Era Achley Gabriela Méndez Ramírez. Su compañera recuerda que, incluso, se puso a llorar.

“Entre todo el grupo la incentivamos y convencimos de que sí iba a poder. Al final logró bajar y después de eso andaba tan feliz. Estuvo todo el día riendo y diciendo que sí pudo bajar”, relata Elsy.

Achley es una de las 56 víctimas del incendio en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Tenía 15 años cuando murió quemada. Tan solo cinco años después de haberse graduado de bombera.

Sus compañeros de promoción, Jeffry Vásquez y Keneth Sandoval, la recuerdan como una persona carismática. “Me acuerdo que el casco le quedaba demasiado grande y ella siempre se lo ponía y se reía mucho. Era muy molestosa”, recuerda Vásquez.

A Achley le gustaba ayudar a las personas y a los animales. Su mayor sueño, era convertirse en veterinaria.

Ana Noemi Morales Galindo. Feminismo y estancamiento

Ana Noemi Morales Galindo tenía la nariz respingada, los labios gruesos, tez morena y el pelo liso. Aunque la fotografía que queda de ella es borrosa, su mirada refleja fortaleza.

Ana nació en Escuintla, el segundo departamento en Guatemala con mayor incidencia de violencia de género. Tenía 16 años cuando murió quemada junto a 40 de sus compañeras en el Hogar Seguro. El incendio fue el Día Internacional de la Mujer.

De acuerdo al Observatorio de la Mujer, en los primeros cinco meses de 2021 hubo 3,974 denuncias de mujeres por violencia sexual; 14,186 por violencia psicológica; 9,315 por violencia física; y 7,279 por violencia intrafamiliar.

En 2020, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística, desaparecieron en promedio 4 mujeres al día. En 2021, de enero a agosto, se registraron 396 femicidios.

Ana Roselia Pérez Junay. La niña Chela

Ana Roselia Pérez Junay creció con escaseces en un lugar donde no podía ser de otra manera: en la aldea Hierba Buena, en San Andrés Itzapa,  Chimaltenango, 7 de cada 10 personas viven en pobreza y la mitad de los niños tienen desnutrición. Era la séptima de doce hijos.

A pesar de que en ese lugar casi todas las personas son pobres, un vecino denunció que Ana Roselia y sus hermanos padecían carencias y la solución del gobierno fue quitarles los siete más pequeños a sus padres y dejarlos bajo resguardo del Estado. 

Cuando Chela, como la llamaba su familia, fue arrancada de su casa de sus padres, tenía 12 años. No querían separarse, y por eso ella escapó del refugio para volver a casa. El gobierno la buscó y volvió a llevarla al Hogar Seguro Virgen de la Asunción.

La adolescente quería regresar a su aldea porque ahí era libre. En el hogar estaba encerrada y sufría maltratos. Tenía miedo de que la violaran.

El 7 de marzo de 2017 Chela, de 14 años, y otras compañeras del Hogar Seguro escaparon del lugar por maltrato, pero agentes de la Policía Nacional Civil las detuvieron y, por tercera vez, Chela fue encerrada. 

Las llevaron a un salón del Hogar Seguro con 55 compañeras. Las encerraron con llave.

Chela murió a causa de las quemaduras y su familia la veló el 12 de marzo de 2017, en la casa pobre de donde se la llevaron 24 meses atrás. El gobierno de Guatemala la arrancó de la pobreza para llevarla a un lugar donde la mataron. 

“Ella solo quería estudiar para ser alguien importante en la vida y ayudar a mis padres”, recuerda Gloria, hermana de la niña.

Ana Rubidia Chocooj Chutá. Un peluche y un grito

Decenas de adolescentes se encuentran a las afueras del Hogar Seguro Virgen de la Asunción. Es la noche del 7 de marzo de 2017. Unas horas antes, cerca de cien escaparon del lugar. La Policía Nacional Civil captura a la mayoría con violencia física y verbal.

Durante aproximadamente nueve horas, las y los adolescentes son retenidos al exterior del recinto estatal. La adolescente Ana Rubidia Chocooj Chutá habla con la prensa. Aparece en cámara, de pie, detrás de ella se amontonan decenas de jóvenes. 

Viste un suéter azul, tiene el pelo recogido en un moño, las mejillas rojas, y una mirada triste.

“Hicimos un mini bochinche, pero es porque ya estamos cansadas de lo que estamos viviendo (…) queremos estar con nuestra familia. Bueno… yo soy una de las que no tienen familia”, dice la adolescente, mientras mira hacia abajo y abraza un oso de peluche. 

Está agitada. Hace unas horas escapó y ahora denuncia y alza la voz por sus derechos. Pero, sus ojos  son tristes.

“Este es mi… Esto lo anduve cargando todo el camino porque, aunque sea un peluche, lo amo con todo mi corazón”, dice sonriendo mientras lo abraza con más fuerza.

Ana Chocooj era de la aldea San Antonio en Quiché. Menos de 24 horas después de exigir justicia frente a una cámara, el fuego acabó con su vida y la de 40 de sus compañeras. Ana tenía 16 años.

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