DestacadasPor qué me quité del vicio (sindical).

Por qué me quité del vicio (sindical).

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Adrián Lobo | Foto de portada: SNTSA 35

Primero que nada debo aclarar que yo no pertenecía a ningún sindicato antes de «cambiarme», por lo tanto no pude haber hecho tal cosa. Yo diría, para hacerme entender más fácilmente, que no abandoné nada ni hice cambio alguno, todo lo que hice fue dejar una relación tóxica. Es algo que no debe perderse de vista.

A continuación creo que es preciso hacer un pequeño repaso de ciertos eventos que me han traído hasta éste punto.

Sí, es cierto que pude conseguir empleo en Salud «gracias al sindicato». Y lo pongo entre comillas porque la historia habría sido otra de no haber tenido un poco de apoyo desde adentro, de una persona que extrañamente me tiene cierta estima y que además agradezco mucho, y por la antigüedad de un familiar, que tuvo cierto peso a la hora de tomar decisiones. Hasta ahí llegó el «apoyo» del sindicato. El cual, por cierto, no tuve anteriormente por no cumplir con sus condiciones.

En adelante básicamente fuimos, todos los eventuales, ninguneados, ignorados, excluidos y por supuesto, maltratados y utilizados. El sindicato siempre hace distinciones entre sindicalizados y no sindicalizados, obviamente vela por los intereses de sus clientes agremiados primero. Además en sus estatutos está estipulado (y esto también es importante para establecer que nunca les hice un desaire, al menos no uno inmerecido, ni los traicioné) que no pueden afiliar a personal eventual, de confianza, similar y conexo.

Lo cual no es un obstáculo para que exijan fidelidad y lealtad, tampoco les importa que eso —y el respeto— se ganan y no se otorgan nada más porque sí y que actuar por conveniencia no es lo mismo.

Pero como decía, el personal eventual no figurábamos para nada ante el sindicato, excepto cuando necesitaban gente para «hacer bulto». Siempre presionaban diciendo que se tomaría lista para considerar la participación en marchas, bloqueos y demás actividades recreativas sindicalistas, con la mirada puesta en futuros e inciertos procesos de escalafón o similares. Pero ante algún conflicto o necesidad de respaldo por cualquier situación nunca salieron en nuestra defensa, como sí lo hacen con el resto del personal, sus agremiados.

Una de las primeras advertencias que se me hicieron al iniciar labores en el hospital fue evitar entrar en controversias con el personal sindicalizado, en especial el de base, porque aún en caso de tener razón no tendría la mínima oportunidad de ganar. Esa fue una primera bandera roja.

Después, cuando el dotor Juanito Díaz amenazó con correr a todos los eventuales, tachándonos de aviadores, fuimos movilizados por el sindicato, con el cuento que «la base» nos apoyaba fuimos convencidos de asistir a marchas, bloqueos y hasta la tradicional toma de la caseta de Huitzo, que no puede faltar en cualquier protesta en Oaxaca que se precie de serlo con todas las de rigor.

Total, que el entonces secretario de salud dejó de serlo y nos quisieron lavar el coco diciendo que habíamos conseguido un gran logro que consistió en… ¡que todo siguiera igual! ¡No, pues qué gran conquista! Ahí me vino una duda que no he sabido responderme: Creo que alguien debió haber ganado algo con todo eso, ¿pero quién y qué fue lo que obtuvo? Porque de todo lo que se suponía estábamos pidiendo lo único que se consiguió fue la salida del secretario de salud y mágicamente con ella todo lo demás se olvidó, que eran básicamente demandas en favor de los eventuales.

Otro asunto que me causó desazón, otra señal de alarma, fue el hecho que hubo en años pasados aumento salarial al personal de salud, con una excepción: Los eventuales. Mientras que el personal sindicalizado recibía ese aumento en forma retroactiva los eventuales nos quedábamos nada más mirando. Y algunos ingenuos, principalmente yo, nos quedamos con un palmo de narices por la desilusión. La misma situación ocurrió en dos ocasiones.

Hubo muchas de esas minucias acumulativas, como esa estupidez de ni siquiera considerarte digno de obsequiarte ni un bolígrafo promocional ni una de esas camisetas rascuaches de campaña cuando hacían proselitismo rumbo a las elecciones sindicales, por la misma razón de siempre y para todo: «No, porque eres eventual». Y además porque obviamente no teníamos derecho a votar, así es que para qué iban a gastar un regalito barato en alguien que ni vota. Pero en verdad, se veían completamente estúpidos y ridículos regalando baratijas en los pasillos del hospital no sin antes preguntar si eras sindicalizado.

En fin, para mí la gota que derramó el vaso cayó con lo del famoso «Bono COVID». No debe perderse de vista que éste bono no fue solicitado por los trabajadores, no fue una demanda sindical, fue ofrecido por el góber. A mí me da por creer que algún provecho pensaban sacar de eso, por la manera en que intentaron obtener los recursos: Pasando la charola entre otros burócratas.

No entre los diputados, ni los secretarios de gobierno ni entre ningún grupo de burócratas de élite sino entre funcionarios de medio pelo para abajo. Total que «siempre no se pudo», porque lógicamente ese proceder causó cierto escándalo al conocerse y tuvieron que cancelar la operación.

Tiendo a pensar que de haber podido completar la misión, lo recaudado habría alcanzado para todos aún con el correspondiente cobro de comisión, la parte que se iban a robar, pues. Porque se entendía que era sólo para el personal en activo y gran parte de la plantilla se había acogido al resguardo domiciliario, por disposición federal,

pero al verse abortado el plan original ya no había para todos. De hecho se llegó a decir que ya no habría en absoluto para nadie.

Y otra vez, el sindicato hizo un llamado a las protestas, a ejercer presión. Curiosamente en sus convocatorias, oficios y en sus peticiones, jamás dijeron en forma explícita que se exigía el famoso bono para todos los trabajadores, se cuidaron muy bien de eso, de no incluir a los eventuales.

Total, que al parecer la presión ejercida dio resultado y el gobierno cedió: Se otorgaría el bono. Aunque medio rebajado, por que de lo originalmente ofrecido sólo les dieron la mitad, y con una salvedad: Era únicamente para personal sindicalizado.

Mi mayor decepción vino cuando en automático el sindicato muy resignadamente dio por terminada «la lucha» y se retiraron a celebrar su triunfo. Lo que más me molestó es que ellos sabían perfectamente que éramos los eventuales los que estábamos esforzándonos más en el combate a la pandemia, haciendo guardias extra, por ejemplo, guardias que a la postre, por cierto, nunca nos fueron pagadas.

Ahí llegué a la conclusión que, efectivamente, nos utilizaban para sus propios fines, sin preocuparse verdaderamente por nuestra problemática o nuestras necesidades. Éramos para ellos sólo carne de cañón, una cabeza más para contar en una marcha, una garganta más para gritar consignas prefabricadas, recicladas hasta el sinsentido, de tanto que se han escuchado en tantas y tan disímbolas manifestaciones:

«¡Aplaudan, aplaudan,

no dejen de aplaudir,

que el pinche gobierno

nos tiene que cumplir! »

Éramos tan sólo un cuerpo, casi un bulto, inerte, como una piedra, que no merece ninguna consideración en lo laboral pero que sirve para bloquear una calle. Eso éramos, así nos trataban.

Ya no me sorprendió la prácticamente nula reacción cuando llegó el aviso de no continuación de la relación laboral del personal eventual, en septiembre. Organizaron algunas reuniones, una marcha y se exhibieron las discordias y los conflictos entre ellos en aquél mitin (que llegó a parecer motín) en la Plaza de la Danza de donde el enfermero Mario Félix, todavía secretario general de la sección 35 del SNTSA prácticamente salió corrido, repudiado por sus propios agremiados. Y luego no hubo ya nada. Nada.

Curiosamente en esos días se anunció que el principal opositor político de Mario Félix, el doctor San Germán, secretario (¿No debería ser subsecretario?) de la subsección 7 de la sección 35 del SNTSA (¡uffff, qué título más largo de escribir!), en el HGDAV, había sido elegido nada menos que para presidir la Comisión Estatal de Arbitraje Médico. Sospechoso, ¿no le parece? ¿Así o más maiceados? Sí, ya sé, que van a decir que era una «aspiración largamente perseguida» o algo así, ¿no? Bueno.

En esas andábamos cuando surge el Movimiento Único de Trabajadores Eventuales de los SSO (MUTESSO), una agrupación completamente «gluten free», donde participan exclusivamente ex trabajadores eventuales y no tiene injerencia alguna ningún sindicato («¡Soy de contrato, no tengo sindicato!»), movimiento completamente orgánico, pacífico e independiente de ideologías políticas.

A este respecto me llama la atención un punto: La mayoría de quienes Murat dejó en el desempleo son mujeres, una abrumadora mayoría, diría yo. Son enfermeras y médicas y en una buena proporción las integrantes de la Mesa Directiva son enfermeras, donde no hay ni un hombre. ¡Qué tal! ¿eh? Es mayormente a ellas, a su empuje y a su pundonor a quienes deberemos el éxito del Movimiento cuando finalmente obtengamos la justicia laboral perseguida.

¿Qué esperaban en el SNTSA ante tal desprecio? Vamos, que amor con amor se paga, se sabe. Pero a pesar de todo todavía tiene poder e influencia y «convence» a muchos. No creo que haya mayormente verdadera convicción. Es pura conveniencia, aún a pesar que se sabe que en muchos casos han procedido indebida e injustamente muchos se acogen al sindicato porque ha sido hasta ahora la manera más fácil, aunque no siempre segura, de obtener beneficios, siempre y cuando se esté dispuesto a jugar su juego, con sus reglas, a corromperse, pues, para decirlo con todas sus letras.

Por prácticas como esas es que los sindicatos mayoritarios y más antigüos no son muy apreciados por el presidente, han establecido muchos de ellos todo un sistema de corrupción que te envuelve y te arrastra, a veces no queda de otra sino dejarte llevar porque subyace una necesidad o una ambición de la que se aprovechan.

En ocasiones me han dicho que «el honrado se queda jorobado», y bueno, justamente eso suele ocurrir, excepto que no «se queda» sino que «lo dejan». O lo dejaban. México ya cambió y aunque ese cambio tarde generaciones en consolidarse, ya está encaminado, los tiempos del sindicalismo perverso, corruptor y corrompido están llegado a su fin, deberíamos aprovechar ahora para que de las cenizas de esa hoguera surjan organizaciones renovadas, que retomen el espíritu de asociación para una auténtica defensa de los derechos de los trabajadores.

Adrián Lobo. adrian.lobo.om@gmail.com | hospital-incurable.blogspot.com | facebook.com/adrian.lobo.378199 | patreon.com/adrian_lobo

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