Manual del Buen y Precavido Manifestante.

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OAXACA, Oax. (pagina3.mx).-Acabo de descubrir algo que en realidad parece obvio, quizá de alguna manera lo imaginaba y es lógico pero ahora me queda más claro y es algo que explica muchas cosas: Las movilizaciones sociales cuestan. Y mucho. Tiempo, dinero y esfuerzo.

Tradicionalmente eso de las manifestaciones, las marchas, los plantones y las protestas son la especialidad de sindicatos, «organizaciones populares» y similares, se les facilita porque el dinero si no lo tienen lo consiguen de alguna forma con patrocinios políticos, empresariales u otros y disponen del tiempo y el esfuerzo de sus agremiados a base de apremio.

Por eso ahora respeto más a los activistas «buenos», los que defienden causas justas, legítimas. Que son los menos pero irónicamente parece que de unos sexenios para acá son más, porque ellos lo más que tienen es buena voluntad y pundonor para luchar por esas causas justas.

Ahora entiendo mejor la razón por la que al inicio de tantas actividades de protesta es ya casi tradicional «pedir prestados» algunos autobuses. No es lo mismo convocar a un grupo a acudir a un sitio de protesta en concreto y que cada quien lo haga por sus propios medios que decirles «nosotros les vamos a dar un aventón». Son los clásicos acarreados, ¿no? Además son muy útiles para cerrar calles.

Como dicen, hay que seguir el dinero, de esa manera se puede tener una idea de qué tan auténtica es la protesta; es más probable que sea una manipulación o una maniobra política cuando hay alguna organización que patrocina los traslados. Cuando cada quien cubre sus gastos es más frecuentemente que las personas acudan por convicción y no por conveniencia y también suele ser cuando concurren menos.

Una de las primeros accesorios que seguramente serán necesarios es un megáfono. Los profesionales ya cuentan con ese tipo de equipos en su inventario mientras que será una de las primeras adquisiciones para los primerizos.

Como el tiempo en estos casos suele ser un factor que conforme se acumula pesa más, es de gran importancia sostener la protesta. Como dije, ayuda en muchos casos a hacer más presión. No en todos los casos realmente, depende mucho de qué tan indolentes sean las autoridades.

Otra concepción del tiempo que entra en juego es la fecha; es seguro que habrá algunas que son más sensibles para los políticos a quienes se dirige la protesta por una variedad de razones. Típicamente cuando se avecina un evento público o cuando se esperan visitas importantes, esos son momentos en que los políticos son más proclives a ceder buscando que no se afecte su imagen pública evidenciando su incapacidad para resolver conflictos. Pero existe también el peligro de que se voltee la tortilla y que se reciba en lugar de propuestas la visita de la fuerza policial para desalojar.

Generalmente es necesario, como dije, la persistencia de la manifestación . Entran entonces en juego otros factores para los que es menester estar preparado. No puede —repito y recalco— no puede usted caer, como yo, en el error de ir así nada más, a la buena de dios a una protesta. En el Manual del Buen y Precavido Manifestante que estoy escribiendo, para que nadie más cometa los mismos errores que yo ni tenga que pasar los mismos bochornos, está en primer orden llevar alguna clase de asistencia para guarecerse del clima. Mínimo una gorra o un sombrero, un paraguas o algo similar.

El uso de ropa adecuada es también un punto a considerar y en condiciones ideales uno debería contar con algún tipo de tendido —un «manteado», dicen en mi rancho— que proporcione algún cobijo más amplio. No olvide algún tipo de asiento portátil que no sea muy enfadoso de transportar, lo más confortable posible de acuerdo a la primera condición.

En cualquier tipo de manifestación, sea profesional o amateur, usted debe encargarse de sus efectos personales. En una profesional la organización proveerá el tendido, mientras que en la amateur los manifestantes deberán arreglárselas como puedan para comprar o rentar lo necesario. Vamos, que también éste tipo de actividades mueve la economía local, no crea usted que todo son afectaciones.

En Oaxaca frecuentemente veo bloqueos intermitentes, se me ocurre pensar que podría ser una estrategia, un juego psicológico que busca desquiciar o quizá lo que se pretende es no desgastar a los manifestantes haciéndolos permanecer en el sitio días completos, usan entonces ésta modalidad que consiste en plantarse más o menos temprano en la mañana y retirar el bloqueo por la tarde. Pegan además así justo donde duele porque, ¿a quién carambas le importa que una calle esté cerrada por la noche?

Ahora son muy socorridas las casitas de campaña tipo FRENAAAAAAA cuando de plano hay que permanecer en el sitio, Mínimo una bolsa de dormir y cobijas. Esos accesorios tienen además otra función, como bien nos enseñaron los frenéticos: Sirven para aparentar que son más de los que realmente están. No es algo nuevo, es una táctica ampliamente usada a lo largo de la historia para intimidar. Pero tienen un punto débil: Se esfuman por los aires cuando sopla Eéhcatl.

Pues bien, la permanencia tiene su propia problemática. Las personas necesitan beber agua y alimentarse, sin mencionar esas otras necesidades que vienen posteriormente. Una señal de una manifestación patrocinada es cuando puede verse que de repente algunas personas llegan con una olla de tamales, con tortas o algo más elaborado y refrescos, agua o alguna otra bebida para repartir. En cambio, cuando se carece de esos auspicios, quienes pueden aprovechar para incrementar sus ventas son los ambulantes que invariablemente se acercan a cualquier concentración que haya donde la haya.

Hasta en las filas de los puestos de vacunación podrá usted ver que venden atole, tamales, tortas, bolígrafos, ¡hasta bocinas bluetooth y cargadores para celular! Otras personas que también pueden aprovechar para tener más ganancias son los ubicuos mototaxis, taxis colectivos y urbaneros. Usualmente los conductores de transporte urbano renuncian a continuar su ruta buscando vías alternas y anuncian: «¡Hasta aquí nada más llego, no se puede pasar!»

Aunque la verdad es que rara es la ocasión en que realmente no haya otra ruta para llegar al destino, aunque sea una muy, muy alterna e intrincada casi siempre la hay, pero no es buen negocio porque es casi seguro que requiere una alta inversión en tiempo y además seguramente estará atascada de automovilistas alterados de modo que hasta ahí la dejamos.

He visto en los plantones de la sección XXII cómo preparan ahí mismo algunos alimentos. Hasta me da por creer que desde que están en la Normal en el plan de estudios hay una materia donde se les instruye sobre la mejor forma de hacer y mantener una fogata para preparar algo de comer y calentarse un poco también y a improvisar una letrina sobre una alcantarilla o quizá estén incluidos esos temas en el apartado de formación política, quién lo sabe. Por cierto, se me hace raro que últimamente la susodicha 22 no nos haya alegrado los días con sus pintorescos desfiles y acampadas urbanas, ¿será un milagro que se le pueda atribuir al COVID? ¿O a la 4T? A Murat definitivamente no creo.

No puedo dejar de mencionar la interacción de los manifestantes con otros ciudadanos, afectados o no. En mi experiencia a pesar de la obvia molestia la mayoría no dice nada, algunos pocos alientan de alguna manera cuando simpatizan con la causa y nunca falta alguien que no puede contenerse y expresa aunque sea tímidamente su sentir. Una vez un tipo, en ocasión del cierre temporal de las oficinas del SAT que hicimos nos quiso echar todo un discurso diciéndonos que éramos unos mediocres y que deberíamos dejar de buscar que el gobierno nos mantenga.

Se sentó ahí, en una de esas bancas de concreto que hay en esa zona y nos hablaba con un aire de superioridad que me recordó aquellas estupideces en la Ciudad de México por los resultados de una elección. Seguramente recuerda usted el meme aquél de «En este lado viven los que pagan impuestos y en este otro los que reciben asistencia». ¡Caramba! ¡Seguro ellos se creen que pagan el predial, el alumbrado y limpia pública, las placas, la verificación y la tenencia de todos los que viven del lado que «recibe asistencia»!

Me molestan esas ínfulas de suficiencia sobre todo porque las percibo auspiciadas por aquellos que con una completa desfachatez en otros tiempos solicitaron y se beneficiaron de otro tipo de asistencia sin tener ninguna necesidad sino únicamente el puro gusto de robar y desfalcar las arcas públicas porque sí, sólo porque podían. Ya fueran contratos, devolución o exención de impuestos o abusando de prácticas como el outsourcing.

Al estilo Kimberly Clark, que ahora sabemos que recibió algunos milloncitos de dólares (36 exactamente) para «desarrollar mejores productos» (¡papel higiénico y pañales!) o algún pretexto por el estilo. Eso sí es vergonzoso.

No veo ninguna deshonra en recibir una beca Benito Juárez, un apoyo de Jóvenes Construyendo el Futuro o una pensión de Bienestar, como sí la veo en robar por el puro gusto de obtener todo el dinero que se pueda de la manera que sea, valiéndose de la corrupción para deducir impuestos, para evadirlos, para obtener exenciones, para pagar a los trabajadores menos de lo que es justo o para obtener ventajosos contratos, etc. Eso sí es mediocridad, aprovecharse de todo lo que sea necesario para obtener más de lo que justamente se merece y a menudo sin proporcionar a cambio nada significativo.

En ese momento no me animé a responder a aquél ciudadano pero para mí es innegable que el área donde hemos estado trabajando los integrantes del MUTESSO es una muy sensible: La atención a los más desprotegidos que no son derechohabientes del IMSS, del ISSSTE ni de ninguna otra institución de salud y que no tienen los medios para pagar atención médica privada, somos el rostro de las instituciones que brindan asistencia sanitaria a la población que más lo necesita. Somos (o éramos) asistencialistas con mucho orgullo de serlo (o de haberlo sido)

Hay entre nosotros muchos que han dedicado largo tiempo y mucho esfuerzo a prepararse para serlo, son profesionales capacitados para brindar cuidados a las personas. Es una tarea muy noble que requiere de mucho más altruismo que toda la filantropía que pueda pregonar cualquier opositor enojado por la pérdida de canonjías y poder político, ser alguien así, o seguir a alguien así, eso sí es ser mediocre, toda vez que se acostumbraron a obtener grandes ganancias sin el esfuerzo correspondiente, valiéndose de atajos.

Y es todavía más vergonzoso y ridículo ser un aspiracionista en el mal sentido, un «wannabe» que padece del Síndrome de Doña Florinda, que cree verse reflejado en los Claudio X, en los Gustavo de Hoyos, en los Salinas Pliego, que cree pertenecer a otra estirpe cuando la realidad es que aquellos ni siquiera voltearían a verlos como no sea para utilizarlos para sus propios fines. Tontos útiles, les llaman.

 

Adrián Lobo.

 

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