Domingo de Ramos en Juchitán, una tradición siempre viva en la comunidad zapoteca

0
640
En una tradición única en el país, en Juchitán celebran a las personas muertas en domino de Ramos.
Diana MANZO / Texto y fotos

Juchitán, Oax.- El Domingo de Ramos en Juchitán, Oaxaca es una tradición siempre viva entre los binnizá (zapotecas). Más de diez mil personas celebran la vida y la muerte conviviendo con sus seres queridos en el panteón municipal que lleva el mismo nombre.

Domingo de Ramos -coinciden las y los juchitecos- es una celebración ancestral que ni la colonización, ni el terremoto de 2017, y ni la pandemia de la COVID- 19 han podido desaparecer.

“Es volver a reunirnos, es volver a sentirnos”, dice María Magdalena Jiménez Ruiz de 67 años de edad, quien le trajo rosas amarillas a su mamá Maura Ruiz Vázquez, que falleció hace 5 años.

Vestida con su enagua y su huipil, Magdalena siente la cercanía con su madre al visitar su sepultura, por eso celebrar esta tradición le gusta y lo disfruta.

La celebración comienza desde semanas antes, primero con la limpieza de las sepulturas, para que el Domingo de Ramos a muy temprana hora comiencen a llegar las personas, al igual que las vendedoras de diversos productos, alimentos y bebidas.

El Yoo Ba’ Guidxiguie (panteón) alberga aproximadamente unas 5 mil sepulturas, las cuales están construidas algunas de material de concreto en forma de pequeñas viviendas y otras más de palma o tabique todo depende de la economía de las familias.

Los olores de las flores típicas de la tierra zapoteca se colocan en las sepulturas, que van desde las flores del coyol, cordoncillo, albahaca, flor del río hasta las más costosas como rosas, lirios, girasoles y gladiolas.

Entre los pasillos, familias completas se organizan para realizar enramadas de palma o de tela para protegerse del sol, entre risas y recuerdos del difunto colocan las flores; en algunas sepulturas, las más recientes lloran y le cantan.

**Comenzar la vida después de la muerte **

Francisco Ramos enciende una veladora en la sepultura de su madre Guadalupe Esteva Castillo, quien falleció el 17 de septiembre de 2021. A él lo acompaña su padre y su abuelo. Visitar la tumba de su mamá le consuela en su ausencia.

“Hoy estaremos hasta tarde acompañando a mamá, ella murió de cáncer hace dos años y nos duele mucho, mi mamá tenia 52 años de edad, una mujer muy trabajadora, próspera y le gustaba la vida”.

La música, las flores y las velas son indispensables para la convivencia, las sepulturas son adornadas con muchos colores, inclusive hay quienes elaboran murales, como el caso de la sepultura de Carmen Gurrión Pineda de 62 años de edad, quien falleció el 27 de septiembre de 2021, y don de su rostro aparece al interior de su tumba.

Familias de escritores, músicos, trovadores, políticos reconocidos de Juchitán, pescadores, artesanos, campesinos, amas de casa y menores de edad, entrelazan miradas al caminar por los conglomerados pasillos del panteón, mientras que las voces de hombres y mujeres comerciantes incitan a degustar la comida típica, principalmente los tamales de iguana, las regañadas (pastelillo crujiente) y dulces de frutas como calabaza, limón con coco, papaya, almendra y coyol.

Otras familias contratan mariachis, tríos o bandas que al son de la música se deleitan con antojitos típicos entre ellos el tamal de iguana y bebidas gaseosas y embriagantes, el ritual es la convivencia con el difunto como si estuviera vivo.

Este rito a la muerte que se hace en el Domingo de Ramos es una muestra de la fe católica que se entrelaza con las costumbres milenarias de las y los zapotecas, quienes nunca abandonan a las almas aún después de su partida.

**El comienzo del año zapoteco **

A diferencia de otras culturas del estado de Oaxaca, los pueblos zapotecas comparten con la muerte dos veces al año (Domingo de Ramos y Todosantos), la celebran, le hacen fiesta, porque la consideran un simple paso de lo mundano a lo eterno, que no meramente desaparece después de estar bajo tierra.

El escritor zapoteca Víctor Cata explicó que esto tiene que ver con el comienzo del año zapoteco, que iniciaba el 12 de marzo y terminaba el 17 de marzo.

“Habían 5 días que los zapotecas llamaban días inútiles que eran días aciagos y se iba a visitar a los muertos”, pero aclaró que con la llegada de la religión católica se modificaron las fechas y se acomodó con la Semana Santa, por lo que varía en meses, que puede ser marzo o abril como en este 2023.