Los ancianos también votamos y votamos más

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Representación de las personas adultas mayores. Imagen recuperad del INE

Jorge Hernández-Díaz

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN), para el segundo trimestre de 2022 se estimó que en México residían 17 millones 958 mil 707 personas de 60 años y más (adultas mayores). Lo anterior representa 14 % de la población total del país.

Para referirnos a esta etapa de la vida, académicamente se ha dado preferencia a los términos personas adultas mayores o de la tercera edad.

Algunos estudiosos han señalado que su uso se trata de un artificio para evitar nociones como las de vejez o ancianidad.

El primer término hace referencia de alguna manera, a un hecho “objetivo” porque es una etapa etaria.

Pero hasta eso es polémico, en unos textos se considera a las personas adultas mayores o de la tercera edad a la faja etaria de quienes tienen 60 años o más y para otros esta categoría comienza a partir de los 65.

Sin embargo, los tratados internacionales y algunas reglamentaciones en México consideran la tercera edad o la de los adultos mayores a quienes tienen más de 60 años.

Es una manera de abordar un asunto tratándose eliminar prejuicios y de establecer un término políticamente correcto.

Visto así se podría abordar simplemente como un grupo etario, evitando los temas referentes a los conceptos de vejez o la ancianidad; sin embargo, indirectamente remiten a ellos.

Técnicamente es más fácil decir adultos mayores que ancianos, puede resultar un artificio lingüístico y social para soslayar los prejuicios y prenociones asociadas al término, no voy a abundar en esta discusión, solo la anoto porque es relevante considerar su contenido al momento de elaborar políticas públicas.

Ya que, por diversas razones, en el análisis de la vejez han prevalecido las nociones que enfatizan los aspectos negativos de este proceso, de tal forma que las representaciones sociales, o el imaginario colectivo -como también se le llama-, la vejez es vista como una etapa y un proceso al que se asocian disfuncionalidades sociales, laborales y políticas de las que supuestamente se han perdido o se están perdiendo.

La prevalencia de estas visiones de la vejez ha dado lugar a políticas públicas que se orientan básicamente hacia propuestas de tipo asistencialista, dejando de lado aquellas que son proclives a promover políticas y acciones que promuevan una vejez activa.

Así los ancianos se han convertido en objeto de la atención pública más que sujetos de derechos públicos.

Lo importante es que se debe buscar la construcción de una sociedad en la que se pueda envejecer activamente y para ello son necesarias garantías mínimas de servicios y derechos básicos relacionados con la vivienda, los ingresos, la educación permanente, la salud, entre otros; y es precisamente por esta y otras razones que la participación sociopolítica de las personas mayores adquiere relevancia.

La población mexicana muestra una tendencia relativamente acelerada hacia el envejecimiento, se espera que para el año 2050 la proporción de la población mayor de 60 años represente el 28% de la población total.

Este fenómeno no solo muestra un incremento en la esperanza de vida sino también del aumento de proporción de los adultos mayores con respecto a las infancias y juventudes.

Hace casi un siglo, en 1930, la expectativa de vida en nuestro país apenas alcanzaba, en promedio, 34 años; en 1970 este indicador se ubicó en 61 años; y actualmente es de 72 años para los hombres y 78 para las mujeres.

Solo considerando la condición genérica ya tenemos aquí una gran diferencia.

En promedio las mujeres viven más tiempo que los varones, por lo que las mujeres de la tercera edad tienen demandas específicas, no en balde hoy preocupa cada vez más la feminización de la vejez como parte constitutiva del bienestar.

Información censal de 1990 y 2020 indica que la población de 60 años y más pasó de 5 a 15.1 millones, lo cual representa 6% y 12% de la población total, respectivamente.

Por grupos de edad, en 2020, 56% de las personas adultas mayores se ubican en el grupo de 60 a 69 años y según avanza la edad, disminuye a 29% entre quienes tienen 70 a 79 años y 15% en los que tienen 80 años o más.

Si se considera como adulto mayor a a todas las personas con 60 años o más, en México somos ya alrededor de 19 millones de personas en esta condición y representamos nada menos que el 14% del total de la población.

Pero somos el 18% de la lista nominal de electores.

Sin duda, el peso cuantitativo que supone el voto de las personas adultas mayores debería ser una preocupación de los partidos políticos, considerando que una elección en México se gana con menos de 30 millones de votos.

Es pertinente considerar que el sufragio es una herramienta útil para reforzar o modificar el sistema político; así, este grupo representa tanto un potencial para afianzar a una propuesta como para eliminarla.

En ese sentido, los adultos mayores representan un haber político que puede ser una potencial herramienta para conseguir la atención de los hacedores de políticas públicas.

Si consideramos que todos tenemos -de acuerdo con la Constitución- los mismos derechos, la edad no debería ser un factor importante al pensar en la construcción de la democracia.

Pero si tomamos en cuenta que la edad es también un factor que contribuye para acentuar las desigualdades y prácticas discriminatoria, es obligatorio repensar los mecanismos de participación y representación, desde el voto y más allá del voto, con base en las especificidades de cada grupo etario.

la participación de los adultos mayores es decisiva en este sentido, sobre todo porque precisamente esta participación es el corazón de la democracia.

Participar no significa que sean objeto de atención sino su injerencia directa en los asuntos públicos.

Y para ello es donde se enfrentan a los distintos obstáculos que se refuerzan por medio de los prejuicios existentes y a concebirlos como políticamente pasivos y beneficiarios de las políticas públicas.

La importancia de este grupo etario en las elecciones que se avecinan es más que relevante porque entre los 60 y los 80 años se encuentran los sectores que son los que proporcionalmente  votan más en las elecciones.