Oaxaca está de moda

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De regreso al hotel

vio un precioso huipil de Oaxaca

en una tienda de turistas

y le pareció el más apropiado para la noche.

Gabriel García Márquez, «En Agosto nos vemos»

 

 

 

 

Jorge Hernández-Díaz

La cita precedente es parte de la novela póstuma del famoso escritor colombiano, Premio Nobel de Literatura en 1982. Podría ser una mención cualquiera para ambientar la trama de una novela, pero resulta una oración reveladora porque fue escrita hace casi 20 años, entre 1999 y 2004, el manuscrito permaneció inédito y recién el 6 de marzo, con motivo del aniversario del nacimiento del escritor, fue dado a conocer comercialmente.

Es posible que García Márquez, habiendo vivido una buena parte de su vida en Mexico, alguna vez haya visitado el estado y la ciudad de Oaxaca, seguramente lo hizo hace varias décadas.

Hace veinte años, más o menos, ya era notorio el boom turístico hacia Oaxaca, en aquellos años era notoria la presencia de visitantes europeos en las calles de la ciudad, esa avanzada que fue bruscamente interrumpida por las movilizaciones populares de 2006.

Lo que para unos resultó ser motivo de crecimiento político, con sus consecuentes ganancias, para otros fue un espacio adverso que trastocó planes laborales y comerciales. Muchos artesanos dejaron de vender sus productos.

Aún con esa interrupción el flujo de visitantes siguió creciendo en Oaxaca y con el tiempo se ha recuperado y no solo eso, también una buena parte de los productos y servicios que los turistas consumen en Oaxaca se ha internacionalizado.

Los museos del mundo exhiben las piezas de artesanos oaxaqueños destacados que los ha llevado a la fama. Las danzas y festividades de los pueblos oaxaqueños se reproducen en las principales ciudades en el país vecino del norte y la comida originaria de sus distintas regiones se consume en restaurantes de todo tipo.  

Hoy vemos que la ciudad se ha transformado para recibir visitantes, vemos algunos comercios floreciendo, un aumento en la remodelación de casas en el Centro Histórico o en los barrios tradicionales para convertirlas en nuevos hoteles, casas que antes fueron vecindades, que albergaban algunas hasta una decena de familias, hoy están convertidas en restaurantes o centros comerciales.

Las tiendas de las esquinas han desaparecido y surgen como hongos locales comerciales doble XX. Los medios de comunicación participan de este tren. Constantemente se preparan y proyectan documentales y programas noticiosos dedicados a Oaxaca, es común escuchar en la radio y en la televisión que Oaxaca está de Moda, tanto así que en el centro de la ciudad existe un local comercial con ese nombre.

El turismo ha transformado la ciudad para bien y para mal. Ha sido un proceso de varias décadas. Con múltiples menciones en la literatura, aunque por su notoriedad la de Gracia Márquez es notable.

Las vestimentas que distinguen a los pueblos indígenas, las artesanías, y la gastronomía de este rincón de México ya eran tan populares hace treinta, o más, años, y para muestra dejan constancia en uno de los textos del escritor latinoamericano contemporáneo más leído tanto en países de habla hispana como en el resto del mundo.

Encontrar en la última novela del escritor colombiano, que tiene como locación un país ficticio del Caribe, una mención a Oaxaca es por lo menos un hecho revelador de la importancia que estas tierras han adquirido en el ámbito cultural y turístico.

En una novela futura alguien seguramente consignará las consecuencias de esta situación, por lo pronto vemos en Oaxaca cambios que recuerdan a los que produjo el arribo de la compañía bananera a Macondo en Cien años de Soledad.