La resaca del debate

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Jorge Hernández-Díaz

Hace algunos años era común escuchar la referencia al refrán que dice: “espero que no salgas con tu domingo siete”. Esa expresión se utilizaba con frecuencia para advertir o prevenir a las personas de cometer algún desliz.

Ese tal vez debió ser un recordatorio para quienes representan a las candidaturas que actualmente compiten por la Presidencia del país y que debatieron precisamente el pasado domingo siete de abril.

Tan hubo traspiés que pasados varios días del primer debate aún se sigue comentando lo que ahí sucedió o no ocurrió. Al parecer todos los principales protagonistas salieron con su domingo siete y la resaca aún se resiente.

Los organizadores tuvieron tropiezos con el formato del debate, se ha señalado la rigidez del diseño impuesto a los contendientes, el cronómetro falló y confundió a quienes ahí bregaban.

Los conductores tampoco se salvaron de las críticas. El exceso de maquillaje de quienes aparecieron en pantalla fue una nota, al parecer irrelevante, pero importante si se considera que ocultaba la verdadera apariencia de quienes ahí se veían.

Una de las candidatas no podía controlar su nerviosismo, la otra se mantuvo apegada al guion, que seguramente le sugirieron los conductores, lo que contribuyó a ver en ella una figura rígida y poco amigable mostrada ahí y en buena parte de su campaña. Uno más se concentró en mantener su sonrisa forzada y a confirmar su improvisada presencia.

El candidato y las candidatas nos quedaron a deber.

Lo que se esperaba es que fuera un intercambio de ideas bien organizado, con reglas claras y un formato dinámico. La institución electoral contó con el tiempo suficiente y recursos para su organización.

Para algunos consejeros y consejeras fue su primera experiencia y seguramente el resultado es parte de la curva de aprendizaje, poco justificable en una elección de la magnitud de la que somos testigos.

Después del debate se esperaba que los comentarios estuvieran centrados en lo que dijeron quienes ahí discutieron y no en los entretelones de lo que sucede en la institución electoral y en las fallas de la organización.

El árbitro debiera ser un actor preparado y discreto, pero en esta ocasión, por razones desafortunadas, compite en audiencia con él y las candidatas.

A los posibles votantes nos debieron de haber presentado las propuestas que cada una de las candidaturas propone y la manera en la que esas propuestas de llevarán a cabo, de tal forma que las personas que van a tener la oportunidad de votar puedan decidir de manera libre e informada a quién elegir.

A que ese intercambio se viera frustrado se debe en parte al diseño del formato del debate que no permitía el intercambio de puntos de vista, se planteó más como una serie de respuestas a preguntas de los moderadores y por ello el intercambio, a veces, se veía como si fuera una discusión entre quien moderaba y alguna de las debatientes, que entre los debatientes como debió haber sido.

Se trataba de que las coaliciones y partidos contendientes hicieran la exposición de sus puntos de vista sobre problemas que hay que resolver en el país y de mostrar porqué son diferentes sus perspectivas.

De mostrar, con argumentos, que la oferta que cada una o uno defiende es política, social y económicamente superior a la de los demás.

Creo que poco de eso escuchamos. Intercambio de ideas no lo hubo, hubo, eso sí, un intercambio de acusaciones y escarnios que poco contribuyen a conocer cuál es el país que cada una de las candidaturas propone construir.

Se puede sospechar que no hubo tal presentación porque no existe tal proyecto.

El resultado del debate es decepcionante, no tuvo sustancia. Como ejemplo basta mencionar algunos detalles de lo que se vio en la discusión de dos de los temas del debate, los de salud y combate a la corrupción.

En cuanto a salud, la candidata del partido gobernante insistió en que, de ganar la Presidencia, ella dará continuidad al modelo vigente en la actualidad, en ese y en otro asunto se escuchó una propuesta de persistencia de la política en vigor, pero no aportó ninguna idea sobre la manera en se resolverán los problemas que enfrenta el modelo actual y que ha generado un constante descontento entre algunos sectores de la sociedad.

No se escuchó cuál es el punto de vista de la candidata sobre aquello que propone dar continuidad, no hubo una defensa convincente de que el modelo actual sea mejor alternativa que la que propone su opositora, tan es así que hasta el responsable actual de ese proyecto ha salido a reclamar airadamente que en el debate no se mencionaron ni se defendieron sus logros, lo cual ya dice mucho.

La candidata de la otra coalición solo se concentró en mostrar varias veces una tarjeta, una especie de una varita mágica con la que se supone resolvería los problemas de salud entre los mexicanos, tampoco se atrevió a abundar sobre la actual condición del sistema de salud y a explicar porqué y cómo lo cambiaría, se trata de un asunto que a todos nos involucra y que los votantes merecemos saber qué harán en caso de llegar a la Presidencia.

En el sexenio que está por concluir se supuso que acabando con la corrupción se terminarían los problemas de este país. Aunque la administración actual sostiene que hizo grandes avances al respecto, en buena parte de las preguntas sobre el tema de daba por hecho de que los problemas de la corrupción persisten y que poco se ha avanzado al respecto, situación que explicita o tácitamente fue aceptada por las candidatas y el candidato.

Hubo reiteradas ocasiones en las que las preguntas aludían a este problema y es más, se formuló una pregunta explícita sobre hechos concretos de corrupción en las últimas tres administraciones, incluyendo la actual, pero las respuestas solo fueron lugares comunes, promesas sin contenido.

No se escuchó una sola idea de cómo las y el contendiente piensan que este flagelo se puede combatir.

La apuesta del mandatario en turno fue muy ambiciosa en ese sentido; sin embargo, no se escucharon críticas y tampoco hubo una defensa de sus logros, si es que existen.

La candidata del oficialismo no abogó por lo que presume el presidente y la candidata opositora perdió la oportunidad de posicionarse frente a esta situación y de ofrecer sus alternativas específicas en caso de ganar en los comicios.

Esperemos que el segundo debate el árbitro se centre en su trabajo y que asistamos a un verdadero intercambio de ideas y propuestas, ojalá no se repita lo del domingo siete.